El presupuesto es un laberinto
El calvario de la doble deportación
“Estoy frito. Soy uno de los que marcharon el 11 de julio de 2021 en La Habana para exigir libertad en mi país y ahora que me regresan de Estados Unidos, si el gobierno mexicano me manda otra vez a Cuba, seguramente mi destino será la prisión”.
Raúl caminaba rumbo al autobús que lo trasladó junto a otros deportados latinoamericanos hacia un centro del Instituto Nacional de Migración en Piedras Negras, Coahuila. Junto a él, una cuarentena de migrantes de Centro y Sudamérica, no podían ocultar su tristeza.
Al interior del camión, se sentó con la mirada clavada en el piso, al lado de migrantes de Venezuela, Colombia, Honduras, Nicaragua, El Salvador y de su natal Cuba. Todos ellos acababan de ser deportados en los últimos días por el gobierno de Estados Unidos, quien se negó a otorgarles una visa humanitaria.
En la mayor parte de los casos de cubanos deportados de Estados Unidos, el gobierno de México los regresa a su país, lo que representa un revés para quienes tratan de escapar de la isla, porque muchos de ellos son encarcelados en cuanto llegan a su patria.
Cuando son las autoridades de Estados Unidos las que efectúan la deportación directamente hacia Cuba, sin pasar por México, el gobierno del presidente Miguel Díaz Canel se ha negado a recibir a los migrantes, en muchas ocasiones, lo cual provoca que permanezcan un tiempo prolongado en centros de detención.
En contra de lo que hacen muchos migrantes, de pagar a “coyotes” para que los trasladen ilegalmente a la Unión Americana. Muchos ciudadanos de dichos países cruzan a nado o caminando el Río Bravo (dependiendo del nivel del agua), con la finalidad de entregarse a la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos (Border Patrol), para solicitar formalmente una visa humanitaria.
Fue el caso de una familia de venezolanos, captados por una cámara, que cruzaron por el Río Bravo, de Piedras Negras, a Eagle Pass, Texas, en sus ansias por alcanzar el llamado sueño americano.
En imágenes emitidas por el medio de comunicación El Espectador, se observó a cuatro hombres, dos mujeres y dos niños de esa familia, atravesar con dificultades las aguas del Bravo. Con temor y tomados de la mano, resistieron la fuerza de las corrientes durante 10 minutos.
Al llegar a suelo estadounidense, se entregaron a las autoridades de la Patrulla Fronteriza para realizar una solicitud formal de asilo. “Estoy que lloro, la verdad, de felicidad, nos costó bastante, hoy es el día 26 que llevamos de travesía en todo esto”, afirmó uno de los integrantes.
Y con esa esperanza esperaron el asilo de Estados Unidos que nunca llegó y su sueño se volvió pesadilla, al ser regresados a México, de donde más tarde serían deportados a Venezuela.
“Cruzamos ya seis países. Hemos sufrido y tenido momentos duros. Estamos que tiramos la toalla. Ya no aguantamos. Yo estoy operado de una pierna, no tengo rodilla en mi pierna izquierda y todavía así yo voy para adelante”, dijo otro venezolano antes de cruzar el Bravo.
Más tarde, fue grabado mientras regresaba de la garita de Eagle Pass rumbo a Piedras Negras, en donde abordó también el autobús de los deportados. Su esperanza se había hecho añicos. Se entregó a la Border Patrol, pero su petición de asilo no fue escuchada y está de nuevo en México, de donde será repatriado a Venezuela.
Otro deportado, identificado como Celso, afirmó: “Todos saben sobre la situación que sufre Nicaragua y por eso mucha gente se ha asilado en diferentes países, como Estados Unidos, México, Canadá, España. Yo quería ser uno de esos, pero desgraciadamente fui deportado”.
La frontera norte del país se convirtió en un crisol de migrantes. Hace apenas unos años, la mayor parte de quienes querían ingresar ilegalmente a Estados Unidos, eran mexicanos, ahora se ven personas de Europa (especialmente ucranianos), de Latinoamérica y África.
No se conoce con exactitud al número de migrantes que trata de cruzar ilegalmente a la Unión Americana, pero se calcula que son aproximadamente 180 mil al mes, de acuerdo con cifras del gobierno estadounidense.
En Eagle Pass, los refugios reciben a personas liberadas por la Patrulla Fronteriza, que solicitarán asilo legal, si pueden superar el título 42 de la legislación migratoria de Estados Unidos, aplicable a mexicanos y centroamericanos, que permite la deportación, bajo el pretexto de que pueden contagiar a estadounidenses de Covid 19.
Sin embargo, siempre es mejor entregarse a la Patrulla Fronteriza, pues para quienes tratan de evadirla, la travesía sale aún más cara y peligrosa, puesto que los “coyotes” pueden cobrar fácilmente 10 mil dólares por cada persona que pasan ilegalmente a suelo estadounidense.
El caso de algunos migrantes de Venezuela es patético, porque el gobierno de Estados Unidos no los envía de regreso a su país, sino que los deporta a Colombia, con el pretexto de que muchos de ellos tuvieron una permanencia temporal en esa nación vecina.
Hace poco los sudamericanos estaban exentos de ser deportados mediante el título 42, porque se aplicaba sólo a los nativos de países que México aceptara, es decir, mexicanos y centroamericanos.
En el caso de los venezolanos, a medida que se incrementó su flujo en Estados Unidos, se buscó la manera de aplicarles el título 42, con el pretexto que en algún momento las personas provenientes de Venezuela que hayan vivido en Colombia, aunque sea temporalmente, serían regresadas a suelo colombiano.
Algunos deportados de Estados Unidos hacia México son centro y sudamericanos, y en nuestro país vuelven a ser expulsados hacia Guatemala y ahí sobreviven como pueden. La mayor parte no tiene dinero y tratan de contactar a sus familiares para recibir ayuda, que no siempre la obtienen.
Durante su reciente visita a Estados Unidos, el presidente Andrés Manuel López Obrador propuso a su homólogo, Joe Biden, cambiar la política migratoria, a fin de ordenar el flujo de personas con visas temporales de trabajo.
La intención es adecuada, porque abriría una válvula de escape, por lo menos, para cientos de miles de mexicanos que se juegan la vida tratando de llegar a Estados Unidos en busca de un empleo.
Sentar las condiciones para que México genere empleos suficientes y bien pagados y que así nuestros compatriotas no tengan que salir del país, eso sería mucho pedir a este gobierno de la 4 T.