Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Gatell vacaciona; los médicos mueren
Este jueves, en la antesala de la Casa Rosada, sede del gobierno de Argentina, el doctor Hugo López Gatell fue notificado de que en pocos minutos empezaría la reunión con el presidente de ese país, Alberto Fernández y, por lo tanto, por el protocolo sanitario exigido, debía colocarse cubrebocas.
Y López Gatell hizo lo que no ha hecho en México, colocarse un cubrebocas, lo que evitó a principios de año, cuando se fue de vacaciones a las playas de Oaxaca, ni siquiera porque él mismo ha pedido repetidamente que la gente permanezca en sus hogares.
Cumplió el protocolo en otro país, pero no lo promueve ni lo respeta en su casa, mientras crece la exigencia de que renuncie a su cargo como subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud y aumenta el número de fallecidos por la Covid-19, que incluye a médicos contagiados, al atender casos de la enfermedad.
El pasante de medicina, Jorge Alejandro López, de 23 años de edad, no debió haber muerto por Covid-19 este 4 de enero. Al muchacho no lo mató sólo la terrible enfermedad, que ya se llevó a más de 131 mil mexicanos, según las cifras oficiales, a él también lo mató la negligencia de las autoridades sanitarias.
En las redes abundan los videos de médicos, en los que claman pidiendo a los mexicanos, algunos llorando, que permanezcan en sus casas, porque la situación en los hospitales es desesperante, especialmente en los situados en la capital del país y en el Estado de México, en donde la ocupación de camas es de más de 80 por ciento.
Ajeno a ello, López Gatell tomó vacaciones en el Pacífico que baña las costas oaxaqueñas, se le vio despreocupado, sonriente, merecedor de ese descanso, platicando con su novia en un restaurante frente al mar, apurando una bebida con medio cuerpo dentro de una alberca, contento, desmemoriado de las muertes de los mexicanos y de las quejas de los médicos y enfermeras por la falta de implementos de seguridad para enfrentar la pandemia.
El presidente Andrés Manuel López Obrador lo ha cobijado en los últimos días, porque considera que López Gatell es merecedor de vacaciones, faltaba más. No lo despedirá y, aún más, lo elogia. Lo cubre con el manto presidencial. Los médicos del sector público que están en la primera línea de batalla no pueden tomar vacaciones, cómo hacerlo si es un momento de emergencia el que vivimos, López Gatell por supuesto que sí puede, el pertenece a otra estirpe en la burocracia. Así lo dejó en claro el Jefe del Ejecutivo.
Por eso el presidente mandó a Gatell a Argentina para que conociera lo que están haciendo en directo las autoridades de ese país en la aplicación de las vacunas anti Covid-19. Lo sacó del huracán en su contra, porque para López Obrador tampoco es importante siquiera que los mexicanos usen cubrebocas cuando salen a la calle o vayan a lugares públicos. El mandatario ve al cubrebocas como un artilugio que impide hablar a quien lo porta y no como una medida sanitaria preventiva. Así de impensable, así de grave.
Pero lejos de la vigilancia presidencial, López Gatell sí debió usar cubrebocas, ante el mandatario argentino, con quien tuvo “un día de trabajo muy productivo”, según comentó en redes sociales, en el que se analizaron los resultados de la aplicación de las vacunas rusa Sputnik V y la creada por Astra Zeneca, en la nación sudamericana.
En el momento que Gatell viajó a Argentina, en México se informó de 13 mil 734 nuevos contagios en las últimas 24 horas, 52 por ciento de ellos registrados en el Valle de México, lo que llevó a nuestro país a superar la cifra de 131 mil muertos y lo mantuvo en el deshonroso cuarto lugar de países en el mundo por fallecimientos de Coronavirus.
Mientras el médico burócrata López Gatell vacacionaba, moría el médico Jorge Alejandro Gómez, quien principiaba apenas su carrera.
Jorge Alejandro realizaba su residencia en el Hospital General de Ecatepec, Estado de México y fue instruido por sus superiores para la toma de muestra de pacientes sospechosos y reanimación de pacientes con SARS-Cov-2, pero sin el equipo mínimo indispensable, como guantes, cubrebocas y bata.
El 12 de diciembre pasado se sintió mal, pero a pesar de ello, las autoridades del nosocomio le asignaron una guardia el día 15 de ese mes, porque lo diagnosticaron “sin complicaciones”. Los días posteriores lo obligaron a ir al hospital y le advirtieron que, de no hacerlo, sería reportado. Jorge Alejandro cumplió hasta el final.
Le hicieron pruebas de Covid-19, pero los resultados simplemente no llegaron. Para el 21 de diciembre, el muchacho presentó una saturación de oxígeno de sólo 79 por ciento y decidió acudir a un médico particular, ya no se presentó a las guardias y las autoridades del hospital, encabezadas por el director, Héctor Flores, tuvieron el descaro de tomarlo como faltas.
A las cinco de la tarde, del 4 de enero, Jorge Alejandro fue llevado a ese mismo hospital de Ecatepec en condición grave, con una oxigenación de 65 por ciento. Ya no se pudo hacer nada. Falleció a las 17:40 horas de ese día. Los resultados de que efectivamente el muchacho tenía Covid-19 llegaron después de su muerte. Ahora sus jefes ya estarán convencidos, por escrito, de que el joven doctor realmente estaba enfermo.
Ante su muerte, estalló la indignación de los universitarios y la Facultad de Estudios Superiores de Iztacala de la UNAM decidió retirar a los jóvenes que realizan interinatos en el Hospital General de Ecatepec, por la sencilla y mortal razón de que no existen condiciones de seguridad para evitar contagios de Covid-19, entre los médicos residentes.
López Gatell está al frente de la estrategia para enfrentar el Coronavirus. Tomó sus vacaciones, porque se las merece, de acuerdo a su conducta y a lo señalado por el presidente López Obrador, los médicos que enfrentan la pandemia, no lo pueden hacer, tienen que seguir trabajando, aunque a veces sea a costa de su propia vida.