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Los gatos se perfilan como un modelo excepcional para estudiar la demencia humana, principalmente el Alzheimer, debido a una combinación única de factores. En primer lugar, desarrollan una patología específica llamada Síndrome de Disfunción Cognitiva Felina (SDCF), cuyos síntomas clínicos son notablemente similares a los de la demencia en personas: desorientación, cambios drásticos en la interacción social (desde apatía hasta dependencia excesiva), alteraciones del ciclo sueño-vigilia (deambulación nocturna), pérdida de hábitos de aseo y eliminación inadecuada fuera del arenero.
Esta similitud conductual es solo el reflejo visible de cambios cerebrales profundos. Estudios post mortem revelan que los cerebros de gatos ancianos afectados por SDCF presentan alteraciones patológicas muy parecidas a las del Alzheimer humano, destacando sobre todo la acumulación de proteína beta-amiloide formando placas, y en menor medida, ovillos neurofibrilares de proteína tau, que son las marcas distintivas de la enfermedad en humanos.
Además, a diferencia de los roedores de laboratorio tradicionales, los gatos domésticos comparten nuestro entorno cotidiano.
Están expuestos a factores ambientales similares a los nuestros, como dietas procesadas, contaminantes, toxinas domésticas potenciales y patrones de actividad e inactividad, lo que hace que su proceso de envejecimiento cerebral sea mucho más comparable al humano.
Finalmente, su esperanza de vida, que frecuentemente supera los 15 años, es lo suficientemente larga como para permitir el estudio del envejecimiento cerebral natural y el desarrollo progresivo de la disfunción cognitiva a lo largo del tiempo, algo imposible en modelos con vidas más cortas.
En resumen, los gatos no solo muestran conductas de demencia, sino que sus cerebros desarrollan patologías idénticas en un contexto ambiental compartido y durante un periodo de vida adecuado para su investigación longitudinal.
Esta convergencia los convierte en un "espejo biológico" invaluable para comprender la demencia humana y probar posibles intervenciones terapéuticas o preventivas que podrían beneficiar tanto a las personas como a nuestros compañeros felinos.