Corrupción neoliberal
Antes de que enfermara de Covid-19, Andrés Manuel López Obrador hizo una jugada política de tres bandas. Todo fue un plan con maña, dicen políticos de oposición. El presidente de la República estuvo de acuerdo que empresas privadas y gobernadores de estados puedan importar vacunas anti SARS Cov-2, porque sabe que están agotadas en todo el mundo.
La estratagema era clara: anunciar que privados y mandatarios estatales participarán en la gran tarea de inmunización de los mexicanos, pero sin que esto en realidad pueda cumplirse en la práctica.
Fue demasiado tarde. Lo que parecía una medida de reconciliación política para que millones de mexicanos pudieran ser vacunados en menor tiempo, se perdió en pocos minutos.
Finalmente, el presidente puede presumir que él permitió a otros adquirir vacunas para enfrentar la pandemia y que estos no atendieron a ese llamado. Se acababa así la exigencia de los gobernadores para poder efectuar sus propios programas de vacunación.
Sin embargo, al menos de esta fecha y hasta diciembre de 2021, el Gobierno de la llamada Cuarta Transformación será el único en aplicar masivamente la vacuna, elemento que será vital para captar la simpatía hacia Morena, cuando los mexicanos emitan su voto el 6 de junio de este año.
El pasado día 22 de este mes, López Obrador instruyó a la Secretaría de Salud emitir decretos para que empresas y gobernadores puedan importar vacunas, porque sería “mezquino” no permitirlo, en medio de la contingencia sanitaria. Con ello, contradijo a Hugo López Gatell, subsecretario de Salud, en el sentido de que sólo el Gobierno Federal podría hacerlo.
El presidente ofreció todas las facilidades para que las vacunas ingresen al país sin problema, pero la medida chocó con la realidad. Representantes de las farmacéuticas Pfizer y AstraZeneca informaron a los gobernadores solicitantes que no podían abastecerlos cuando menos hasta diciembre o principios de 2021, porque, simplemente, la producción está agotada. Así de claro.
Los gobernadores emanados de Morena están alineados con el Gobierno Federal y respetarán los tiempos para que desde el centro se les suministren las vacunas, no así los gobernadores del PAN y los de la Alianza Federalista, quienes protestaron por la jugada realizada por el jefe del Ejecutivo. Aunque quieran, no tienen posibilidades de cumplir con el programa de vacunación que habían proyectado.
Sin embargo, surgieron serias dudas acerca de la disponibilidad de vacunas que sí tendrán alcaldes de Morena, quienes piensan proteger sanitariamente a ciudadanos, por su cuenta.
Es el caso de Víctor Hugo Romo, actual alcalde de Morena en Miguel Hidalgo, quien anunció públicamente, en sus redes sociales, que mantiene pláticas con farmacéuticas para comprar las vacunas necesarias que permitan inmunizar a los habitantes de esa zona de la Ciudad de México.
Romo gobernó la Miguel Hidalgo en 2009, como candidato del PRD y ahora como morenista, por primera vez tendrá la posibilidad de competir para estar al frente de la alcaldía por un total de seis años.
Ante la proximidad de las elecciones, en las cuales Romo aspira a reelegirse, la promesa de que vacunará a los habitantes de la alcaldía que gobierna, se convirtió en su principal arma de campaña electoral.
La pregunta que surge es ¿cómo es posible que entidades, con mayor potencial económico que una alcaldía capitalina, como pueden ser Nuevo León, Jalisco o el Estado de México, no pueden adquirir las vacunas y Romo sí dice poder lograrlo?
El sospechosismo está desatado y la única manera en que puede cumplirse ese objetivo es que el Gobierno de la República canalice parte de las vacunas para que los estados y municipios gobernados por Morena inoculen a sus habitantes, a título personal. ¿Qué mejor manera de congraciarse con los electores, que el de proporcionar vacunas exactamente en las zonas geográficas en donde votan los beneficiados con la medida?
Víctor Hugo Romo se convertirá entonces en un “termómetro” de la manera en que puede fluir la vacunación contra el SARS Cov-2 en tiempos de la pandemia y de las elecciones.
Existe la promesa del Gobierno Federal de que en el primer trimestre del año obtendrá 21.3 millones de vacunas para inmunizar a 14.1 millones de personas. No se sabe cómo cumplirá ese objetivo, cuando a la fecha de hoy la vacuna ni siquiera se ha aplicado a 700 mil personas.
Así las cosas, el Gobierno de la 4 T, está atrapado entre sus promesas no cumplidas de impulsar una vacunación masiva y la realidad de un ritmo ineficiente en su cumplimiento, mientras que los ciudadanos están en la disyuntiva de proteger su salud y los mezquinos intereses de los políticos en la temporada de elecciones. Este es un dilema que, sin duda, amenaza con seguir destruyendo miles de vidas.