
Libros de ayer y hoy
El calvario de los mexicanos y López-Gatell
El Cristo de Iztapalapa, José Julio Olivares Martínez, se presentó ayer por la mañana al Santuario de la Cuevita, en esa alcaldía, para solicitar la ayuda divina, con el fin de que encamine sus pasos y tener la fuerza suficiente para concluir con bien su encomienda. Este viernes será crucificado en el Cerro de La Estrella.
Hoy, José Julio, muchacho de 27 años de edad, será vejado por una multitud enardecida que exigirá su muerte y será enjuiciado por un Poncio Pilato inclemente que lo sentenciará a morir en el Calvario, como le sucedió hace más de 2 mil años a Jesús El Nazareno.
Era el año 1687, cuando un grupo de creyentes católicos de Oaxaca, llegaron a la Ciudad de México, concretamente a Iztapalapa, con una imagen del Señor del Santo Entierro para ser restaurada. Nadie imaginaba que iba a ser su principal arma en contra de una epidemia.
Los oaxaqueños decidieron hacer un descanso en los alrededores del Cerro de la Estrella y se quedaron a dormir en una de tantas cuevas que existía en la zona. La leyenda cuenta que cuando los peregrinos quisieron reanudar la marcha, sencillamente no pudieron cargar la imagen.
Era como si su peso se hubiera multiplicado de manera misteriosa, lo cual fue interpretado por los católicos, como una señal de que la imagen mortuoria de Jesucristo no quisiera salir ya de ese sitio.
Fue así como empezó una de las grandes devociones católicas de Iztapalapa: el Señor de la Cuevita, que mereció la construcción de un templo y la apertura de un culto, que hasta la fecha se mantiene.
En la historia oral, que sigue a pesar de los años, se relata que en septiembre de 1833 se desató una epidemia de cólera en la zona central del país. No había manera de parar la infección y en la capital la gente enfermaba y moría irremediablemente.
Como una medida desesperada, los creyentes de Iztapalapa tomaron una acción extrema. Decidieron sacar la imagen del Señor de la Cuevita para pasearla por las calles, clamar la compasión a Dios y que terminara aquella terrible peste. Un mes después, en octubre, cesaron los casos de cólera.
El mal se fue así como había llegado, sin que nadie supiera cómo. El Señor de la Cuevita se consolidó como una imagen de veneración para los habitantes de esa zona del país.
Una década después, en 1843, los iztapalapenses celebraron la terminación de la peste 10 años atrás, con una representación de la pasión de Jesucristo, primero con imágenes y luego con actores. Nació así la que es una de las representaciones más famosas de México y el mundo durante la Semana Santa.
Si el señor de la Cuevita pudo frenar la epidemia de cólera, nadie sabe por qué los guardianes de la fe en Iztapalapa no sacaron la imagen para obtener nuevamente una respuesta divina que parara el Coronavirus, una epidemia más grave que la sufrida hace casi 200 años.
Para muchos, el Señor de la Cuevita debió haber recorrido las calles de Iztapalapa para parar en seco los casos de Coronavirus. ¿Cómo diantres no lo hicieron? se preguntan, sin recibir una clara respuesta, porque si pudo frenar el cólera, seguro pudo hacer algo por detener el Coronavirus.
El Señor de la Cuevita, seguramente hubiera tenido más éxito que el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, quien engañó a todos, tratando de hacer creer que el impacto de la Covid-19 no tuvo efectos negativos entre la población.
Por más que trató de ocultar la triste realidad que enlutó los hogares de muchos mexicanos, López-Gatell no pudo cubrir que el mal manejo de la pandemia provocó la muerte de 800 mil mexicanos.
En este gobierno de la 4 T, que ahora en su segundo piso encabeza la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, continuará la impunidad del bien bautizado “Doctor Muerte”.
Los errores de López-Gatell se fueron sumando todos los días, desde minimizar los efectos de la pandemia, al inicio de esta, hasta avalar la postura de López Obrador, en el sentido de que los mexicanos podían mantener su vida normal, sin ningún problema.
Respecto a las giras que hacía el tabasqueño, en medio de la pandemia, se atrevió a decir “que él no es fuerza de contagio, sino moral”, como si se tratara de un super hombre, situación que la realidad se encargó de desmentir, cuando el político enfermó varias veces de Covid.
Algunos de los errores que se le atribuyeron a López-Gatell, fueron: Retraso en la implementación de medidas preventivas. Desestimación del uso de cubrebocas. Falta de pruebas diagnósticas masivas, Ocultamiento de cifras y datos y Promoción de la Estrategia de inmunidad de rebaño, lo que algunos expertos consideraron una estrategia riesgosa y potencialmente catastrófica.
López-Gatell reapareció a inicios de este mes haciendo comedia en el canal de televisión de una institución educativa pública ‘jugando’ a reanimar a una persona, lo que generó una ola de críticas, de acuerdo a una versión publicada por el diario Milenio.
En el video, López Gatell aparece bromeando sobre cómo intenta reanimar a una persona que juega a simular que se desvanece sobre una mesa. ¡Sálvelo doctor, sálvelo!”, le dice una conductora, mientras López-Gatell se ríe con movimientos exagerados simulando que reanima a esa persona.
Es la primera vez que López-Gatell reaparece después de su fracaso para ser candidato de Morena a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y quedarse como asesor del gobierno federal en los últimos meses del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, sin que el nuevo gobierno le diera un espacio.
Durante el programa, López-Gatell insistió en defender la estrategia que encabezó a pesar de los 800 mil muertos que se registraron en México, y revivió las críticas a su labor lanzándose contra los medios.
Insistió en que su trabajo fue exitoso, al pesar del gran número de mexicanos que fallecieron a causa de la pandemia y mencionó que “los medios corporativos” fueron quienes criticaron su “exitoso trabajo”.
Ya pasaron cinco años del inicio de la pandemia. La memoria de los mexicanos parece que olvidó ya los momentos de angustia provocados por el Coronavirus. Ahora con la reaparición pública de López-Gatell, se ven intentos de lavar su imagen y, quizá, de rehabilitarlo como funcionario. Sería un grave error.
A pesar del tiempo transcurrido. Si en realidad existe justicia en México, como pretende la doctora Sheinbaum, deberá llegar el día en que se abra proceso en contra de Hugo López-Gatell. Eso claman los cientos de miles de hogares enlutados por su negligencia.