
Visión Financiera
El Terrorismo del Narco
Desde una cama, en donde se repone de diversas heridas que le provocaron elementos de las fuerzas armadas, el sicario Jonathan Balderas afirma con cinismo: “disparamos en contra de quien fuera pasando, porque teníamos la orden de calentar la plaza”.
Así, como si se tratara de una acción común y corriente, narra con cinismo la manera en que dispararon los matones de fracciones del Cártel del Golfo en contra de población civil de Reynosa, Tamaulipas, el pasado 19 de junio, lo que provocó la muerte de al menos 18 personas.
En un video filtrado, Balderas confirma lo que altos mandos policiacos ya sabían, pero no evitaron: la lucha encarnizada entre grupos escindidos del Cartel del Golfo.
Los Metros actualmente controlan Reynosa, pero esto no iba a ser permitido por Juan Miguel Lizardo Castro, alias “El Maestrín”, líder de los Escorpiones, con amplio poder en Río Bravo, que se unió con el grupo Los Ciclones, de Matamoros. “Él fue quien dio la orden de calentar la plaza”, sostiene Balderas.
Es el poder de la alianza narca para disputar, a un grupo rival, una plaza importante, como es Reynosa.
La palabra “terrorismo” va creciendo entre los habitantes de la ciudad tamaulipeca. No puede llamarse más que terroristas a quienes disparan en contra de personas inocentes. Así lo creen muchos reynosenses, en contra del señalamiento del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien pide que no se hable a la ligera de “terrorismo”.
Le preocupa al mandatario que la clasificación de “terrorismo” de esta masacre, motive a otros países a emprender acciones intervencionistas en nuestro país. A los habitantes de Reynosa les preocupa su seguridad, a López Obrador, la apariencia de México ante el exterior.
Para el fiscal general de Justicia de Tamaulipas, Irving Barrios, la intención de los matones fue clara: causa el terror entre la población y a eso se le llama terrorismo, por más que el presidente de la República lo niegue.
Todos sabían de la disputa entre los grupos delincuenciales, pero ni el Gobierno Federal, ni el estatal, que encabeza el gobernador panista, Francisco García Cabeza de Vaca, fueron capaces de prevenir la matanza.
“El Maestrín” se había convertido, desde hace tres años, en un objetivo importante para las autoridades federales y tamaulipecas, debido a su alta peligrosidad, pero no hicieron nada para aprehenderlo.
Ese sábado negro para Reynosa, los sicarios del capo mataron a quien se les atravesó en el camino. Gente del pueblo, personas sin relación alguna con la delincuencia. Albañiles, amas de casa, profesionales de la salud, maestros, simples ciudadanos, cuyos cuerpos sin vida quedaron tirados en las calles, sin que llegara autoridad alguna a enfrentar a los asesinos.
En las colonias Unidad Obrera, Bienestar y Lampacitos, los sicarios llegaron hasta donde quisieron. Asesinaron a personas adentro de sus autos y después robaron las unidades. Dispararon con armas de alto poder y nadie los detuvo.
La Fiscalía General de la República atrajo el caso y la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana ya habla de cinco detenidos, como presuntos participantes en la matanza.
Sin embargo, no hay certeza de nada. Ni siquiera se sabe si con esas detenciones se cortaron los tentáculos de los tres grupos criminales que tienen en esa ciudad tamaulipeca su arena de disputas.
Los habitantes de Reynosa afirman que viven en una ciudad, en donde manda el narcotráfico y temen más acciones terroristas. Así, dicho con toda claridad, son rehenes del: te-rro-ris-mo.
En Reynosa, los pobladores se van temprano a sus casas. Se resguardan en ellas horas antes de lo habitual. Salen poco a la calle y quienes trabajan tratan de regresar lo más temprano posible a sus domicilios. Se auto impusieron un toque de queda.
En las redes sociales de Reynosa circulan advertencias alarmistas de que se producirán nuevas masacres y las autoridades tratan de desacreditarlas, sin que logren su objetivo por completo. La gente tiene miedo.
Actividades deportivas, como los partidos de futbol, fueron suspendidas, por el temor de que los sicarios asesinen a quienes participan en eventos masivos, como una manera de llamar la atención. Un gran número de empresas y maquiladoras cancelaron labores desde el lunes pasado y las reanudarán hasta el lunes próximo.
A los reynosenses, no les importa que el presidente de la República no se atreva a decir que la matanza fue una acción terrorista; desde el 19 de junio, a ellos el terror se les metió en el alma y en el cuerpo y ahí lo tienen atorado.