
De frente y de perfil
Alcohol, Fiesta y Covid
La chica, de 20 años de edad, pensó, por supuesto, que no tenía nada de malo asistir a una fiesta, tomar unos tragos y disfrutar de la compañía de sus amigos, a quienes no había visto por muchos meses. Con el tiempo, la reunión en la que estuvo, resultó mortal para su familia.
La vida era normal y pocos días después de la fiesta, la muchacha decidió visitar en Dallas, Texas, a sus abuelos, a quienes amaba.
Las muestras de cariño entre los abuelos y la chica fueron las mismas de siempre. Besos, abrazos, palabras dulces, recuerdos de acontecimientos bellos. Los señores disfrutaban esa magnífica oportunidad de tener con ellos a su nieta.
A pocos días de la visita, la muchacha empezó a sentir un pequeño resfriado, que fue seguido de un malestar generalizado de cuerpo, dolor de cabeza y una fiebre elevada. Se realizó una prueba de Covid-19 dio positivo. El estado físico de la chica empeoró rápidamente y tuvo que ser hospitalizada de emergencia en el hospital Parkland, de esa ciudad texana. Debido a su gravedad, la chica tuvo que ser intubada.
Luchó por su vida varios días. Los médicos lograron salvarla y, finalmente, cuando recobró la conciencia le informaron que su abuelo había fallecido un par de días antes y su abuela luchaba por sobrevivir. Ella se había contagiado de Covid-19 en la fiesta y había infectado a sus familiares.
Otra historia ocurrió también en suelo texano. El alcohol ingerido le había dado la falsa confianza a Peter, un estadounidense de 30 años de edad, de que se podía divertir, aun cuando había recomendaciones de las autoridades para no asistir a eventos masivos.
Para él, el tema de la pandemia resultaba un tanto absurdo y hasta ridículo. Nadie le iba a decir que hacer en su vida.
Se enteró que, en un barrio de la ciudad de San Antonio, en donde vivía, se realizaría una de las llamadas “Fiestas Covid”, en las cuáles los jóvenes asistentes acuden con la intención de demostrar que el padecimiento no existe o, en el peor de los casos, infectarse a propósito y de esa manera, conseguir “inmunidad natural” respecto a la enfermedad.
Como era lógico, el joven se contagió y los médicos que lo atendieron informaron que, ya grave, antes de fallecer, el muchacho aceptó que el Coronavirus es real. “Creo que cometí un error, pensé que era un engaño, pero no lo es”, afirmó.
El muchacho, afecto al alcohol, cometió el grave error que han cometido miles de jóvenes en todo el mundo: el de pretender que el consumo de bebidas embriagantes los hace inmunes ante la Covid-19.
Tan sólo, de acuerdo con datos del Gobierno de la Ciudad de México, 60 por ciento de los contagios por Sars-Cov 2, provienen de fiestas familiares y reuniones, en donde el consumo de alcohol es un elemento importante que alienta a la gente a romper el distanciamiento social.
Se considera que el consumo de alcohol en el país ha crecido 35 por ciento, con respecto al año pasado, debido a la depresión y a las tensiones sociales, provocadas por los largos periodos de confinamiento por la pandemia.
El Instituto para la Atención y Prevención de Adicciones (IAPA), el cual depende de la Secretaría de Salud capitalina, confirma que el aislamiento suele provocar estados de ansiedad y depresión, lo cual se reflejó en el aumento en el consumo de alcohol.
La pandemia ha hecho recaer a miles de alcohólicos en recuperación, y los hospitales del país informan de un aumento espectacular de ingresos relacionados con el alcohol y enfermedades graves, como la hepatitis alcohólica y la insuficiencia hepática.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), considera al consumo de alcohol como uno de los principales factores de riesgo de discapacidad y para morir prematuramente. El alcohol es una droga que provoca dependencia y su consumo excesivo se asocia con más de 200 enfermedades y lesiones; es responsable de causar problemas y daños sociales, mentales y emocionales.
