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*En Tucson hay más de 800 cadáveres en calidad de desconocidos
Luis Rodríguez / Especial para Quadratín México
CIUDAD DE MÉXICO, 28 de enero (Quadratín México).- Fotos de sus esposas e hijos, dibujos de niños, escapularios, estampas de santos, carteras, pastas de dientes, tenis, pantalones de mezclilla son parte de los objetos que sirven para identificar a cientos de migrantes que han muerto en el desierto en la frontera entre Sonora y Arizona.
Un equipo de antropólogos ha tenido que recurrir a nuevas técnicas de investigación para tratar de identificar a mexicanos y centroamericanos, ante la rápida descomposición de los cuerpos expuestos a temperaturas de más de 40 grados centígrados que hacen difícil la labor de encontrar muestras de ADN, huesos y dentaduras.
“Caminar en este desierto es un reto hasta para quienes tiene una gran condición física. Son jornadas de caminar en un suelo arenoso, piedras, cuidarse de serpientes, con poca agua, en jornadas de 15 horas diarias, a veces durante tres, cuatro o hasta cinco días”, señaló Antonio Juárez, migrante que en dos ocasiones cruzó por esta zona que muchos conocen como el “corredor de la muerte”.
“Salimos de noche de Naco. Caminamos tres o cuatro horas seguidas y descansábamos media hora. Iban varias mujeres, entre ellas dos señoras de Guadalajara con un niño como de cinco años, que tenía un brazo fracturado. Otra señora más que era la más animada nos decía: todos vamos a llegar a Estados Unidos, ánimo muchachos. La señora se lastimó un pie, ya no podía caminar y nos turnamos los hombres a cargarla”, comentó
“Uno de los coyotes le advirtió que si no caminaba se iba a quedar, porque él prefería perder a una persona en el desierto, que a todo el grupo. Otro de los coyotes, menos gacho, sacó de su maleta una pastilla “mágica”, yo creo que era droga. Se la tomó la doña y empezó a caminar, casi correr, sin dolor. Pero en el desierto encuentras osamentas, ropa, gorras, tenis, objetos personales como carteras, fotos, a veces cerca de nidos de culebras”, recordó Antonio.
Robin Reineke, parte de un equipo de antropólogos forenses en el Condado de Pima, Arizona, se encarga de identificar a estos muertos, todo ello con base en las pocas pertenencias y atributos personales, la identidad de estas personas.
En el corredor de la muerte, diariamente grupos de personas, guiados por uno o dos coyotes, viajando de noche y día, cargados con garrafones de agua, galletas y bebiendo en los abrevaderos del ganado o cualquier cosa que puedan encontrar. Es poco probable que durante su trayecto se encuentren con otras personas.
De acuerdo con cifras de este equipo de forenses, en Tucson, en Arizona, hay al menos 800 cadáveres sin identificar de inmigrantes que no lograron cruzar al otro lado. Sus cuerpos fueron descubiertos por la patrulla fronteriza estadounidense, por ciudadanos de la reserva indígena de Tohono O’odham, por ganaderos o excursionistas.
“Mi labor es comparar estos restos no identificados con las listas que tenemos de personas desaparecidas. Son datos que se obtienen de las familias de los emigrantes, de los cuales lo último que se supo era que estaban intentando el cruce”, indicó Reineke.
Comentó que recientemente llamó a la esposa de un hombre desaparecido. “Hay alguien que podría potencialmente ser su esposo” le dije. “¿Podría hacerle unas preguntas? ¿Tenía tatuajes? Usted indicó que había perdido una muela. ¿Podría decirme algo más sobre esto?”, cuestionó vía telefónica a una mujer que vivía en un poblado de Querétaro.
La especialista indicó que un día bajo el sol del desierto es suficiente para que un cadáver se vuelva irreconocible, así que las posesiones que se encuentran en los restos son increíblemente importantes para la familia.
A menudo hay una combinación interesante de objetos. La mayoría son las cosas usuales que cualquiera llevaría en un viaje: pasta de dientes, calcetines, fotografías de seres queridos, notas escritas por los miembros de la familia, dibujos y notas escritas por niños, escapularios, imágenes religiosas.
En las cartas que hemos encontrado junto con cadáveres y osamentas están dibujos, mensajes deseándoles suerte y diciéndoles que se les quiere, que deben tener mucho cuidado en el viaje, que las oraciones de la familia están con ellos, que las esperanzas de todos están puestas en ellos.
“Las fotos tienen signos de haber sido tocadas, dobladas, desdobladas una y otra vez, y guardadas cuidadosamente otra vez”, agregó.
Indicó que algunos de los artículos pueden contar historias. “Recuerdo a un hombre que tenía un pequeño colibrí muerto en su bolsillo. Sé que para muchos indígenas de América del Norte los colibríes tienen un significado sagrado: representan esperanza y amor y son un símbolo protector poderoso”.
Entre los objetos religiosos resaltan los escapularios, las imágenes de santos como San Judas Tadeo, el Sagrado Corazón de Jesús, la Virgen de Guadalupe, pero también de otro tipo de cultos como a Malverde.
“Incluso por el tipo de santo que venera es posible identificar el origen del migrante muerto. Una estampa con la virgen de Juquila es casi seguro que pertenezca a un viajante oaxaqueño, porque es venerada en ese estado mexicano.”, destacó.
El equipo de antropólogos que buscan armar el rompecabezas del fatal desenlace del “american dream” son antropólogos forenses o físicos que se especializan en piel y hueso, pero también hay quienes realizan el trabajo de antropología s cultural, enfocada en el mundo social.
Lamentó que el reforzamiento de los controles fronterizos en la línea entre México y Estados Unidos que ha derivado en la búsqueda de rutas, cada vez más peligrosas para emigrar a su país, porque todo ello ha derivado en que cientos de personas mueren cada año y sus cuerpos se están pudriendo en el desierto.
En otra parte de la frontera, en la zona de Texas, de acuerdo con la Patrulla Fronteriza, el número de migrantes indocumentados que pierde la vida en su trayecto hacia Estados Unidos registra un incremento de 130 por ciento de octubre de 2012 a la fecha.
Y es que, en los últimos tres meses del año pasado y en lo que va de mes en curso sus agentes han recuperado los restos de 50 indocumentados en el sur de Texas, un incremento de 130 por ciento en relación con el mismo periodo del ciclo fiscal 2012.
Se agrega que los principales riesgos que enfrentan los indocumentados en su trayecto hacia Estados Unidos son las violaciones, principalmente las mujeres. Según se desprende las denuncias recibidas por la corporación, las mujeres son ultrajadas por los propios ‘coyotes’ en casas de seguridad o mientras son trasladadas por solitarios parajes.
A finales de diciembre pasado, el juez Raúl Ramírez dio a conocer que los restos de 127 personas —casi el doble que el año anterior— habían sido encontrados en ranchos del condado Brooks, en los alrededores del puesto de control fronterizo de Falfurrias, que está a una hora en vehículo desde la frontera entre México y Estados Unidos.
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