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CIUDAD DE MÉXICO, 24 de mayo (Quadratín México).- Arnoldo Martínez Verdugo, último dirigente del Partido Comunista Mexicano (PCM) y ex candidato presidencial por el Partido Socialista Unificado de México (PSUM), falleció este viernes a los 88 años de edad.
Martínez Verdugo, quien nació en Sinaloa en 1925 y era militante del Partido de la Revolución Democrática (PRD), recibió un homenaje en la delegación Tlalpan el 10 de enero pasado, donde fue considerado pieza clave en la unificación de la izquierda mexicana.
En 1946 el político y líder de la izquierda mexicana se unió al PCM, en 1959 fue miembro del Secretariado General y en 1963 se convirtió en secretario general del Comité Central de ese instituto político.
En su trayectoria figura su participación para la disolución del Partido Comunista y la unión con fuerzas de izquierda para conformar el Partido Socialista Unificado de México (PSUM).
Arnoldo Martínez Verdugo, originario de Sinaloa, inició desde muy joven sus actividades como obrero, primero en Sonora y posteriormente en la Ciudad de México, allí en 1946 se unió al Partido Comunista Mexicano, del que pronto se convirtió en uno de sus líderes destacados, en 1959 fue elegido miembro del Secretariado Colectivo que lo dirigía y en 1963 fue elegido Secretario General del Comité Central del Partido, cargo en el que fue ratificado sucesivamente hasta 1981.
Fue uno de los protagonistas de las negociaciones políticas que en 1978 desembocaron en la primera reforma electoral del régimen que permitió que el PCM obtuviera registro condicionado, pudiera participar en las Elecciones de 1979, donde obtuvo 18 diputados de los cuales se desempeñó como Coordinador Parlamentario.
En 1981 dirigió la disolución del Partido Comunista Mexicano y su fusión con otras fuerzas de izquierda que constituyeron el Partido Socialista Unificado de México, el cual lo postuló a la presidencia en las Elecciones de 1982. En 1985 fue secuestrado y liberado tras el pago de un rescate.
Posteriormente se unió a las fuerzas que postulaban a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano a la Presidencia en 1988 y luego al naciente Partido de la Revolución Democrática.
Arnoldo Martínez Verdugo fue una pieza fundamental en un periodo de transformaciones del Partido Comunista Mexicano y de buena parte de la izquierda. En ese espacio temporal encabezó por lo menos cuatro grandes ideas que sirvieron para remodelar el rostro de la izquierda mexicana. Existe evidencia suficiente para demostrar que por lo menos entre 1968 y 1982 impulsó de manera sistemática y decidida la construcción de una izquierda: independiente, institucional, unificada y democrática.
En 1968 los ejércitos del Pacto de Varsovia invadieron Checoslovaquia. Pusieron fin a la hasta entonces llamada Primavera de Praga. Un intento por inyectarle ciertas dosis de libertad a un sistema de gobierno vertical y opresivo. El “experimento” encabezado por Alexander Dubcek fue ahogado a sangre y fuego. En medio de la Guerra Fría, la Unión Soviética no permitía ningún gesto de independencia de uno de sus países satélites.
Y ese clima político e ideológico llevaba, casi de manera inercial, a que izquierdas y derechas se alinearan con sus respectivas potencias imperiales. Lo que hiciera o dejara de hacer la URSS era justificado por las izquierdas para no hacerles el “juego” a los enemigos estratégicos y algo similar sucedía en el polo opuesto.
Pues bien, el Partido Comunista Mexicano, encabezado por Martínez Verdugo, condenó de manera contundente esa invasión. Fue un momento culminante de un proceso que tenía antecedentes. El PCM, si bien seguía manteniendo relaciones de colaboración con los otros partidos comunistas, no estaba dispuesto a ser un peón acrítico del Partido Comunista de la Unión Soviética. Si mal no recuerdo, el PCM fue el único partido comunista de Latinoamérica que asumió esa posición y por supuesto eso honra al PCM y a Martínez Verdugo.
Luego del impacto del movimiento estudiantil de 1968 y de su paranoica represión, la izquierda independiente mexicana vivió un renacer. En un clima de efervescencia, altamente irritado, proliferaron proyectos de todo tipo: agrarios, obreros, estudiantiles, populares.
Se fundaron nuevas publicaciones, aparecieron nuevos partidos y organizaciones que aspiraban a serlo. Se discutían las vías de transformación, las estrategias de lucha, los métodos de trabajo. Son los años en que además se multiplican grupos guerrilleros que asumen que las vías de la política pública y pacífica se encuentran clausuradas.
En ese ambiente, en 1976, el PCM, encabezado por Martínez Verdugo, lanza la candidatura de Valentín Campa a la Presidencia de la República. El Partido Comunista no cuenta con registro, pero el recorrido de Campa por todo el país, apareciendo en auditorios y plazas, entrando en contacto con trabajadores y estudiantes, campesinos y activistas, resume una idea: “estamos aquí; somos una fuerza nacional; tenemos derechos; deseamos participar en las elecciones y eventualmente obtener cargos de representación”. La iniciativa no es comprendida por toda la izquierda. Recibe fuertes críticas.
Pero sin duda, es un antecedente sin el cual no se puede comprender la reforma política de 1977 que precisamente abrió las puertas para que corrientes políticas hasta entonces marginadas del mundo institucional/electoral pudieran incorporarse a él. Sobra decir que no pocos partidos que en su momento criticaron al PCM y a Martínez Verdugo luego siguieron esa misma ruta.
La fuerza electoral de la izquierda era magra. Y además estaba “atomizada” en un archipiélago de partidos y organizaciones que le restaban poder de atracción y disminuían su peso político. En las primeras elecciones luego de la reforma de 1977, el PCM -en coalición con otras organizaciones- obtuvo el 5 por ciento de los votos y resultó el partido de izquierda más votado. No era suficiente. Era posible y necesario ofrecer a la diversidad política realmente existente en la izquierda una organización unificada.
Arnoldo Martínez Verdugo, entonces, encabezó una operación ambiciosa: disolver al Partido Comunista para construir un nuevo partido de las izquierdas. La disolución del primero, luego de un poco más de 60 años de existencia, para unirse con otras formaciones, tuvo que hacer frente a resquemores y dudas de toda índole, pero en 1981 permitió la fusión de cinco agrupaciones para dar paso al Partido Socialista Unificado de México. Fue el primer eslabón -fundamental- de lo que luego sería un proceso unificador cada vez ambicioso: PMS (1987) y PRD (1989).
El primer y único candidato a la Presidencia de la República de aquel PSUM fue Arnoldo Martínez Verdugo en 1982. Viajó de norte a sur, de oriente a occidente, y con sus muy cuidados discursos refrendó una y otra vez el compromiso de la izquierda a la que encabezaba con la democracia. Socialismo y democracia no solamente debían fundirse, sino trascender la peregrina idea de que la democracia no formaba parte de su bagaje, compromiso e ideales.
QMX/fm