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CIUDAD DE MÉXICO, 3 de junio (Quadratín México).- En San Juan de Ulúa, Veracruz, se hizo un importante hallazgo de casi siete mil restos de huesos de animales que revelarían las porciones que comían los militares del siglo XVIII, dependiendo de su jerarquía, informaron arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Las excavaciones realizadas dentro el marco del proyecto “San Juan de Ulúa”, a cargo de la antropóloga Judith Hernández Aranda, arrojaron como resultado huesos de vaca y cordero, con cortes estandarizados, informó a través de un comunicado el (INAH).
Hernández Aranda explicó que de acuerdo con los comparativos basados en otros hallazgos arqueológicos e información sobre el tema, se concluyó que un militar, un ingeniero o un médico comían 300 gramos de carne, mientras que un soldado comía sólo 60 gramos.
Además de la carne, expuso, se cree que estos alimentos se complementaban con sopa de haba, arroz, garbanzo, todo acompañado de pan que se repartía, según su rango, de 224 hasta 700 gramos proporcionados para todo el día.
La antropóloga informó que para un asedio de seis meses, los ingenieros hacían estimaciones para mantener abastecida la guarnición militar; en la dieta de los altos mandos se incluían chorizos, vino, aguardiente y jamones.
Sobre el abasto de agua, dijo que contaban con cisternas donde recolectaban el agua de la lluvia, a la que sometían a métodos que garantizaban su limpieza, pues de ello dependía la salud de la población en el fuerte.
Respecto a la fortaleza, Hernández recordó que “durante el siglo XVI sólo había 150 esclavos y 10 españoles, y ya para finales del siglo XVIII la cantidad de hombres sumaban alrededor de mil 500″.
En la investigación también se encontraron detalles respecto a la alimentación de los forzados, quienes eran conocidos así por ser prisioneros obligados a trabajar en la fortificación.
Sobre la alimentación y vestimenta de un forzado, señaló que tenía derecho en el desayuno y la cena a una galleta de dos onzas (56 gramos), arroz, garbanzo y a veces carne; mientras que podía usar dos uniformes al año (pantalón y camisa), una correa y un sombrero.
Debido a los problemas de la fortificación por la cimentación de su construcción a la orilla de un arrecife, la arqueóloga destacó que seguirá trabajando con la finalidad de ver cómo se ha transformado la parte arquitectónica del lugar.
Finalmente, la arqueóloga informó que la investigación de la alimentación formará parte de un libro que abordará también los más de 350 años de construcción del Fuerte de San Juan de Ulúa, el cual espera esté listo para mediados del año próximo.
Cabe recordar que el baluarte veracruzano comenzó su primera etapa de construcción entre 1535 y 1542 por órdenes del virrey Antonio de Mendoza, para proteger a las embarcaciones del ataque de piratas.
Además de fortaleza, fue sede del Poder Ejecutivo Federal en 1915, con Venustiano Carranza, y cárcel en la que fueron prisioneros Benito Juárez, Fray Servando Teresa de Mier y Francisco Xavier Clavijero.
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