Netflix transporta a Macondo con tráiler de Cien años de soledad
CIUDAD DE MÉXICO, 13 de diciembre de 2021.- Los jóvenes en México, y en casi todo el mundo, han tenido que lidiar no solo con todos los cambios y contrastes que el ser humano experimenta durante la adolescencia, además han llevado a cuestas, por casi dos años, el encierro y las restricciones derivadas por pandemia de Covid 19.
Limitados por las disposiciones sanitarias, los jóvenes han vivido los cambios psicológicos, sociales, sexuales y biológicos característicos de una edad en donde la desconfianza a los adultos y las instituciones, así como la angustia o la ansiedad son situaciones cotidianas.
Es este contexto en el cual el filósofo David Pastor Vico presenta Ética para desconfiados, su más reciente libro, donde expone de manera audaz la importancia de esta rama de la filosofía que aborda la moral y el comportamiento humano.
En entrevista, el también profesor de Asesoría y Tutoría Pedagógica en la Dirección General del Deporte Universitario en la UNAM refiere que esta época de ansiedad y angustia en el mundo, marcada por la pandemia, no es un hecho inédito en los 200 mil años de historia de la humanidad.
“La angustia siempre es igual, aunque las coyunturas contextuales sean diferentes, pero nuestra forma de sufrir siempre es la misma, y ya hubo gente hace más de dos mil 500 años que aportó soluciones.
“Los libros de filosofía suelen ser libros de preguntas, pero en el caso de Ética para desconfiados, es un texto de preguntas y respuestas. Porque me parece injusto invitar a un joven a leer un libro filosófico y generarle más angustia e incertidumbre que respuestas, cuando la ética es la rama de la filosofía que es práctica y que tiene una utilidad inmediata en la sociedad”, recalca el también autor de Filosofía para desconfiados.
En su labor como profesor y escritor, Vico, como popularmente es conocido entre una legión de jóvenes y adultos lectores, se presenta como incitador de vasta memoria que le lleva a recordar cómo era él en su infancia y juventud frente a las sensaciones que lo acechaban, como las de un día querer comerse al mundo con el entusiasmo de alguien que puede abrir las aguas del mar y justo horas después no tener ánimos para salir de la cama.
“Siendo un libro de ética, los lectores se van a sorprender porque no es un libro en donde se hable del bien o del mal, porque eso es dogmatizar o intentar hacer pasar el camello por el ojo de la aguja, lo que intento es desarrollar entre los jóvenes esas herramientas del pensamiento crítico que establecen qué es lo bueno para su vida y qué es lo malo”, sostiene.
“Muchas veces la filosofía teoriza sobre seres humanos hipotéticos, en este caso no, hay que hablar de nuestras miserias y ver qué es realmente lo mejor. Y en nuestro caso es algo muy viejo, que se reduce a una recomendación: no estar solos.
“Creo que el gran mensaje de Ética para desconfiados es pedirles a los jóvenes y recordarles que lo que nos hace humanos es el resto de los seres humanos, y que no por solo nacer somos humanos. Somos humanos por compartir el mundo con otros humanos, y más en un momento como este es más necesario que nunca recordar eso.
-Lo primero que notamos como inédito, es la falta de confianza interpersonal, esa condición es la gran sorpresa del siglo 21, el siglo pasado acabó con una bajada en casi todos los países del factor confianza, pero ahora mismo se ha roto y esto está íntimamente relacionado con la violencia que vivimos en Latinoamérica.
Cuando hay altos índices de confianza a nivel interpersonal, la gente ocupa los lugares públicos como las calles y las plazas, desplazando a los malos. En el momento en que nos retiramos porque desconfiamos de los demás, en ese instante los oportunistas se hacen de esos espacios.
Hay estadísticas que dicen que México en el año de 1996 el nivel de confianza de la población en general era de 35 a 37 por ciento, los mismo números que ahora tienen España y Portugal, sin embargo, hoy estamos en el 18 por ciento, pero la bajada no vino por auge de la violencia durante el sexenio de Felipe Calderón en el 2006, sino que se presentó antes, logrando que se diera un panorama perfecto, porque los mexicanos nos habíamos replegado de las calles y abandonado los espacios públicos.
“Nos encerramos en nuestras casas, entonces fue cuando se despegó toda esta situación de violencia, la cual todavía no solucionamos y seguimos sufriendo. Porque el índice de confianza interpersonal no ha aumentado. Seguimos abandonando las calles, recluidos en nuestras casas, la pandemia lo agudizó aún más, nos vamos con grandes maratones de series en las plataformas digitales, no tenemos contacto con los demás y esto es un problema porque nos inhumaniza, porque nuestras capacidades en una isla o una celda no valen para nada, lo que posibilita el cambio es la unión.
Sin confianza no hay responsabilidad
Vico considera que los adultos no se han ocupado con la magnitud que amerita el caso de dotar a los jóvenes de las herramientas sociales y morales para resolver los problemas que les hemos heredado, lo que equivale a que intenten solucionar los grandes problemas sociales empleando las mismas herramientas que los han provocado como la desconfianza, la competencia contra el otro o el individualismo.
“Los grandes problemas del siglo 21 son fundamentalmente éticos, esto es algo que la gente no entiende.
El cambio climático no es un problema político, económico o científico, sino que se trata de un conflicto ético. Y lo es por una razón muy sencilla, porque involucra uno de los factores de la ética que es la voluntad y la responsabilidad, que son aspectos de la moral y de nosotros como animales políticos.
Si no revertimos el cambio climático, es porque no hay voluntad. Hay quienes dicen que son los dirigentes, lo cual es mentira si consideramos que estos no son más que un reflejo de la sociedad.
Si nos molesta el mandatario que tenemos la culpa es nuestra, si es corrupto es porque nosotros también lo somos, esto es algo que nadie quiere ver porque a todo mundo le molesta. Pero esto lo decía Tácito hace dos mil años: cuidado con las sociedades con un exceso de leyes, porque este excedente es porque el mandatario como el Pueblo son corruptos. Sin embargo, la gente dice que no y piensa que el pueblo es bueno.
¿O sea que de un pueblo bueno sale un político corrupto? Pongo el ejemplo al revés ¿podría salir un político bueno de un pueblo corrupto? No verdad, entonces aquí tenemos la solución al problema: si un político es corrupto es porque el pueblo también lo es.
La responsabilidad es hacer lo que los demás esperan que tú hagas, pero no existe responsabilidad sin confianza, porque los políticos aluden a la responsabilidad individual, lo cual es un concepto que no existe, porque no hay posibilidad de ser responsable sin el otro.
La corresponsabilidad solo existe cuando hay confianza interpersonal basada en que el otro hará lo que tú esperas que haga, ese es el juego del libro Ética para desconfiados, porque no podemos esperar acciones éticas de una población desconfiada, porque nadie en esas circunstancias asume su responsabilidad.