
El predial talón de Aquiles municipal
Tulum, de paraíso a infierno
“Nosotros controlamos la plaza, así que se tienen que alinear y el que no lo haga, ya sabe”, advertía una manta colocada en un mercado público de Tulum, Quintana Roo. Los habitantes, y en especial los empresarios de ese centro turístico, están aterrados. El paraíso se les convirtió en infierno.
Anjalí Ryot, era una mujer muy bella. Tenía fama, juventud y dinero. Planeaba toda una vida por delante para seguir sus triunfos como influencer, actriz e ingeniera en sistemas. Una mujer brillante, sin duda, y su existencia fue a terminar cerca del Caribe, aquel mar que siempre amó.
En sus redes sociales, uno de sus últimos posts hacía referencia precisamente al Caribe: “Vibing with The Ocean” (Vibrando con el océano), escribió la joven de origen indio, de 25 años de edad. Se le veía sonriente en un video, vistiendo con un traje de baño rojo, lentes oscuros, y con un lento caminar sobre un muelle para sentarse en una hamaca. Había viajado para festejar su cumpleaños en nuestro país el 22 de octubre.
Anjali era una blogger de viajes. Amaba México. El año pasado había visitado Los Cabos, Baja California Sur, procedente de California, en donde residía, y al lugar que ya no pudo regresar, porque el 20 de octubre falleció, en medio de una balacera desatada entre dos bandas rivales en el restaurante La Malquerida. Su amor a México le costó la vida.
Sin la menor sensibilidad, el presidente municipal de Tulum, Marciano Dzul Caamal, aseguró que la muerte de Anjali y de la también turista, de origen alemán, Jennifer Henzold, y las lesiones de tres personas más, “fueron daños colaterales”, del enfrentamiento que se produce entre bandas rivales. Vaya cara dura.
La indignación hizo estallar al gobierno alemán, que recomendó a sus compatriotas no visitar el Caribe mexicano y, en caso de hacerlo, prácticamente, les sugirió que se mantuvieran encerrados en sus hoteles.
Mientras cenaba, Anjali fue alcanzada por las balas. Su vida se extinguió en el mismo restaurante, en donde cenaba. Los paramédicos no pudieron hacer nada. Cuando llegaron, la chica india ya había fallecido.
El malestar entre los miles de seguidores de Anjali fue inmediata. No lo podían creer. La mujer había muerto durante unas vacaciones, en donde menos se piensa que puede haber peligro, un restaurante, pero claro está, se trata de México, y especialmente de la Riviera Maya, zona en la cual nadie puede asegurar que tiene un futuro cierto.
Uno de los grupos delincuenciales que se disputa la plaza de Tulum, con otras bandas, aprovechó el escándalo suscitado por las muertes de las turistas india y alemana para lanzar una advertencia a la población. “Nosotros controlamos la plaza”.
En la manta, que colocaron en el mercado público señalaban que la muerte de las chicas “fue un aviso para que vean que sí cumplimos. Se alinean o se alinean”. Por eso los restauranteros y dueños de negocios sienten temor.
Tulum se convirtió de paraíso en infierno, porque los cobros de piso, los homicidios y los robos, han crecido de manera exponencial en los últimos años. Tulum se mantenía como un lugar tranquilo, alejado de los delitos que se cometían en Cancún, pero la marea de la delincuencia, se fue extendiendo como el sargazo, para extenderse de las arenas cancunenses, a Playa del Carmen para finalmente llegar a Tulum.
Las cifras hablan por si solas. Información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública indica que, en 2020, fallecieron 49 personas en ataques a bares, restaurantes y comercios de Tulum.
En lo que va de 2021, se han registrado 8 ataques en comercios de diversa índole, con un registro de 12 muertos. El penúltimo de los ataques ocurrió el 1 de septiembre en el bar Rosa Negra, en donde murieron dos personas y otra más resultó herida en otra balacera entre delincuentes.
El negocio pertenece a Eduardo Braven, empresario que recientemente pudo escapar con vida, después de que fue atacado por sicarios en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Tulum pasó de ser uno de los sitios más tranquilos y bellos de la Riviera Maya, a un centro de batalla entre bandas de criminales que se disputan el tráfico de drogas y la extorsión sobre restaurantes y centros nocturnos. La mayor parte de los hombres de negocios saben que, tarde o temprano, tendrán que aceptar el pago de piso exigido por la delincuencia.
Esta situación preocupa no sólo a las autoridades municipales y estatales, sino al mismo presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ordenó el inicio de un plan especial, orientado a evitar más delitos en Tulum.
Ese lugar es clave en los planes de López Obrador para impulsar el trayecto del Tren Maya, una de sus obras insignias, porque en Tulum se contempla la construcción de un aeropuerto internacional y una parada del ferrocarril.
El presidente está preocupado. Tampoco sabe en que momento, Tulum se le convirtió de paraíso en infierno.