Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Fuentes bien informadas le han comentado a este espacio que el nombre del nuevo rector, o rectora, de la UNAM se dará a conocer, muy probablemente, antes del próximo viernes.
Esta decisión de importancia fundamental se ha visto enrarecida por la errática decisión del rector Enrique Graue de ordenar la revisión simultánea de las tesis de Xóchitl Gálvez y ¡Claudia Sheinbaum¡, cuando la segura candidata presidencial de MORENA,¡JAMÁS PIDIÓ LA REVISIÓN MENCIONADA, simplemente porque no existía motivo para ello.
Ayer estalló otro paro en la preparatoria 5 de la UNAM, sumando con ello a más de 120 mil alumnos en paro actualmente.
La historia reciente de las sucesiones universitarias indica que cuando hay un claro favorito para ocupar la Rectoría, el mismo día que se instala la sesión de discusión de la Junta de Gobierno, se manifiestan los votos necesarios, hay humo blanco y se anuncia el nombre del nuevo rector.
En la liturgia universitaria no hay lugar ni tiempo para fintas ni para el envío de señales crípticas. Se reúnen los votos y las decisiones se hacen públicas.
Así, el retraso en el anuncio del nuevo rector obliga a inferir que, de la misma forma que ocurrió hace ocho años, esta vez el favorito para suceder a Graue no reunió los 10 votos necesarios para integrar la mayoría calificada y eso ha hecho inevitables nuevas rondas de votación.
La misma historia de las sucesiones indica que cuando el favorito no resulta electo en la primera votación, pierde su condición de puntero en la carrera y hasta desaparece del panorama, pues en las rondas sucesivas inevitablemente van disminuyendo los votos a su favor.
Hace apenas ocho año, Sergio Alcocer, quien se asumía como el sucesor de José Narro porque tenía la bendición de Enrique Peña, logró ocho votos en la primera ronda, pero como no eran suficientes para convertirlo en rector, en las rondas sucesivas sólo fue perdiendo gas hasta quedar con un solo voto en la quinta, de la que emergió Graue como el tercer médico rector en fila.
Así, a pesar del juego de las cargadas al que de última hora se sumó todo el equipo de Néstor Martínez en Comunicación Social de la UNAM, que repentinamente abjuró de su falsa vocación feminista, la decisión sobre la Rectoría está entrampada porque los votos están divididos, difícilmente se puede hablar ya de favoritos y, según parece, el asunto se puede llevar todavía más días.
El rector está abrumado por una problemática que en gran medida él mismo ha creado.
La historia de las sucesiones en la rectoría enseña que tiene reglas no escritas.