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CIUDAD DE MÉXICO., 19 de enero de 2017.- A unas horas de que inicie el mandato de Donald Trump, la extradición de Joaquín El Chapo Guzmán es un mensaje a la opinión pública de Estados Unidos, a la comunidad internacional y al próximo Presidente estadounidense de que México está en disposición de colaborar en el combate al narcotráfico, pero al mismo tiempo es un reconocimiento al saliente mandatario Barack Obama, considera el experto en Seguridad Nacional, Gerardo Rodríguez Sánchez Lara.
El catedrático de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) sostiene en entrevista con Quadratín México que las “grandes noticias no son casualidad” porque también entregar a la justicia de Estados Unidos al fundador del Cártel del Sinaloa implica un respiro a la imagen del Gobierno mexicano que ha sido “vapuleada” por casos como el gasolinazo y de corrupción.
“Seguramente el Gobierno federal presionó al Quinto Tribunal Colegiado en materia penal para que aceptara o desechara el dictamen de los amparos que presentó la defensa de Guzmán Loera”, recalca el especialista.
La extradición también se puede considerar como un agradecimiento a la administración de Barack Obama por el apoyo recibido de la agencias de investigación y de justicia de Estado Unidos, que destinaron recursos humanos, financieros y de inteligencia para la recaptura de El Chapo en dos ocasiones.
Ante un escenario complejo como el que se prevé que ocurrirá entre México y el Estados Unidos a raíz de la llegada de Donald Trump, la extradición ayuda a “despresurizar” un poco la embestida diplomática y comercial ante la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) considera el investigador.
La extradición de El Chapo también incrementa un miedo velado entre actores políticos locales de Sinaloa, Chihuahua, Durango, en donde el capo sinaloense tenía su zona de operación, debido a que estando en manos de la justicia estadounidense podría negociar reducciones en su condena a cambio de proporcional información de inteligencia.
Incluso este temor también podría extenderse entre actores políticos federales que hubieran cooperado en su protección y fuga.
Gerardo Rodríguez no prevé que se pudiera dar una escalada de violencia entre bandas criminales que operan en México por el hecho de que El Chapo fue extraditado.
El Cártel de Pacifico tiene dos brazos; uno operativo y otro administrativo que recaen en Ismael El Mayo Zambada y Juan José Esparragoza, El Azul, mientras que El Chapo era una figura emblemática de la organización, la cual trató de protegerlo y mantenerlo vivo en la clandestinidad a raíz de su escape del penal de El Altiplano, sostiene el analista.
“Pero ya en la cárcel y con la presión de Estados Unidos de que no se volviera a fugar, las posibilidades de dirigir al cártel eran mínimas. Sin embargo, ahora se anticipa que la organización y los hijos de Guzmán alisten recursos para emprender una defensa millonaria en los tribunales de Estados Unidos”, advierte el especialista.