Las semejanzas
“Fondo, fondo, fondo…”
Cómo quisiera haber dedicado mi columna de esta semana al primer gol del “Chaquito” Giménez en el calcio italiano, a las 110 mil toneladas de aguacate que enviaron los productores mexicanos a la Unión Americana, tan sólo para cubrir la demanda de guacamole durante el Superbowl LIX, o a que nuestro país fue donde mayor asistencia hubo a las salas de cine para ver la obra maestra que es la película animada “Flow”… Pero no, lamentablemente no. Porque hay un tema que, por su importancia y por cómo nos afecta en la vida diaria a todos y cada uno de los que habitamos en este México, lindo y querido, no puede pasar desapercibido. Me refiero a la corrupción.
Si bien no hemos tocado fondo todavía vamos que volamos y los discursos de acabar con este flagelo, que tanto han repetido hasta el cansancio en la 4T de “no somos iguales” y “vamos a acabar con la corrupción barriendo las escaleras de arriba hacia abajo”, ya están más que desdibujados, obsoletos, son una burla ante la realidad que, una vez más, golpea con todo al actual gobierno.
Transparencia Internacional presentó su estudio bianual de percepción de corrupción, un índice global en el que salimos peor evaluados que nunca en la historia de México, así es, como nunca en los 30 años que lleva haciéndose esta medición, porque estamos ubicados con sólo 26 puntos, de 100 posibles de calificación, en la posición 140 de 180 evaluados, sitio que compartimos, ni más ni menos, que con Irak, Uganda y Nigeria.
Para tener una comparativa al respecto, basta señalar que en el 2018, que llegó Morena al poder con Andrés Manuel López Obrador, en esta misma medición, México estaba en la deshonrosa posición 138, la peor, hasta ese momento, para nuestra nación, siendo el principal argumento para que votáramos por un cambio de gobierno, porque no faltó quienes dijeran “no podemos estar peor que con el PRI”… Y pues sí, si se podía estar peor.
De esta manera, México ha sufrido el peor descenso del continente en la lucha contra la corrupción, ya que ha caído cinco puntos en solo dos años y antes de que vuelvan a decir en el gobierno de que “estamos mejor que nunca”, “tenemos otros datos” y “ningún gobierno había estado mejor evaluado que el actual”, les recuerdo que en esta medición lo que se toma en cuenta es la percepción ciudadana, porque no es como que cada vez que algún funcionario pide una “mordida” para agilizar un trámite, o le da para sus “aguas” a un policía para que lo deje ir, pueda pedir recibo o factura, por lo tanto el delito (eso sí, ya tipificado como delito) de la corrupción pasa a ser parte de las cifras negras, sin comprobación pero que afectan a, por lo menos, seis de cada diez mexicanos.
No es por ponérselos como reto a nuestros actuales gobernantes, pero sólo para consignarlo, para poder tocar fondo en materia de corrupción, todavía tenemos que superar a Sudán del Sur, Somalia y Venezuela; las naciones más corruptas, según Transparencia Internacional, aunque la verdad preferiría que alcanzáramos mejor a países como Dinamarca, Finlandia o Singapur, que ocupan el pódium de la lista.
De los primeros evaluados mejor ni hablamos porque siempre han estado en la punta de esta medición, pero el caso de Singapur es muy interesante porque para acabar con la corrupción en el país asiático, que llegó a estar igual o peor que México en este rubro, Singapur se apoyó en dos leyes clave para combatir la corrupción: la Ley de Prevención de la Corrupción y la Ley de Confiscación de Beneficios contra la Corrupción, el Tráfico de Drogas y Otros Delitos Graves, las cuales tienen un amplio alcance y se aplican a las personas que otorgan o reciben sobornos, tanto en el sector público como en el privado.
La mala noticia para nosotros es que, al ceder el manejo del Poder Judicial al partido en el poder, que es de donde justamente emana la corrupción, el aplicar leyes de este tipo para combatir este grave flagelo es ahora solamente un sueño guajiro.