En México, el consumo de alcohol per cápita es de 4.4 litros por año; sin embargo, el patrón de consumo se caracteriza por ser excesivo, es decir, se consumen grandes cantidades en periodos cortos, principalmente los fines de semana, señala la Secretaría de Salud.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (ENCODAT) 2016, el 71% de la población ha consumido alcohol alguna vez en su vida y el 33.6% reporta un consumo excesivo en el último año. De quienes consumen alcohol, el 53.1% indicó haberlo hecho por primera vez a los 17 años o menos, el 41.3% lo hizo entre los 18 y 25 años, mientras que el 5.6%, entre los 26 y 65 años de edad.
Por otro lado, el 39.8% de los jóvenes entre 12 y 17 años ha consumido alcohol alguna vez en su vida; además, el 15.2% de los jóvenes reportan un consumo excesivo de esta sustancia. Los datos muestran que el consumo de alcohol en menores de edad ha tenido un aumento significativo.
Existen muchos problemas asociados al abuso de bebidas alcohólicas. Entre ellos, intoxicaciones, accidentes, conductas violentas, cirrosis y hepatitis, alteraciones neurológicas y del páncreas, enfermedades cardiovasculares y degenerativas, deficiencias nutricionales, trastornos mentales, alimenticios y de la conducta, prácticas sexuales y conductas de riesgo.
La OMS destaca que circula información errónea en las redes sociales y otros canales de comunicación acerca del alcohol y la COVID 19.
Lo más importante que debe recordar usted es que el consumo de bebidas alcohólicas no protege en absoluto frente a la COVID-19 ni evitará que contraiga el virus. Al contrario, el consumo excesivo de alcohol aumenta el riesgo de Síndrome de Dificultad Respiratoria Aguda (SDRA), una de las complicaciones más graves de la Covid-19.
La OMS menciona que en la pandemia se difunden diversos mitos, que deben se aclarados con la realidad, entre los que se ubican los siguientes:
Mito: El consumo de bebidas alcohólicas destruye el virus que causa la Covid-19.
Realidad: El consumo de bebidas alcohólicas no solo no destruye el virus que causa la Covid, sino que probablemente aumenta los riesgos para la salud si la persona contrae el virus. El alcohol (en una concentración de al menos 60% en volumen) actúa como desinfectante en la piel, pero carece de tal efecto dentro del organismo una vez ingerido.
Mito: Si se consumen bebidas alcohólicas de alta graduación es posible matar al virus en el aire inhalado.
Realidad: El consumo de bebidas alcohólicas no matará el virus en el aire inhalado; no se desinfectará la boca ni la garganta; ni se obtendrá tampoco protección alguna contra la Covid.
Mito: Las bebidas alcohólicas estimulan la inmunidad y la resistencia frente al virus.
Realidad: Las bebidas alcohólicas son nocivas para el sistema inmunitario y no estimulan la inmunidad ni la resistencia frente a la enfermedad.
Los trastornos por consumo de alcohol se caracterizan por un consumo excesivo de bebidas alcohólicas y la pérdida de control de la bebida. Aunque se encuentran entre los trastornos mentales más frecuentes a nivel mundial, son también algunos de los más estigmatizados.
Las personas con algún trastorno por consumo de alcohol tienen mayor riesgo de contraer la COVID-19 no solo por la repercusión del alcohol en su salud, sino también porque tienen más probabilidades de caer en la indigencia o ser encarceladas que el resto de la población.
Tenga cuidado con las afirmaciones en Internet de que el alcohol ofrece cualquier tipo de beneficio esencial que usted pueda necesitar durante el período de cuarentena o confinamiento domiciliario. Las bebidas alcohólicas no son en modo alguno un componente necesario de su alimentación y estilo de vida.
Sea consciente de que los sitios web y las publicaciones en las redes sociales que ofrecen servicios de venta en línea y entrega a domicilio de bebidas alcohólicas pueden conducir a un aumento del consumo de alcohol y pueden llegar fácilmente a los menores de edad.
Si usted no bebe, no permita que ninguna razón ni afirmación hipotética de salud le persuada de empezar a beber.
La situación actual es una oportunidad única para dejar la bebida, o al menos reducirla de modo considerable, pues las circunstancias obligan a que desaparezcan diversos factores y situaciones de presión social (fiestas, reuniones con amigos, restaurantes, discotecas, etc.). Piense que una fiesta, puede convertirse, en pocos días, en un paso al hospital y, posiblemente, al cementerio.