Durante detención, mando policial de Edomex se dispara
CIUDAD DE MÉXICO, 16 de octubre de 2019.- Cuando en 1993 Ciudad Juárez comenzó a gritar por sus muertas, nadie pensó que la atrocidad de los feminicidios y su impacto social se convertirían, cerca de 25 años después, en una lacra y sombra que deambula en todos los rincones de México, con nueve mujeres asesinadas cada día. Nadie escuchó esos llamados de alerta para frenar la forma extrema de violencia de género que hoy es imparable.
Pero existe un acto aún más cruel que destruye la vida de las mujeres: la violencia contra niñas.
En marzo de 2017, Lupita fue abusada y golpeada hasta la muerte por su padrastro Pablo, quien en complicidad con Yadira, madre de la pequeña, abandonó el cuerpo en el Bordo de Xochiaca, en el Estado de México.
Ahí dejaron el cadáver de la niña de cuatro años sin identidad y sin que nadie lo reclamara. A partir de entonces la llamaron Calcetitas Rojas, por las prendas que cubrían sus pies cuando fue hallada muerta envuelta en una cobija. Pasaron nueve meses para que fuera identificada por retratos hablados que se hicieron de la menor.
El color era apenas una metáfora amarga de la agresión hacia Calcetitas Rojas, un mote que el abuso y la violencia usaron para enterrar el nombre de Lupita, uno de los casos más mediáticos en México sobre feminicidio infantil.
A principios de septiembre de este 2019, un juez sentenció a 88 años de cárcel por feminicidio a su madre y al padrastro. También se logró que la niña fuera registrada como Guadalupe Medina Pichardo, pues a sus cuatro años no tenía acta de nacimiento.
Para alcanzar la justicia, una mujer fue clave en todo el proceso desde que se conoció el hecho: Frida Guerrera, periodista y activista que hizo este caso suyo junto a su compañero de vida.
«Esta sentencia es el trabajo de mucho tiempo de un tema que asumimos personal y que gracias al interés de una de las tías de la niña fue importante, y el reacomodo del camino que la Fiscalía había tenido con el tema», expresa la mujer que ha seguido casos relacionados con derechos humanos.
La defensora y autora del libro Ni una Más. El Feminicidio en México, acompaña a decenas de mujeres que han perdido a una hija o a una hermana y no queden en el olvido. Aunque ella hace periodismo desde hace casi 15 años y comenzó a documentar casos de feminicidios en 2016, actualmente también recibe solicitudes de casos que tienen que ver con menores de edad.
«El tema del feminicidio lo retomo en febrero de 2016 y empiezo a documentar, pero a los dos meses dije: mi trabajo no es solo de documentar con notas de otras personas sino que mi trabajo tenía que ir más allá y es cuando empiezo a contar historias de estas mujeres y niñas desde 2016».
Cuando empezó creó un chat con tan solo dos madres que confiaron en ella y eso abrió la puerta a cerca de 200 historias de mujeres que ahora acompaña en su lucha, pues no todas han tenido justicia.
“Yo tengo un caso del 2016 de una niña que por ser indígena nadie ve, de una mamá que no sabe que tiene que buscar justicia y que además de todo sí sabe, pero tiene que trabajar, tiene que lavar ajeno para poder mantener a sus otros hijos, y no he quitado el dedo del renglón hasta que agarren al asesino de esta niña”, refiere.
En el documento Violencia y Feminicidio de Niñas y Adolescentes en México, presentado por ONU Mujeres a finales de 2018, el organismo da cuenta del porcentaje de niñas y adolescentes expuestas al maltrato y abuso y las condiciones en que suceden, casi siempre desde un círculo cercano a las víctimas, dato que Frida Guerrera también ha documentado.
La violencia en la infancia sufrida en la familia de origen se exploró a partir de los datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2016, según la cual una de cada tres mujeres mayores de 14 años reportó haber sufrido violencia física durante su infancia.
Casos como el de Lupita recorren en silencio todo el territorio nacional, en cada rincón existe una niña sin nombre, que nadie reclama, de la que no se pregunta por su paradero porque la impunidad se ha encargado de sepultar.
«No, no me importan muertas, me importa que todos nos involucremos»
Frida Guerrera comparte que el principal objetivo de contar las historias es que ellas supieran que había muchísimas otras más que las iban a entender:
«Yo ahorita tengo a más de 70 personas reunidas en ese chat que son familias de todos lados y que todas entienden lo que les pasa, y que todas se enojan un día… una abraza, otra llora y estar recordando los cumpleaños o aniversarios luctuosos o cuando se logra la detención de un asesino o sentencias como la de la niña».
Frida ha reconstruido esas historias a partir del acercamiento con las familias de las mujeres asesinadas, escuchando los testimonios y abrazando también el dolor de la ausencia, pero es consciente de que hay muchos casos más que no están visibilizados.
«Yo lo que buscaba era justicia para la niña y una de las partes muy importante particularmente para mí era que se otorgara registro de nacimiento a la niña ya con su identidad que se merecía y que no tenía”.
¿Cuál es la principal batalla que ha enfrentado Frida?
-La indiferencia
“Sabemos cómo reaccionan y la respuesta que dan las autoridades pero con la indiferencia de la sociedad es increíble, al principio cuando yo contaba estas historias en un primer momento nadie las leía…”.
Recalca que esa parte es complicada, pues los medios de comunicación muchas veces revictimizan a las familias cuando redactan una nota sin pensar en todo el dolor que está generando un simple título.
«Representan revictimización para las familias, como el caso del monstruo de Ecatepec que honorablemente le llamaron los medios y no pensaron en las mamás estaban escuchando que un sujeto se las comía».
