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CIUDAD DE MÉXICO, 1 de junio de 2024.- Investigadores de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh), realizan estudios para aprovechar y transformar la cáscara, pulpa y semillas de la guanábana, chincuya, ilama y saramuyo en biopesticidas y biocombustibles.
La investigadora del Departamento de Fitotecnia de la UACh y coordinadora del proyecto, Eloísa Vidal Lezama, explicó que las investigaciones se desarrollan con el objetivo de identificar y cuantificar los compuestos, el metabolismo y la fisiología de germinación en los frutos de anonáceas –árboles o arbustos– de los estados de Yucatán, Chiapas y Estado de México.
Señaló que estos productos son dulces y de alto valor nutritivo, al contar con una fuente importante de carbohidratos, minerales y vitaminas, y son atractivos y exóticos.
También, indicó que los frutos suelen distinguirse por su uso medicinal, ornamental e insecticidas biológicos para extracción de esencias y aceites, cercos vivos, leña y madera para elaborar herramientas de trabajo.
La especialista refirió que esas especies contienen una amplia gama de compuestos –alcaloides, terpenoides, compuestos fenólicos, flavonoides, acetogeninas– y ácidos grasos (linoleico, oleico y esteárico), cuya bioactividad se asocia con su efecto citotóxico –que elimina células cancerosas–, antitumoral, antibacterial, pesticida y antimalarial.
Vidal Lezama subrayó que la investigación es valiosa para diferentes sectores productivos, pero se ha delimitado al terreno de la agronomía, tanto en el conocimiento científico como tecnológico.
Incluso, confió que con los resultados se promueva la capacitación a técnicos y productores en el manejo sustentable de plagas y enfermedades en sus parcelas, a través del uso de estos derivados, e impulsar la innovación en el empleo de subproductos frutícolas.
Promueven la conservación y el uso sustentable
La investigadora expuso que algunas de esas especies anonáceas se distribuyen en regiones tropicales y subtropicales y pertenecen a un grupo botánico tan antiguo que es posible considerarlo como fósiles vivientes.
Sin embargo, indicó, algunas no han evolucionado al mismo ritmo que aquellas domesticadas. Se trata de una familia, cuyas características primitivas y respuesta ante el estrés deben ser estudiadas para su mejor aprovechamiento.
De ahí que el estudio también desarrolla estrategias para el entendimiento de la germinación de semillas, un componente fundamental en ciclo de vida de las plantas y fuente de información, con el fin de que la próxima generación se disperse, establezca, desarrolle y reproduzca para la perpetuación de la especie, apuntó.
Para los investigadores de la universidad, máxima casa de estudios en Agronomía, los hallazgos permitirán promover la conservación y el uso sustentable de esos frutos, investigación, cultivo, industrialización y la comercialización.
Ello porque estos productos agropecuarios han atraído más la atención de los mercados del mundo, debido al potencial valor agregado que es posible darles, añadió Vidal Lezama.