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CIUDAD DE MÉXICO, 4 de septiembre de 2017.- Cada año, de los 400 mil millones de metros cuadrados de textiles producidos en el mundo, 60 mil millones son desechados en la salas de corte donde se crea la ropa, situación que da cuenta del problema de contaminación que va de la mano de la producción de prendas.
De acuerdo con un comunicado, estudiantes de la licenciatura en Diseño de Modas, del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD), colaboran con universitarios de la Corporación Unificada Nacional de Educación Superior (CUN) de Bogotá, Colombia, en la creación de un proyecto de ropa amigable con el medio ambiente.
Por medio de sesiones vía internet, los universitarios de ambas instituciones trabajan en el rescate de telas sobrantes de patronajes para la creación de ropa de distintos tipos.
“El patronaje es la técnica de la prenda en dos dimensiones: cortamos el molde de tela antes de que sea en tres dimensiones. La idea es que todos esos restos se puedan utilizar y no los tiremos a la basura. Buscamos dar un uso a esas mermas”, explicó la coordinadora de la licenciatura en Diseño de Modas, maestra Noelia Agulló Oreja.
Compartió que son quince estudiantes del CUAAD quienes han trabajado en el aprovechamiento de este material, que es una tela hecha con base en el algodón. La iniciativa surgió en la institución colombiana y tiene el objetivo de que los jóvenes generen un sentido de innovación, indispensable en el diseño de modas.
“La idea es que los chicos, cuando tengan su negocio, posean más alternativas a la hora de poder generar prendas y no las que hemos conocido siempre”, subrayó.
Según El índice de transparencia de la moda 2017 –un estudio sobre la sustentabilidad y derechos humanos durante la producción de ropa de las 100 empresas más importantes de la industria del vestir, realizado cada año por la asociación Fashion Revolution–, 60 mil millones de metros cuadrados de tela son desperdiciados.
Este documento, disponible en fashionrevolution.org/transparency también exhibe que, para la fabricación de una camisa, se necesitan 2 mil 720 litros de agua, misma cantidad que una persona puede consumir en tres años. Situación que está ligada a los efectos de la creación y venta de moda rápida.
“La moda rápida ha adquirido mayor velocidad, hemos llegado a un punto donde no hay retorno, tiene que haber un cambio. Tenemos que generar conciencia (sobre los impactos ambientales que ésta tiene) de alguna manera. Nuestra aportación es por medio de la academia”, abundó Agulló Oreja.
Este tipo de proyectos incentiva que los futuros profesionales generen nuevas ideas que combatirán los efectos de la moda rápida.
Actualmente, en el CUAAD están a la espera de contrastar los resultados para plasmarlos en un artículo académico que será publicado por ambas instituciones.