“No asesinan a una mujer o a una niña, asesinan a una familia completa, porque se rompe, la familia se queda destrozada”, lamenta.
“Los medios te cubren un rato la nota, el sensacionalismo pero no hay un seguimiento a qué siguió con la historia. Muchos medios creen que porque ya lo detuvieron ya va haber sentencia y pues no, es un camino bien largo, por ejemplo lo de Lupita, cuando entregamos el 19 de diciembre la investigación a la Fiscalía con el nombre de la niña, con la familia y con los presuntos asesinos es cuando empieza el siguiente infierno que son las audiencias”.
¿Se está avanzando?
“Creo que están tratando de hacerlo, creo que hay un interés, yo con la Fiscalía que más trabajo que es con la del Estado de México coadyuvando en detenciones, en aportar pruebas o información, están tratando de que esto siga aumentando y sí les va a costar muchísimo pero también tengo que ser enfática y siempre lo menciono: no solamente es responsabilidad de las autoridades, la sociedad tiene que ser partícipe, activa. Estamos muy acostumbrados al enojo».
Recuerda que ella empezó escribiendo historias, que su labor no era hacer investigación ni coadyuvar con las autoridades y ahora está involucrada hasta altos niveles. Por eso llama a que desde la trinchera de cada persona “comenzar a cambiar las cosas, ¿cómo?, en nuestro entorno, en nuestra colonia, en nuestro municipio, en nuestra delegación, nuestro estado y entender que México somos todos”.
El machismo está asesinando mujeres
“Esta es una lucha contra un sistema patriarcal sí, pero no contra un individuo o un grupo de individuos, es contra un tema de machismo, ¿qué tenemos que hacer? educar también a los hombres, en este tema de igualdad, nunca vamos a poder ser anatómicamente igual, pero sí podemos ser educados de diferente manera.
“Los adultos tienen que reaprender a entender que una mujer no es suya, que ningún ser humano les pertenece, que si un día decimos irnos es porque ya no podemos estar y que no por eso pueden asesinarnos, porque muchas de las mujeres que son asesinadas y las jóvenes con parejas o novios violentos son asesinadas justo cuando los dejan”.
Ella cree que los valores dejaron de existir desde hace mucho tiempo desde que las familias se educaban para que las niñas y mujeres realizaran labores consideradas para su género.
“Hemos perdido a muchísimas mujeres, nos han sido arrebatadas muchas niñas y si no la paramos, la saña va a seguir y las edades van a ser cada vez más pequeñitas. Juárez nos empezó a gritar ya hace más de 20 años y no escuchamos y esto se descompuso”, expone.
¿Qué hacer?
“Dejamos de educar, dejamos de mandar límites claros y jerarquías a las generaciones nuevas, estamos creando unas sociedades anarquistas completamente que no tienen reglas, que no tienen límites.
“Es evitar que pase, porque es muy cómodo apagar conciencia dándole un peso al niño en la calle o a la niña, pero no te pones a pensar que hay más atrás de esa historia de esa niña o de ese niño que está lleno de mocos y que está todo mugroso y que como ves cerca de una mamá indígena y todavía dices ‘cómo se atreven estas mujeres a tener tantos hijos’, pero nunca te acercas realmente a ver si no son niños explotados , o si no esa misma mujer está siendo explotada por alguna secta, por algún grupo y que podemos de verdad generar que las cosas sean diferentes…”.
Su labor le ha costado también ser blanco de amenazas a través de mensajes, pues siempre ha estado involucrada en temas de derechos humanos cubriendo temas como pederastia en colegios privados en Oaxaca, con los indígenas o mujeres de la región triqui.
La reconstrucción
Cuando Frida decidió llamarse así, tuvo que reconstruirse, como muchas de las mujeres que ella acompaña.
«Justo en Oaxaca nace Frida Guerrera, y reinventé a una mujer rota. No me podía permitir y no me puedo permitir que se mantenga rota porque es el sostén».
“Más que separarlas son una, Verónica quisiera tener muchas situaciones personales cubiertas que Frida no le deja ni le va a dejar», relata la activista, a quien le encantaría vivir en la playa.
El 5 de septiembre, El blog de Frida dedicó una carta al cielo a Lupita, a Calcetitas Rojas, cuyo fragmento dice así:
“Al escuchar la sentencia ese 03 de septiembre mi cara no dejó de sonreír, de mostrarle a Pablo con todo y sus miradas intimidantes que a Daniel y a mí sí nos importaste. Que, si en vida nadie hizo por ti, ellos pagarían por tu feminicidio porque así lo condenó el juez, ellos recordarán y sufrirán en cada segundo de esos 88 años, 2777068800 veces ellos pensarán en ti, en cada lágrima, en cada grito de terror, de dolor, de tu no comprender, de no conocer el amor, quiénes eran los reyes magos, porque nunca nadie te amo, solo Lalo y su abuelita.
«Hoy princesa llegó la justicia, hoy tu sonrisa llenó aquella sala nuevamente, tu voz retumbó en todo el país, y fuera de él. No, no merecías ser asesinada. Merecías alguien que te amara, no te conocimos y jamás lo haremos, pero sé que en alguna parte tú estarás para recibirme con un cálido abrazo, que te colgarás a nuestro cuello, tal como lo hizo hoy tu hermana. Hoy cambiaste la vida de dos de tus hermanos porque contarán con becas para estudiar hasta la Universidad. Hoy mi niña, tienes que irte porque hoy se hizo justicia para ti”.
En cifras
En julio de 2018, el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) de la ONU pidió al Estado mexicano adoptar medidas urgentes para prevenir las muertes violentas, los homicidios y las desapariciones forzadas de mujeres.