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CIUDAD DE MÉXICO, 1 de marzo de 2020.- En el mundo se producen 500 mil millones de bolsas de plástico cada año, y de acuerdo con datos de la Asociación Nacional de Industrias del Plástico A.C. (Anipac), las familias mexicanas utilizan por lo menos 600 en ese lapso; ante la situación, universitarias se suman a las iniciativas de científicos y ambientalistas para reducir el uso de ese material en las actividades cotidianas.
Mireya Ímaz Gispert y Marjory González Vivanco afirmaron que no hay un verdadero motivo para usar esa cantidad de bolsas cuando se podrían emplear tres o cuatro de algodón, yute, incluso las de plástico, “pero las del mandado, que duran años”.
Hablaron de la necesidad de iniciar la transición hacia otras fuentes de energía, pues el abuso del petróleo es causa de una de las crisis ambientales más agudas de la humanidad: el cambio climático. “En la comunidad científica no hay duda de que el calentamiento global se debe a la emisión de gases de efecto invernadero, sobre todo por la quema del petróleo, del que proceden las bolsas de plástico”.
Ante algunas resistencias para apoyar la iniciativa de no entregar bolsas de plástico de un solo uso en los establecimientos comerciales de la Ciudad de México, las universitarias aseguraron que éste es un primer paso necesario, “el siguiente es desaparecer todos esos plásticos”.
La isla de plástico en el Océano Pacífico y animales de diversas especies agobiados por ese material son un incentivo: no sólo es la mancha flotando a la deriva en el Pacífico, en cualquier lugar de la ciudad y del país hay al menos una bolsa de plástico tirada en el suelo; esto ocurre porque es barato, no se recicla ni se reúsa, apuntaron.
La apuesta de México y de otras naciones que han adoptado la medida es sensata, pues se pretende que cada quien se haga cargo de la situación. Hasta ahora, la población ha permanecido a la espera de que los gobiernos se encarguen, pero la responsabilidad de las acciones debe trasladarse a la gente, dijeron.
A veces pareciera incómodo no tener una bolsa de plástico a la mano, pero las generaciones anteriores crecieron sin ellas y no pasó nada; en cambio, llevaban algunas de otros materiales para hacer las compras, recibían su mercancía en cucuruchos o bolsas de papel.
En este momento crítico, una opción viable es apostar por las tres erres (reducir, reusar y reciclar). Hay que reducir los consumos, reusar los objetos que utilizamos y reciclar lo que se pueda.
Toda actividad tiene un impacto
Las biólogas reconocieron que todas las actividades tienen un impacto, mayor o menor. La sola presencia de la humanidad en el planeta tiene un impacto, el punto es llevar a cabo acciones como la reducción y eventual eliminación del plástico para aminorar la huella ecológica.
Finalmente, Ímaz Gispert y González Vivanco subrayaron que un objetivo inmediato debe ser dejar atrás la era del petróleo. “Tenemos la capacidad, la inteligencia y la tecnología para dar ese salto”.