Contexto
Rechazo de Panamá a AMLO y su protegido
Era el año de 2017, cuando la abogada, comentarista de TV, analista política y entonces militante de Morena, Estefanía Veloz, se reunió con 8 compañeras de su partido para denunciar el acoso sexual que sufrieron por parte del historiador Pedro Salmerón, amigo del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Salmerón participaba en la pre campaña del político tabasqueño en búsqueda de la presidencia de la República y en los eventos “acosaba a mujeres e insultaba a quienes lo rechazaban”, de acuerdo a lo que compartió Veloz en su cuenta de Twitter.
La analista mexicano-estadounidense aseguraba que en Morena todos los militantes conocían el deleznable comportamiento del doctor en Historia por la UNAM, pero era protegido por “amigos importantes” de ese partido. No pasó nada, Salmerón permaneció impune.
El 11 de septiembre de 2020, Estefanía abordó el tema de manera pública, después de que en 2019 Salmerón fue denunciado de acoso por un grupo de estudiantes del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), en redes sociales, por medio del Movimiento Mee Too. El historiador tuvo que renunciar a su cátedra en el ITAM. Sin embargo, no pasó nada, Salmerón permaneció impune.
Hace 10 años aproximadamente, la estudiante de la UNAM, Adriana Pineda, se acercó a él, porque lo admiraba como historiador. Salmerón aprovechó esta situación para establecer contacto con ella, mediante sus redes sociales y, finalmente, emprendió un acoso cibernético, consistente en mensajes de tipo sexual.
Pineda era estudiante de primer semestre de la carrera de Sociología y, por su edad, no tenía experiencia suficiente para poder enfrentar esa situación y menos para denunciar lo que era un acoso evidente. Igual pasó con otras mujeres, de acuerdo con lo señalado públicamente por Adriana. Sin embargo, no pasó nada, Salmerón permaneció impune.
Ante el anuncio de la Secretaría de Relaciones Exteriores, del 17 de enero pasado, de que el presidente de la República propondría a Salmerón como embajador de México en Panamá, grupos feministas recordaron el pasado del historiador, las historias de muchas de ellas, de como se tuvieron que hacer pequeñas para que esa amarga experiencia no fuera conocida y ellas no fueran re victimizadas por las autoridades policiacas misóginas, que comúnmente avalan el machismo de muchos acosadores.
Las pretensiones de López Obrador de nombrar a Salmerón como embajador en Panamá reavivaron los recuerdos de las mujeres que por muchos años fueron perseguidas por el catedrático. Estefanía Veloz pidió al canciller Marcelo Ebrard que no permitiera que el historiador ocupara el importante puesto que le proponía el presidente.
El resto de las mujeres vejadas por Salmerón emprendieron la campaña en redes #UnAcosadorNoSeraEmbajador, y difundieron comunicados con la finalidad de que López Obrador cejara en su pretensión de llevar al ex catedrático al país canalero. El 1 de febrero en su conferencia mañanera, el presidente dio a conocer una carta en la que Salmerón “se hacía a un lado” en la designación para ser embajador, porque se dijo “víctima” de un linchamiento social.
Lo que no dijo López Obrador es que cinco días antes de que recibiera la carta de Salmerón, la canciller de Panamá, Erika Moynes, había hecho llegar por las vías diplomáticas formales la falta de beneplácito para Salmerón. Es decir, el presidente hizo creer que el historiador declinaba, cuando en realidad el país hermano lo rechazaba.
Un tweet del ex presidente de Panamá, Ernesto Pérez Balladares, es una muestra clara de este rechazo: “La actitud del señor López Obrador en cuanto a la designación de su representante en nuestro país es infantil. Somos un país pequeño, pero digno y valiente. Más nos necesita México a nosotros, que nosotros a México”.
La propuesta de López Obrador no sólo generó el rechazo del gobierno de Panamá, sino de organizaciones feministas, partidos políticos y de actores sociales de ese país y que se han vuelto a recrudecer ahora que el presidente quiere mandar a la defensora del consumo de la mariguana y el peyote, y senadora suplente, Jesusa Rodríguez, como sustituta de Salmerón.
La Alianza Panameña por la Vida y la Familia de Panamá está en contra de que México mande como embajadora a Rodríguez y en un mensaje directo afirmó “no aceptaremos que a nuestro país se envíe todo lo que estorba”. Es previsible que el gobierno panameño, en su autonomía, rechace a alguien sin experiencia diplomática, sin preparación, pero con dudosa calidad ética como Jesusa Rodríguez. No sería nada raro que la cancillería panameña la diera una segunda cachetada con guante blanco al gobierno de López Obrador.
Las fallidas designaciones de representantes de México molesta a los diplomáticos de carrera que son arrinconados en un gobierno que se suponía iba a ser diferente. La diplomática en retiro, Martha Bárcena, lo definió muy claramente en un tweet demoledor: “Sigue la chavización del Servicio Exterior. En lugar de profesionales, se proponen militantes y políticos”.
Pero la obstinación de López Obrador no conoce límites y ahora anuncia que incluirá a Salmerón en algún puesto de su gobierno, posiblemente como el investigador de los “fraudes” electorales en México y muchos ciudadanos se preguntarán cuáles son las funciones de ese cargo, pero sobre todo si tendrá alguna utilidad o sólo será un invento cargado de ideología, sin una justificación real
De manera desubicada, el presidente acusó a la canciller de Panamá, Erika Moynes, de actuar como la “santa inquisición”, por rechazar otorgar el beneplácito de su gobierno para que Salmerón fuera embajador, enojo que sonó a insulto y que no gustó nada en el país hermano.
Es absurdo que el presidente mexicano haya pretendido que el gobierno soberano de Panamá aceptara a la fuerza, con la cabeza baja, que Pedro Salmerón fuera el embajador de nuestro país en esa nación.
Desde hace muchos años, antes de ser electo presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador está acostumbrado a hacer lo que le viene en gana. En la oposición de izquierda, sólo Cuauhtémoc Cárdenas fue el único personaje capaz de contener su actuar en política y por eso finalmente siguieron caminos diferentes.
Para López Obrador era más importante designar como embajador a un personaje tan denostado como Salmerón, para demostrar su poder, que mantener una buena relación con una nación como Panamá, que está en su derecho de aceptar o no a cualquier mexicano.
El enojo de López Obrador hacia el gobierno panameño, porque rechazó su propuesta, sólo demuestra que nuestro presidente ya perdió completamente el piso, de saber quién es y hasta donde llegan su poder y sus funciones. Habrá que recordárselo: es presidente en México y por tres años más tendrá poder aquí, pero en Panamá sólo es el presidente de otro país, con el que antes había una relación cordial.