Escenario político/Daniel Adame Osorio

Mediante la evolución política en las formas de gobierno y de democracia llegamos a los gobiernos aristocráticos y oligárquicos, en los que los pocos gobiernan sobre la mayoría, pero la sociedad tiene a su favor aparentemente que sus representantes y gobernantes son electos por ellos en forma periódica, lo que es distintivo de toda democracia.

Veremos si nos dirigimos hacia la tiranía de la mayoría.

Los primeros sorprendidos al cierre de la elección presidencial de junio 2 son los miembros de MORENA, al punto de generar el nerviosismo en los mercados ajustando el peso de un modo no visto en todo el sexenio lopezobradorista, junto a la caída de la bolsa de valores.

Algunos mensajes de prudencia en la semana que termina son la continuidad en su cargo del secretario de Hacienda y Crédito Público, al mismo tiempo que el lopezobradorismo en el congreso se dispone a mantener vigentes las iniciativas del presidente para dictaminarlas y, votarlas antes que AMLO termine su gestión.

Ese horizonte no es favorable para la  ganadora de la elección presidencial, dado que Claudia Sheinbaum tendrá que hacerse cargo y, revisar algunos fundamentales de la economía y, su funcionamiento como la deuda, la inversión extranjera directa y, el reto es hacerlo como expresó su coordinador de la transición, Juan Ramón de la Fuente: sin ruptura y, sin sumisión.

Es al mismo tiempo un problema del tamaño de una catedral si estimamos que entre las reformas está la continuidad de la Suprema Corte de Justicia como la concebimos hoy, vital hasta ahora para garantizar la viabilidad de nuestro país como una República con división de poderes y efectivos contrapesos.

Es verdad que la cautela de Claudia Sheinbaum es una positiva señal para los mercados, al tiempo que López Obrador da la impresión en sus decisiones, de comportarse al margen de las consecuencias para el peso y, la incertidumbre en los mercados.

Por lo que toca al acto concreto de votar, se pronunció el voto escondido (a favor) de Morena, con el saldo conocido y, que suma la victoria en 27 legislaturas locales con mayoría, además del triunfo en el congreso mexicano para disponerse a cuajar la agenda lopezobradorista de pensiones para el rango de 65 años de edad, la Guardia Nacional en la órbita (formal) de SEDENA, la reforma electoral cambiando el diseño y alcance de los órganos autónomos constitucionales electorales, la reforma del Poder Judicial, entre otras.

Al mismo tiempo, México sigue disponiendo de ese mosaico enriquecido por la crítica y, teóricamente, un gobierno democrático escucha, respeta y, considera la crítica. No parece ser el caso del lopezobradorismo después de un sexenio en que el presidente ha sido más un predicador que un jefe de Estado, dirá Don Daniel Cosío Villegas.

Es importante contextualizar el voto favorable a Morena por seis de cada 10 miembros de la clase media alta y, qué decir de los miembros de la élite económica, ampliamente acaudalada por las decisiones de la administración de AMLO.

Queda de manifiesto que los problemas sociales, la corrupción, la violencia, entre otros, no son parte de la agenda que importa a los votantes interesados en restaurar la concentración el poder y, posiblemente el establecimiento de la tiranía de la mayoría.

Del Tintero.

Nos dirigimos a una forma de retroceso de nuestro régimen político para entregar un cheque en blanco a una sola persona que, con su grupo decidirá qué hacer el próximo sexenio con el país, si bien falta aún dictaminar la distribución del poder político en las cámaras del congreso y, si habrá o no mayoría constitucional para el lopezobradorismo en las cámaras de diputados y senadores.
El sistema de partidos tiene su propio movimiento (o retroceso) con el Partido Verde y su incursión como segunda fuerza electoral; la desaparición del PRD una vez que la realidad lo ha vaciado y, el PAN y PRI que de la mano de sus bases y élites tienen la encomienda de reinventarse o morir. Al final, México tiene la misión de honrar la libertad de expresión y la libertad de prensa que concibió Tocqueville: no por los bienes que generan, sino por los males que gracias a su desempeño contribuyen a impedir.

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