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CIUDAD DE MÉXICO, 5 de noviembre de 2017.- El agrupamiento Fuerza de Tarea, perteneciente a la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México, es considerado el grupo de elite de la policía capitalina, pues este posee los entrenamientos más avanzados en diversas especialidades.
Entre las actividades que realiza Fuerza de Tarea, se encuentran la desactivación de artefactos explosivos, negociación de rehenes, penetración para asalto y captura, entre otras situaciones de alto riesgo que requieren de una acción específica.
Una de las herramientas con las que cuenta el agrupamiento, también conocidos como “Zorros”, es la Unidad K9, un grupo de perros adiestrados para diferentes prácticas que permiten complementar las acciones de este grupo de elite.
La Unidad K9 cuenta con 22 canes adiestrados en cuatro especialidades operativas, mismos que de acuerdo con Daniel Álvarez Amaro, Sub oficial entrenador canino Fuerza de Tarea, viven una vida plena en este lugar.
Entre los entrenamientos específicos que tienen estos animales se encuentran búsqueda y rescate de personas extraviadas o atrapadas en siniestros y cadáveres, penetración asalto y captura, detección de artefactos explosivos, detección de narcóticos.
Ubicado en la zona de Tláhuac, el centro de operaciones de este agrupamiento, conocido como Base Piraña, alberga entre otras cosas, a esta jauría de canes; en este sitio son entrenados y cuidados hasta su muerte natural.
“Tenemos diferentes razas, incluso uno o dos criollos, lo que interesa es que sean aptos para el trabajo, que tengan una buena operatividad; tienen que ser muy sociables, hiperactivos, incansables”.
La explosión en el hospital materno infantil, en Cuajimalpa, fue una de las operaciones que más trabajo les costó, señaló que las características geográficas para llegar y las características del lugar, constituyeron una situación riesgosa para los animales.
“Nuestros perros trabajaron de manera continua casi 8 horas, además de que, como es nuestra característica, fuimos el primer binomio canino que llegó al lugar; estar en la vía pública nos deja llegar rápido a las emergencias”, señaló Álvarez Amaro.
Idealmente, continuó, la vida operativa de estos animales, puede ir de los 8 a los 12 años, sin embargo, depende mucho de las características del perro; contamos con un plan de retiro para ellos que les permite vivir una vida digna hasta el último día de sus vidas.
Apoyamos en el sismo
“Desde el primer día de la contingencia, participamos activamente en las labores, de hecho tardamos apenas unos minutos en llegar al Colegio Enrique Rébsamen, y nosotros llevamos el primer binomio canino que trabajó en el lugar”.
El suboficial, señaló que la tarea de sus compañeros caninos no consistía en realizar los rescates, únicamente en señalar los posibles puntos donde podrían existir personas atrapadas, por lo que su trabajo les permitió apoyar en muchos lugares devastados.
No somos verdugos
Pese a que las opiniones de la sociedad se encuentran divididas sobre si el trabajo del perro es abuso animal o indispensable para salvar vidas, el suboficial amaro señaló que esta división no es nueva.
“El trabajo del perro se da por la necesidad de no arriesgar a una persona aprovechando los instintos y capacidades y cualidades físicas del perro por sobre los humanos”.
El perro está estructuralmente hecho para superar obstáculos y luchar con otros animales mucho más grande que ellos “las fuerzas policiales usamos a los perros porque sabemos que es más fuerte y ágil que nosotros”.
En la vida natural del perro, este durante el entrenamiento está cazando, “mi perro es mucho más feliz que un perro que viva en un departamento, pues aquí vive en una jauría y compite a diario, no está encerrado horas en un solo lugar.