HISTORIAS COMUNES: Una historia muy común

22 de noviembre de 2012
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10:28
Marypaz Monroy Villamares

Javier no alcanza a sacar el dinero, un fuerte empujón por la espalda, lo devuelve nuevamente hacia adentro del taxi. De bruces cae en el asiento. La confusión reina dentro del carro. El golpe en la nariz al estrellarse contra el asiento, lo aturde. Las lágrimas fluyen al restregarse sus ojos con la manta rasposa, con la que el chofer cubre los asientos. Por el impacto, un ardor se apodera de sus fosas nasales que también comienzan a fluir de forma abundante.

Bien a bien no atina a entender lo que está sucediendo.

El enérgico jalón de cabellos que el hombre le da con su enorme mano musculosa, lo acomoda en el asiento cual vil títere, y luego la retahíla de insultos y órdenes, lo sacan de su confusión.

–A ver tú, arráncate y no pares hasta que te diga…– le ordenan al taxista.

–¡Y tu hijo de tu puta madre!, cierra los ojos y no te atrevas abrirlos o aquí te quedas frío. Dame la cartera, la tarjeta y tu NIP…que no abras los pinches ojos, hijo de la chingada…

Con los ojos cerrados y a tientas trata de buscar en su cartera negra de piel. El tipo que va en el lugar de adelante no le da tiempo, de un puñetazo se la arrebata. Después, lleno de furia le propina en la cara, otro golpe seco con la palma de la mano, que hace que rebote la cabeza de Javier en el respaldo del asiento.

Hasta entonces, Javier se percata que son dos los tipos que lo tienen en jaque mate.

Apenas se repone de los primeros golpes, cuando de nuevo es atacado y amenazado por el hombre que va junto a él.

–¡Que cierres los ojos hijo de la chingada! con que haciéndote el machito no…

Y otra vez, su cara, tórax y costados reciben la lluvia de puñetazos.

–Qué más quieren, ya les di lo que traigo, déjenme bajar—se atreve Javier a pedirles.

–No te vamos a dejar ir hasta que comprobemos que si es el NIP. Cuánto tienes, en dónde vives, en dónde trabajas, cómo te llamas, dame tu dirección…ahorita mi cuate va al cajero, nomas que no sea el NIP, porque te reventamos a ti y a tu familia…!te matamos hijo de la puta madre…!

El carro se detiene. Encañonado, Javier que se mantiene con los ojos cerrados, adolorido y con el corazón a mil por hora, escucha la voz de otro individuo. El que va en el asiento del copiloto, le repite el Número de Identificación Personal que a punta de pistola le obligaron a revelar.

–Aquí está la tarjeta, en cuanto saques toda la lana, nos llamas por el celular para saber que este hijo de la chingada no nos vio la cara de pendejos…

–¡Que no abras los ojos!, o te dejo ir el pica hielo…–le repite el que viaja con él en la parte de atrás del coche, y que lo amaga con el arma blanca.

Javier se queda quieto y aprieta los ojos al sentir la punta del arma en la pierna derecha.

El taxi vuelve arrancar. El conductor obedece las indicaciones: “aquí date la vuelta, dos calles más adelante das a la izquierda…”.

En tanto, Javier temiendo por su vida y la de su familia, se somete a las órdenes del que supone es el jefe de la banda.

–¡Bájate los pantalones, desnúdate!

Y mientras el auto transita por las calles de la ciudad, con destino incierto, Javier es revisado por el que va junto a él.

–Qué traes en esta pinche bolsa.

–Es pan.

–A ver dame un pedazo que tengo un chingo de hambre, ¿y tú no quieres un pedacito?, para el susto, jajajaja…

El taxi con los cuatro dentro, sigue en circulación. Con los ojos cerrados, Javier trata de imaginar por donde van. Mientras, la pistola se desliza por su sien derecha cada que da vuelta el auto o pasa por encima de un bache.

¡Por fin!, suena el celular. El jefe contesta con monosílabos. Se dirige a Javier y le pide que le dé el aparato telefónico. Le indica que lo van a soltar. Lo intimida con matar a su familia.

El auto continúa en movimiento. Adentro, el que va junto a él, se aprovecha y lo vuelve a tundir a golpes. De un puñetazo le cierra el ojo izquierdo. Le revienta los labios y la sangre comienza a fluir.

Javier protesta. Le pide que lo dejen de masacrar, pues ya les entregó todo lo que llevaba. Como respuesta, el tipo se enfurece y lo vuelve a golpear.

Ha pasado mucho tiempo, o al menos eso parece para Javier. El taxi se para en una calle oscura y solitaria. Le dan instrucciones.

–Te vamos a soltar. Caminas sin voltear. Acuérdate que sabemos tu nombre, en donde vives y en donde trabajas. Si volteas te damos un tiro…

Se abre la puerta del taxi.

De una patada por el trasero, lo bajan.

Javier sale disparado y cae al suelo.

Le avientan los pantalones, los calcetines, los zapatos, su cartera vacía y su bolsa de pan.

Los dos sujetos y el taxista lo observan.

Se acomoda los calcetines y se calza los zapatos. Se levanta y se pone los pantalones. Recoge del suelo su bolsa de pan, y se echa a caminar sin voltear…

El auto con el taxista y los dos sujetos dentro, se pierden entre las oscuras calles de la ciudad…

 

QMex/mmv

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