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NUEVA YORK, 18 de febrero (Quadratín México).- El tráfico de mexicanas que son forzadas a prostituirse aquí es un crimen de grandes dimensiones, pese a que algunas de las víctimas se quejan sobre lo complicado que sigue siendo que las autoridades crean sus denuncias de abusos.
“El problema es muy grande, aunque no puedo dar cifras porque no existen sobre estos casos. Pero el número de visas emitidas para víctimas de tráfico en Estados Unidos es muy grande para ciudadanas mexicanas”, dijo Avaloy Lanning, del organismo civil Safe Horizon.
Lanning indicó que aunque el tráfico de mexicanas a Estados Unidos como parte de redes de tráfico sexual y laboral es muy amplio, es complicado asentar si el fenómeno ha crecido o disminuido en los últimos años.
Manifestó que ahora existe más consciencia sobre el tema de parte de agencias gubernamentales y de cuerpos de policía, así como de abogados que representan a las víctimas de tráfico humano y que solicitan visas, identificadas para estos casos con la letra T.
“No sé si aumenta el problema o sólo la consciencia sobre el problema. Algunas políticas han cambiado en los últimos años, y hay una mayor atención al fenómeno del tráfico de menores en Estados Unidos”, indicó.
“Escuchamos más sobre eso y hay más fondos para apoyar a las víctimas”, agregó.
La creación de unidades especializadas para detectar estos crímenes, enjuiciar a los perpetradores y canalizar ayuda a las víctimas de tráfico sexual en Estados Unidos y específicamente en Nueva York es sin embargo una tendencia muy reciente.
En diciembre pasado, la Corte Este de Nueva York, en el condado de Brooklyn, anunció la extradición desde México de cuatro líderes de redes de prostitución que operaban en Nueva York y que tenían su base de forzado reclutamiento en el poblado de Tenancingo, en el estado de Tlaxcala.
Las extradiciones de Benito López Pérez, Anastasio Romero Pérez, José Gabino Barrientos Pérez y Antonio Lira Robles, forman parte de una operación contra redes de prostitución operadas por mexicanos, entre cuyas víctimas se hallaban menores de 14 y 15 años de edad.
En los documentos, la corte asentó que su programa integral contra el tráfico de personas tomó los primeros casos en 2005, y en total, en casi siete años, había presentado cargos contra 52 sospechosos y rescatado más de un centenar de víctimas, entre las que se contaban 17 menores de edad.
Por su parte, la oficina del fiscal de distrito de Manhattan, Cyrus Vance, tan sólo en marzo de 2012 anunció la creación de un Programa contra el tráfico de personas.
El Consulado de México en Nueva York afirmó que en los últimos tres años han identificado a poco menos de 20 víctimas mexicanas de tráfico humano en la zona urbana neoyorquina.
Pese a la reciente atención que ha recibido este crimen, sigue siendo complicado detectar el delito del tráfico humano, así como determinar a sus víctimas, de acuerdo con organismos civiles que trabajan con los sobrevivientes de este crimen.
En un panel organizado por Safe Horizon, dos sobrevivientes, identificados sólo como John y Juana, expresaron que les tomó meses para que alguien creyera su historia de abusos y decidiera ayudarlos, debido a su condición de migrantes y su escaso dominio del inglés.
“Nada es más desalentador para un individuo que ha tenido el valor de describir su explotación a aquellos que están un posición de intervenir y dar ayuda que ver cómo su historia es rechazada, porque suena poco familiar y por lo tanto improbable”, según Safe Horizon.
En muchos casos, las víctimas son además amenazadas y, cuando se encuentran en Estados Unidos sin documentación, sus captores les advierten que una denuncia las podría llevar a la cárcel. Los victimarios aprovechan desde el inicio la buena fe de sus víctimas.
Según la corte y con la experta Avaloy Lanning, el modus operandi de los traficantes de personas de México a Nueva York comienza con el enganche de víctimas con la mentira de que sus captores se casarán con ellas, luego de lo cual las fuerzan a prostituirse.
“Nadie me creía. Ni los abogados, ni los ministros de las Iglesias con quienes acudí. En un principio nadie nos quería ayudar”, lamentó la joven identificada como Juana, nacida en República Dominicana, pero con una historia similar a otras víctimas, según Safe Horizon.
El caso de John, traficado desde el sureste de Asia, es si acaso más dramático. Le tomó tres años convencer a alguien de que había sido víctima del tráfico de personas.
“Aún nos queda mucho camino por recorrer para abatir el tráfico de personas en Estados Unidos”, enfatizó Lanning.
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