Escenario político
Mírate en la cara de Venezuela
1ª parte
“En 1998, en vísperas de que Hugo Chávez llegara al poder, los venezolanos afirmaban: Venezuela no es Cuba, aquí no se va a instaurar el socialismo, porque somos el país más rico de Latinoamérica, además de que los gringos no lo van a permitir”, me dice Abdel Naime Pereira.
Yo le respondo: “he escuchado algo similar en el país: aquí no hay nada que temer, México no es Venezuela, además los gringos no lo permitirían”.
Abdel sabe de lo que habla. El ex diputado y político venezolano se salvó de ser asesinado por el gobierno de Hugo Chávez, porque huyó de su país hacia México a inicios de 2005, en donde desde entonces vive, trabaja y volvió a rehacer su vida. Sin embargo, no es optimista; pronostica que un modelo político-económico estatista puede replicarse en nuestra nación.
“Para las personas, las palabras socialismo o comunismo no tiene significado, hasta que lo viven”, indica.
Subraya que la vida normal de millones de venezolanos está destrozada. Aun teniendo dinero, que nada vale con una inflación anual de 13,184 por ciento, los habitantes de ese país no pueden comprar alimentos ni comida, porque sencillamente no se producen de manera suficiente.
“Mi madre me vino a visitar a México y en lugar de sacar fotografías de lugares turísticos, sacó fotos de los anaqueles de los supermercados, porque eso hace mucho tiempo que no se ve en Venezuela”, comenta.
Y relata el drama humanitario diario que viven sus compatriotas:
La reducida producción de bienes básicos (especialmente comestibles y medicinas), provocada por las políticas fallidas del estado venezolano, hicieron que el gobierno de Nicolás Maduro ordene a los supermercados cuanto y qué tipo de productos pueden comprar los consumidores y en qué día de la semana pueden hacerlo. Todo ello controlado con la credencial para votar.
Cualquier ciudadano puede hacer fila en la entrada de los supermercados entre 6 u 8 horas, en espera de conseguir algo de comida o productos de primera necesidad.
Ante la falta de comida, de plano muchas familias buscan alimentos hasta en la basura y es posible observar a personas en muchas de las ciudades de Venezuela hacer fila afuera de restaurantes y panaderías para ver que alimentos pueden regalarles.
El 64 por ciento de los venezolanos asegura haber perdido un promedio de 11 kilos en el último año por no poder acceder a los alimentos, según la Encuesta sobre Condiciones de Vida en Venezuela (Encovi). Irónicamente a esta hambruna le han dado en llamar la “Dieta Maduro”.
Existe control de cambios, pero de nada sirve, pues mientras el tipo de cambio oficial es de 79,900 bolívares por un dólar estadounidense, como la compra de divisas es controlada e insuficiente, en el mercado negro puede llegar a más de 3 millones de bolívares por un billete verde, una cifra exagerada.
La lucha en contra de la inflación es atroz en el país. El ingreso mínimo de un venezolano es de 1.5 millones de bolívares, pero la canasta básica cuesta 10 veces más, lo que provocó un empobrecimiento generalizado de la población, al grado de que las clases medias desaparecieron.
El igualitarismo del estado socialista no dio igualdades a todos hacia arriba, sino hacia abajo, a excepción de la clase gobernante, que se enriquece y goza de privilegios.
En protesta de esta problemática, durante años los venezolanos han salido a las calles para exigir, primero la salida de Chávez, y después de Maduro, pero han sido reprimidos por la fuerza pública y por los grupos paramilitares que apoyan al régimen dictatorial.
¿Cómo llegó Venezuela a esta situación tan deplorable condenada por México y por muchas naciones del mundo?
Básicamente, porqué creyeron en un hombre: Hugo Chávez Frías, que convenció a millones que sería la esperanza de Venezuela para castigar a los políticos corruptos, acabar con la pobreza y brindar un mejor nivel de vida a sus compatriotas, pero ahora ese país se ahoga en la delincuencia, la corrupción y un empobrecimiento mayor.
El 4 de febrero de 1992, el comandante Hugo Chávez, encabezó un golpe de Estado para derrocar al presidente Carlos Andrés Pérez, acusado de corrupto por gran parte de la sociedad del país sudamericano.
Su intento fracasó. Fue encarcelado, pero se victimizó y obtuvo gran popularidad. En 1994, el presidente Rafael Caldera lo dejó en libertad y el golpista Chávez viajó a Cuba, en donde recibió apoyo político y financiero de Fidel Castro.
Chávez retornó a Venezuela y encabezó el Movimiento Bolivariano Revolucionario. Fue apoyado incluso por empresarios que pensaron que el político era controlable. Se equivocaron.
El teniente coronel arrasó en las elecciones de 1998 y fue designado presidente en 1999. Durante su campaña afirmó que no establecería un modelo socialista. Obviamente, mintió. Al asumir el mando cambió el nombre del país, que denominó República Bolivariana de Venezuela, con un sistema socialista. Se tiró la máscara del rostro.
Disuelvió el parlamento, cuyas funciones fueron asumidas por la Asamblea Constituyente, que expidió una nueva Carta Magna. Hizo cambios legales constantes que lo llevaron a aumentar su periodo de cinco a seis años y con posibilidades de reelegirse otros años que lo llevarían a gobernar de 1999 a 2012, pero él indica que gobernaría hasta el 2024.
En 2004, se convocó a elecciones en el contexto de mandato revocatorio, la mayor parte de los ciudadanos votaron por su renuncia. Sin embargo, 80 mil militares cubanos asentados en Venezuela, cada uno con hasta 15 credenciales para votar diferentes, emitieron su sufragio como ciudadanos venezolanos a favor de Chávez y esto definió la disputa. El militar se fue quedando con todo el país por la vía legal.
En 1998, cuando Chávez ganó las elecciones en Venezuela, Abdel Naime era diputado y miembro de la vanguardia del partido Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI), partido de filiación social cristiana.
La oposición de COPEI y otras organizaciones incrementaron su lucha en contra de Chávez. Como respuesta vinieron los atentados en contra de Naime, los allanamientos de su domicilio, los intentos de homicidio y el político tuvo que huir a México.
“El socialismo estilo Venezuela nunca llegará a México, porque eso no lo permitirán los gringos ni la mayor parte de nosotros queremos algo así”, me comenta un amigo. “Yo no estaría tan seguro, ya pasó en varios países, puede volver a pasar”, le respondo.