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CIUDAD DE MÉXICO, 19 de marzo de 2017.- Con el nuevo modelo educativo, presentado el pasado 13 de marzo, la reforma educativa plantea retos para poner a los estudiantes de México al nivel de otras naciones, pero también representa un atractivo botín político para aquellos grupos impulsores de la ideología de género, capaz de desvincular de la realidad a cualquier alumno, advirtió la Arquidiócesis de México.
A través de su editorial Desde la fe, titulado Patología de género, la Iglesia católica señaló que los padres de familia deben evitar que en las aulas que se imponga una agenda transgénero que va contra el significado de la familia.
«Debe fomentarse la inclusión y la tolerancia en las aulas para evitar cualquier forma de discriminación, pero la educación no se ofrece en charola de plata a lobbys que quieren imponer la agenda transgénero y de arquetipos sexuales ambiguos, como sucede en naciones europeas donde el arma usual de estos grupos es la intolerancia para imponer una auténtica dictadura de pensamiento que socava la naturaleza humana y agrede a la familia con furia energúmena», expresó.
Recordó que no es la primera vez que un Presidente de la República se sube al carro de la revolución educativa, siendo esta, señaló, una de las más sonadas en todos los sexenios, «no sólo por la relevancia social, sino por su histórica carencia de resultados».
La Arquidiócesis criticó la llamada Enciclomedia, considerado el gran programa de apertura a las nuevas tecnologías para alcanzar una educación de calidad, la cual «paulatinamente languideció, hasta llegar al borde de la extinción cuando fue incosteable».
Aseguró que hoy más que nunca, los padres de familia deben estar atentos para intervenir en los procesos educativos y de elaboración de contenidos de los libros de texto gratuitos; y las autoridades, estar abiertas a reconocer el derecho de los padres a decidir la forma en que se quiere educar a los hijos.
Llamó a prevenir la filtración de «perversas e irracionales ideologías que destruyen el significado de la familia –institución fundamental de la sociedad–, el Matrimonio –que sólo es posible entre un hombre y una mujer–, y la sexualidad –definida por la propia condición biológica de los niños».
Criticó que si bien el modelo educativo quiere incidir en la capacidad crítica del alumno para discernir la realidad, «entonces la autoridad debe estar abierta a reconocer todo aquello que atenta contra la persona en su dignidad y naturaleza».
«La primera gran prueba del Nuevo Modelo Educativo se asoma: no debe ceder ante la ideología de género que, por sus condiciones alienantes, mejor debería llamarse patología de género», concluyó.