Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
La mafia rumana
Javier Velázquez Flores
Abrazos y no balazos, la frase del presidente Andrés Manuel López Obrador dirigida a la delincuencia organizada, no es un señalamiento sin sentido. Es una práctica real y si no que le pregunten a Florian Tudor, alias “El Tiburón”, presunto líder de mafia rumana en nuestro país, quien goza de un tratamiento especial de Rosa Icela Rodríguez Velázquez, la funcionaria encargada, pretendidamente, de combatir a los delincuentes.
La próxima vez que usted vaya de vacaciones a Cancún, Tulum, Playa del Carmen o a otros sitios turísticos de la Riviera Maya, y tiene la necesidad de sacar dinero de un cajero automático, verifique que se trata realmente de un cajero auténtico, porque su tarjeta corre el riesgo de ser clonada.
Esta situación prevalece desde hace muchos años, pero parecía que esa impunidad se acabaría con la llegada del gobierno de la 4 T. El pasado 4 de febrero, la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, encabezada por Santiago Nieto, anunció que el gabinete de seguridad federal acordó bloquear las cuentas bancarias de 79 personas físicas y morales que clonaban tarjetas de crédito y débito en destinos turísticos.
En su cuenta de Twitter, el funcionario informó que esas personas forman parte de un grupo delictivo integrado por ciudadanos de nacionalidad rumana y mexicana, que operan en diversas zonas turísticas, en especial del Caribe.
Ese no es el primer caso en el que se ven implicadas personas de origen rumano en dicho delito, pues en marzo de 2019, el Ejército Mexicano detuvo en Cancún, Quintana Roo, a dos personas: Florian Tudor y Adrián Nicolaé Cosmín, quienes llevaban un arma de uso reservado, varios cartuchos útiles, un vehículo de lujo y 26 mil dólares en efectivo, producto de la clonación de tarjetas.
De acuerdo con un trabajo periodístico publicado en el Daily Mail en septiembre de 2015, un experto en ciberseguridad encontró que al menos 19 cajeros automáticos ubicados en la Rivera Maya estaban intervenidos con un dispositivo que transfería por Bluetooth, hacia un smarthphone, información de las tarjetas de crédito y débito que eran introducidas.
Florian Tudor es investigado en su país, Rumania, por fraude cibernético, robo de información y clonación de tarjetas bancarias. No obstante, en México es el principal accionista de la empresa de cajeros automáticos Intacash, la cual tiene unidades en Cancún, Isla Mujeres y Playa del Carmen, nada menos. En su nación lo persigue la policía, pero en México resulta que es prominente empresario.
Se esperaba que, por fin, el Gobierno Federal iba a parar la carrera de “El Tiburón”, quien, obviamente, se encuentra sumamente molesto por el congelamiento de sus cuentas bancarias.
Pero, sucedió, lo inesperado, el mismo presidente de la República, en su conferencia mañanera del 26 de febrero dio instrucciones a Rosa Icela Rodríguez Velázquez, secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, para que recibiera en audiencia al rumano, quien se quejaba de ser chantajeado por funcionarios a cambio de que no fuera perseguido.
Y así pasó, Rodríguez Velázquez sostuvo una reunión con Florian Tudor, presunto líder de la mafia rumana clonadora de tarjetas, como con “cualquier ciudadano”. La funcionaria sostuvo que recibió al presunto líder de la mafia rumana en México y se le dio garantía de audiencia con la Unidad de Inteligencia Financiera.
Aclaró que contra Tudor no existe una orden de aprehensión, por lo que escuchó sus “alegatos”. La secretaria afirmó que su caso lo lleva la Fiscalía General de la República.
Maravillosos los funcionarios de la llamada Cuarta Transformación que tenemos, sin duda, parece que no importan las denuncias presentadas por la clonación de tarjetas de crédito ¿será por qué se trata de simples ciudadanos? y no de organizaciones poderosas como la liderada indudablemente por Tudor.
De acuerdo a la investigación de la UIF, Tudor ha sido protegido desde hace muchos años por funcionarios del PRI, de Morena, del PRD y del Partido Verde, en una maraña de complicidades que permite su actividad delictiva.
Desde los sexenios de los exgobernadores priistas, Félix Arturo González Canto y Roberto Borge, se empezaron a conocer casos de clonación de tarjetas bancario de la organización del rumano. En esta red de protección trascendió que también participa René Bejarano, conocido públicamente por sus actos de corrupción en años pasados, aunque el titular de la UIF se apresuró a desmentir cualquier implicación del esposo de la legisladora morenista, Dolores Padierna.
Rosa Icela Rodríguez fue buena reportera hace algunos años, es una excelente persona, lo podemos decir quienes la conocemos por décadas, pero como funcionaria, no tiene experiencia en muchos de los ámbitos que se ha desempeñado, ligada a Andrés Manuel López Obrador y a Claudia Sheinbaum, pero lo más preocupante es que siempre agachará la cabeza sin importar que las órdenes que reciba vayan en contra no sólo de la ética, sino del respeto a la ley.
¿Con que cara puede Rosa Icela Rodríguez hablar a los ciudadanos de seguridad y protección de su vida y de su patrimonio y de cumplimiento de la ley cuando recibe con alfombra roja y caravana a una persona con los antecedentes de Tudor?
¿Eso es lo que esperaban los ciudadanos que votaron por un nuevo modelo político que, entre muchas cosas, combatiría de manera más efectiva a la delincuencia?
¿Qué se puede esperar de un Gobierno que dice respetar la aplicación de la ley, pero que se muestra amable, por decir lo menos con delincuentes del tamaño de Ovidio Guzmán?
Existen posturas totalmente contradictorias por parte de las autoridades. En tanto, la Fiscalía General de la República y la UIF de la Secretaría de Hacienda mantienen una carpeta de investigación en contra de Tudor, la dependencia a cargo de Rosa Icela simplemente lo apapacha.
¿Quién está protegiendo a Tudor y a la mafia rumana?
En materia de seguridad pública las aguas se encuentran turbias y “El Tiburón” sigue nadando tranquilamente, tirando tarascadas, sin que nadie se atreva a pescarlo.