Poder y dinero
Mírate en la cara de Venezuela
2ª y última parte
En Venezuela, aun cuando tengan dinero, los ciudadanos se pueden morir de hambre o por alguna enfermedad, porque no se producen alimentos ni medicinas suficientes para todos. Cada vez es mayor el número de ciudadanos de ese país que abandonan su patria, simplemente para tener un plato diario que llevarse a la boca.
En 1998, el candidato Hugo Chávez Frías, arrasó con 52 por ciento de los sufragios en una contienda electoral que lo llevó directamente a la Presidencia. Se convirtió en la esperanza de Venezuela. La gente no dudó en apoyarlo, porque prometió acabar con la corrupción y mejorar el nivel de vida de sus compatriotas.
Indicó que él jamás construiría una dictadura y respetaría las libertades de la oposición política, porque su gobierno era democrático. Los venezolanos le creyeron, pero después de dos años, al benevolente, simpático y carismático comandante se le cayó la máscara: declaró que su gobierno era socialista y emprendió una arremetida brutal para que su gobierno controlara económica, política y socialmente a Venezuela, sin tolerar siquiera la más ligera crítica.
«¡¡¡ A los venezolanos que no estén con nosotros les decimos que no hay lugar para ustedes en este país y que ya pueden irse al carajo!!!», vociferaba un enojado Chávez, con el rostro enrojecido desde el Palacio gubernamental de Miraflores, a todos los que no estuvieran de acuerdo con sus acciones de gobierno, basadas en expropiaciones de empresas, cortapisas a cualquier libertad de opinión y control excesivo de los mercados financieros.
«Nos pasó a los venezolanos como cuando cocinas sopa de rana», señala Abdel Naime Pereira, político opositor de Venezuela que vive en México desde 2005 con el estatus de residente con refugio político, porque nuestro país lo protegió cuando el gobierno de Chávez intentó varias veces asesinarlo.
Y explica: «si tú tienes una olla con agua hirviendo y avientas una rana a su interior, el animal se quema y enseguida salta, pero si tienes nadando la rana en agua fría y poco a poco le subes el fuego, la rana no se da cuenta y materialmente al final termina hecha caldo, porque ya es demasiado tarde cuando quiere huir y termina cocinada».
Considera que así les pasó a los habitantes de Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador, Uruguay y Nicaragua, en donde han gobernado o gobiernan partidos socialistas, que al llegar en un inicio al poder se dice demócratas, que respetarán los derechos de sus pueblos, pero que los terminan pisoteando.
Cuando en 1999 Hugo Chávez llegó a la presidencia venezolana, hizo cambios legales que permitían al pueblo removerlo de su cargo, si así lo juzgaba adecuado, pero mediante argucias legales construyó una nueva Constitución a su modo, después de disolver el parlamento, que dio como resultado que pudiera reelegirse varias veces.
Movió las leyes a su antojo para tener el Congreso y a la Suprema Corte de Justicia a su favor, de tal suerte que construyó una estructura social que pudiera ser manipulada por él como quisiera.
Las expropiaciones de empresas privadas que desató por todo el país provocaron la huida del capital. Su visión de izquierda de un estado súper controlador de todo propició la caída de la producción de cualquier tipo de productos, en especial alimentos y medicinas, que pronto impactó negativamente en la sociedad.
La inflación galopante que se generó por el fracaso en el manejo de la economía, propició que materialmente la gente tenga que apilar una fila de billetes de la moneda local (bolívares), que cada vez valen menos, para comprar siquiera medicamentos tan simples como aspirinas, si es que los enfermos tienen la suerte de encontrarlos en la farmacia.
Así como las ranas cocinadas lentamente, los venezolanos se dieron cuenta, muy tarde, que las cosas habían cambiado radicalmente en su país, que de tener una nación que durante muchos años había sido saqueada por políticos corruptos, votaron de manera masiva por otro político que vendió una imagen incorruptible, al que le dieron todo el control para hacer y deshacer, pero los terminó hundiendo en una crisis económica, política, social y hasta humanitaria que los tiene postrados.
Empresas mexicanas afectadas
Pero no fueron sólo los ciudadanos los que resultaron afectados por los abusos del chavismo que ha prolongado Nicolás Maduro durante su gobierno, las empresas también resultaron afectadas gravemente, entre ellas algunas mexicanas que operaban en territorio venezolano.
Las empresas de México transnacionales no se han escapado de esta debacle de la economía venezolana, señala Abdel Naime y tiene razón, gigantes industriales como Bimbo, Gruma o Cemex tuvieron que retirarse del mercado del país sudamericano.
En 2008, el gobierno chavista expropió los activos industriales de la principal cementera de México, Cemex, que tiene operaciones en los cinco continentes, al grado de que en su imperio económico, nunca se pone el sol.
Tres años después de expropiada, en 2011, Cemex recibió una compensación de 754 millones de dólares, pero la planta expropiada por el gobierno chavista no ha mostrado la misma productividad que cuando se encontraba en manos de mexicanos.
Otros cierres de firmas mexicanas que operaban en Venezuela se han debido a la falta de divisas para pagar proveedores por los excesivos controles cambiarios, como sucedió con Metalsa, firma especializada en la producción de componentes automotrices.
«Esta catástrofe que padece Venezuela está pasando en otros países de América Latina, desgraciadamente. Los pueblos confían en políticos mesiánicos que ofrecen arreglar todos los problemas de sus países, pero que a final de todo termina con un control absoluto. Los pueblos, son como la rana que no se da cuenta que la están cocinando. Sin embargo, cuando se percatan, tienen la opción de resistir y de luchar hasta el final», destaca Abdel Naime.