Escenario político
El escenario en torno a sí la representación política está en crisis o atraviesa por una evolución, la literatura nos refiere, que estaría dada más por un problema de insatisfacción con la “oferta” que por una virtual incapacidad de la “demanda” de estructurar preferencias programáticas de forma consistente.
En las nuevas democracias, una característica son los bajos niveles de institucionalidad. En la crisis o evolución de la representatividad, hay que tener en cuenta que en América Latina predominan las maquinarias políticas y no las instituciones, lo que en muchas ocasiones lleva al surgimiento de liderazgos carismáticos desvinculados de toda institucionalidad.
Por eso también es indispensable considerar que las ideologías ayudan a diferenciar la competencia electoral y la vinculación del ciudadano con cada partido, porque suponen la existencia de estructuras programáticas y la organización de los partidos políticos que eventualmente desembocarían en la generación de un gobierno de partido responsable.
También debemos considerar que de 1982 a 1992, en las transiciones de diversos países se pasó de partidos de masa a partidos profesionalmente electorales, recurriendo al marketing político, lo que llevó al reemplazo de los partidos tradicionales por otros más funcionales. Esta crisis y/o evolución favoreció a partidos y gobiernos de centro-derecha, pero abrió la pauta para que los de centro izquierda pudieran crecer, dada la clara diferenciación tanto ideológica como de representación de los intereses sociales, los primeros con planes de austeridad, los segundos oponiéndose a ella. También puede generar liderazgos personales aprovechando el descontento, como escenario emergente anti gobierno y a los partidos políticos tradicionales.
Los estudios realizados refieren que una de las causas de la baja institucionalización de los partidos de América Latina se debe al frecuente cambio de sistema de partidos, lo que impide la vinculación programática con la sociedad. Así, tenemos una alta volatilidad electoral por la falta de identificación de los electores con los partidos. El problema con este diseño es precisamente que aprovechando el descontento, los liderazgos personales paso a paso se apropian de las instituciones, patrimonio principal de las democracias de la región y explican (en parte) la concentración y permanencia de un hombre fuerte en la élite del poder.
Lo mismo a la derecha que a la izquierda, evocando el concepto de Bobbio, aún hay mucho por hacer con esos liderazgos carismáticos que como en Bolivia, capturan el diseño institucional en contra del bienestar y el proceso de desarrollo de sus mandantes.
*Politólogo, académico, periodista. Director Editorial de Escenario Político.
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