Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Ignacio Ovalle, mentor incómodo de AMLO
Si existe un “Matusalén” de la política mexicana, se llama Ignacio Ovalle Fernández, porque ha visto transcurrir los sexenios y ver pasar los cadáveres de sus enemigos enfrente de él, desde tiempos de Luis Echeverría hasta la actualidad. Con Andrés Manuel López Obrador, de quien es mentor, todo hace suponer que se fortalecerá ese manto protector surgido con el paso del tiempo.
Ovalle Fernández fue el primer jefe que tuvo el actual presidente de la República en el Instituto Nacional Indigenista (INI), cuando López Obrador fue director de ese organismo en Tabasco, en 1977.
La vida los ha ligado en varias ocasiones, como ocurrió otra vez en 1984, cuando Ovalle Fernández presentó a AMLO con Clara Jusidman, directora general del Instituto Nacional del Consumidor, en donde el tabasqueño ocupó la dirección de Promoción Social del INCO.
Ovalle ya era un viejo lobo de mar, porque cuando el imberbe Andrés Manuel se iniciaba en la política, Ignacio ya había sido secretario particular de Luis Echeverría y de la Presidencia de la República, del 1 de diciembre de 1975 al 30 de noviembre de 1976. AMLO lo veía como un figurón.
Estos momentos jamás fueron olvidados por López Obrador y, una vez que AMLO ganó las elecciones presidenciales hasta la tercera ocasión que compitió, recompensó la ayuda que siempre recibió por parte de Ovalle Fernández. “Amor con amor se paga”, se diría en los términos que maneja el presidente.
Desde el inicio de su gobierno, López Obrador llamó a su mentor, Ignacio Ovalle, para nombrarlo como director general de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), empresa pública dependiente de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, en la que se fusionaron Diconsa y Liconsa, con la finalidad de garantizar el abasto nacional de alimentos básicos.
Segalmex se hunde en un lodazal de corrupción, caracterizado por desvío de recursos, adjudicación de contratos directos, compra irregular de certificados bursátiles, creación de empresas “fantasma”, contratación de trabajadores “paracaidistas”, pero parece que no habrá poder legal que haga caer al mentor de AMLO del pedestal en que fue colocado. Ignacio Ovalle fue director general de la Conasupo en la administración de Carlos Salinas de Gortari, pero es públicamente conocido que Raúl era el que manejaba la Compañía Nacional de Subsistencias Populares, el “hermano incómodo” de Carlos, quien fue gerente general del Sistema de Distribuidoras Conasupo (Diconsa), una de las filiares de la compañía.
Raúl asignaba los contratos no sólo de la paraestatal, sino que todas las empresas privadas tenían que negociar con él, si querían obtener un contrato gubernamental, mediante el pago de una comisión de 10 por ciento del monto de la operación. Se le conoció entonces como “Mister Ten Percent”. De ese tamaño esa su poder
Ovalle fue a final de cuentas el que operó el desmantelamiento de la Conasupo en el sexenio salinista, como una manera de adelgazar la obesidad del Gobierno, pero su experiencia en la institución, fue el segundo elemento clave para que AMLO lo llevara a dirigir Segalmex. El primer elemento clave fue su amistad a toda prueba con López Obrador.
Por eso ahora, que surge inevitable el pus de la corrupción en Segalmex, Ovalle Fernández se convirtió en un “mentor incómodo” para AMLO, así como Raúl fue un “hermano incómodo” para Carlos Salinas de Gortari.
Apenas el pasado 12 de abril, la Fiscalía General de la República informó que René Gavira Segreste, ex director de Administración y Finanzas de Segalmex, fue vinculado a proceso, acusado de canalizar 100 millones de pesos de esa entidad para “invertir” en la Bolsa.
Gavira Segreste llegó de la mano de Ovalle a Segalmex desde inicios de 2019, pero tuvo que dejar el puesto a mediados de 2020 por acusaciones de contratar a parientes cercanos, elevar el número de plazas de altos funcionarios y despedir a trabajadores injustificadamente.
De acuerdo a investigaciones de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), el ex funcionario adjudicó ilegalmente contratos por cerca de 800 millones de pesos a empresas privadas.
En la fiscalización de la cuenta pública 2020, la misma ASF detectó que Liconsa colocó 850 millones de pesos, correspondientes a recursos públicos en certificados bursátiles fiduciarios privados, los cuales fueron recuperados y se considera que las irregularidades en Segalmex tan sólo en 2020 pueden ascender a 8 mil 600 millones de pesos.
René Gavira era la mano derecha de Ovalle, ya que por él pasaba la decisión de contratar prácticamente todo, desde el Programa de Desayunos Escolares, hasta las grandes adquisiciones con compañías privadas.
En la indagatoria de la ASF se refieren contratos de secado de leche falsos, que en realidad no se efectuaron y que provocaron alteraciones en el procesamiento industrial del alimento, que generaron enormes ganancias a supuestas empresas privadas contratadas por Segalmex.
La Fiscalía General de la República, que encabeza Alejandro Gertz Manero, cuenta con todos los expedientes para determinar las implicaciones de funcionarios de Segalmex en el peor caso de corrupción del gobierno de la Cuarta Transformación.
Lamentablemente, sólo la voluntad política presidencial hará que se llegue a fondo en este escándalo, para determinar si el director general de Segalmex está involucrado, si es inocente, o si Ignacio Ovalle, ahora convertido en “mentor incómodo”, mantendrá ese manto protector que tiene de Andrés Manuel López Obrador.