Poder y dinero
AMLO y la ruptura del estado de derecho
No le importó que la periodista Lourdes Maldonado, asesinada el 23 de enero pasado, le hubiera solicitado protección de su gobierno y que denunciara públicamente al ex gobernador de Baja California, Jaime Bonilla, como una persona que la podía agredir, porque fue el mismo presidente Andrés Manuel López Obrador, quien politizó ese homicidio.La denuncia de la periodista fue clara y directa, con nombre y apellido, pero ayer el mandatario, minimizó nuevamente el señalamiento de Lourdes, lo cual representa una doble victimización, porque Bonilla se pasea tranquilamente en suelo bajacaliforniano, a pesar de que los periodistas de Tijuana preguntaron a López Obrador si Bonilla es investigado como presunto responsable.
Y a pesar del llamado de auxilio de Lourdes, días antes de ser asesinada, López Obrador exculpó a Bonilla, miembro de su partido, al señalar que no hay nada que lo vincule al crimen, así de simple, sin dar más argumentos. Afirmación que fue puesta en duda por los periodistas que lo escucharon.
En Tijuana se avivó nuevamente la condena de los homicidios de comunicadores por parte de los periodistas que asisten a las “mañaneras”, como ha crecido en la Ciudad de México, Oaxaca, Morelia y otras urbes del país y con ese malestar se topará López Obrador en cuanta ciudad visite.
La actitud de “linchamiento” del presidente, en contra de periodistas que informan sobre acciones de corrupción de su gobierno o de su familia, enrarecen más el clima de violencia en contra de los informadores y es casi como un banderazo de aprobación a todo aquel que pretenda violentar a un comunicador.
La actitud ríspida del presidente Andrés Manuel López Obrador hacia periodistas independientes, ya tuvo consecuencias fuera de nuestra frontera. El senador por Texas, Ted Cruz, afirmó apenas ayer, sin cortapisas, de manera directa, que el mandatario mexicano impulsa las agresiones en contra de los comunicadores, por medio de su discurso estigmatizante.
No es un asunto menor, porque el legislador pidió al gobierno del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, la adopción de medidas para revertir dicha tendencia. Cruz mencionó algo que conocemos muy bien en México: que el clima social para los periodistas y políticos en nuestro país es el más mortífero de la historia.
En lo que va del año, han sido victimados cinco periodistas: José Luis Gamboa (en Veracruz); Margarito Martínez y Lourdes Maldonado (en Tijuana); Roberto Toledo (en Zitácuaro) y Heber López (en Salina Cruz). De acuerdo con la organización Artículo 19, del 2000 a la fecha, han sido asesinados 150 periodistas en México, posiblemente por móviles relacionados con su trabajo.
En un evento público en Estados Unidos, Ted Cruz recordó que en el periodo electoral pasado, en nuestro país fueron asesinados 80 políticos y 60 candidatos suspendieron sus campañas bajo coacción y advirtió que “el presidente López Obrador parece decidido a empeorar todas estas tendencias”, en clara referencia a la andanada de ataques de López Obrador en contra del periodista Carlos Loret de Mola, de quien dio a conocer públicamente información financiera personal.
Durante el mismo evento, Brian Nichols, subsecretario de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de la Unión Americana, dijo que “el asesinato de periodistas en México es un problema tremendo y una mancha para todos nosotros”, pero fue Ted Cruz, quien puso el acento sobre el problema medular, al señalar que “el colapso acelerado de las instituciones mexicanas y la ruptura del estado de derecho en nuestra frontera sur (México), plantea graves desafíos y peligros para la seguridad de los Estados Unidos, en temas que van desde la lucha contra el narcotráfico, hasta la inmigración ilegal”.
Al referirse al presidente López Obrador, Ted Cruz aseguró que “parece estar abusando del poder, sin importarle el efecto en México o en las relaciones México-Estados Unidos”. Un golpe más directo no podía haber propinado. Para el senador estadounidense es muy claro: está roto el estado de derecho en nuestro país
Y sus fuertes cuestionamientos encuentran bases en situaciones que, desde mi punto de vista, son comprobadas por la terca realidad:
El estado de derecho está roto, porque un presidente de la República viola las leyes fiscales, hacendarias y de protección de datos personales, para dar a conocer el “ingreso” económico de un periodista, sin que haya consecuencias jurídicas, como una reacción ante información difundida sobre el mayor de sus hijos, José Ramón, en el escándalo de la llamada Casa Gris.
El estado de derecho está roto, porque un presidente de la República implementa una política de “abrazos” en contra de la delincuencia, que incluye un evidente trato preferencial para el cartel más peligroso de este país, como lo demuestra su cercanía con la madre de Joaquín, El Chapo Guzmán, y la protección que brindó en una ocasión al hijo de este, Ovidio.
El estado de derecho está roto, porque existen ciudades y regiones completas controladas por la narco delincuencia, en complicidad con autoridades federales, estatales y municipales.
El estado de derecho está roto, porque violando la legislación, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, adjudica de manera directa 8 de cada 10 obras públicas, lo cual es fuente de corrupción, como en los más primitivos tiempos del PRI… por esto y muchas situaciones más, el estado de derecho está roto.
El estado de derecho, ahora roto, debe restablecerse no por la seguridad de Estados Unidos, sino por el bienestar y la seguridad de todos los mexicanos y, porque absolutamente nadie debe estar por encima de la ley. Nadie.