Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
La 4 T: adoctrina y no educa
Juanito es un niño que, como muchos otros de nuestro país, iniciará sus clases de primer año de primaria el próximo 29 de agosto. Él aprenderá oficialmente que la mejor etapa del país es la que encabeza actualmente el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Como Juanito, que ya está preparado para su primer día de clases, cerca de 25 millones de estudiantes de preescolar, primaria y secundaria de planteles públicos aprenderán que pertenecer a un “mundo globalizado… no logra ser para todos”, como si México fuera un planeta extraño fuera del mundo.
El Plan de Estudios de Educación Preescolar, Primaria y Secundaria, que iniciará su implementación con una prueba piloto en al menos 30 escuelas por estado del país para el ciclo 2022-2023, representa en el fondo una clara ratificación ideológica de la izquierda entre los jóvenes y adolescentes de México, más que situar como objetivos fundamentales la enseñanza y el conocimiento.
Para los estudiantes de México, las perspectivas son terribles, debido a que en el nuevo modelo educativo se desconoce los actuales libros de texto, porque fomentan «el modelo neoliberal», pero en aras de este objetivo político, y no educativo, se eliminarán exámenes de evaluación internacional y se alineará los objetivos a los propósitos de la pretendida Cuarta Transformación.
Dicho de manera clara, los profesores de Juanito y de millones de estudiantes de esos niveles no tendrán una evaluación de su desempeño. Podrán presentar serias deficiencias, pero sin problemas para continuar con sus clases. Nadie los supervisará y, además, los niños y adolescentes pueden seguir pasando año por decreto, no habrá reprobados, como ya lo autorizó la SEP en el pasado ciclo escolar. Vaya educación de tercera.
Mediante el Plan de Estudios para el ciclo que inicia a fines de este mes, Juanito ya no recibirá una educación basada en una orientación ideológica, económica y política del neoliberalismo, que permitió la mercantilización de la educación de los primeros grados de estudios, de acuerdo a la 4 T.
Así, los libros de texto gratuitos son despojados de cualquier contenido “neoporfirista” (como si estuviéramos en 1900. Pareciera broma, pero no lo es), de acuerdo con lo señalado por el mismo presidente López Obrador.
Sin ninguna base de carácter educativo, sino ideológico, el Plan de Estudios plantea que cuando los alumnos estudian “la modernidad y sus procesos históricos, científicos, productivos, tecnológicos, culturales y artísticos, en realidad estudian los procesos de colonización y sus dominios”.
Pero la ideologización de izquierda a la que está sometiendo la Secretaría de Educación Pública a los alumnos de los primeros años de enseñanza no se queda únicamente a nivel del programa de estudios y de los libros de texto, sino que a más allá.
Desde el inicio del presente año, la SEP y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), distribuyen el libro “México, Grandeza y Diversidad”, dedicado en una parte importante a Andrés Manuel López Obrador y su Cuarta Transformación, el cual, más que una obra académica, representa un compendio para exaltar la figura del presidente de la República.
“En 2006 no fue suficiente, tampoco el 2012, en 2018, por fin se pudo. Y es que el revertido desafuero proyectó a López Obrador como la cabeza de un amplio movimiento ciudadano, como el líder más destacado de las izquierdas y, para muchos, como el futuro salvador de la nación”, señala el libro.
La obra es un compendio de aplausos y alabanzas realizado por 30 especialistas en historia, antropología, arqueología y otras disciplinas, afines a AMLO, como Armando Bartra, encabezados por el director general del INAH, Diego Prieto Hernández, que se desvivieron en aplausos al “salvador de la nación”, como ocurre en países socialistas, en donde se promueve el culto a la personalidad de los dirigentes autoritarios en turno.
El libro, distribuido en escuelas públicas, ha desatado la crítica de especialistas, quienes ven en esta “obra” un instrumento no de educación, sino de promoción de una sola ideología, la de izquierda, que tiene como finalidad meter en la cabeza de los alumnos que el único México positivo se da con la llegada de López Obrador al poder. Vaya absurdo histórico.
Mentes críticas, como la de la historiadora Ángeles Magdaleno, consideran que el nuevo Plan de Estudios y obras como la descrita, no tienen como objetivo la educación de los mexicanos, sino una clara postura de adoctrinamiento hacia la izquierda
Y tienen toda la razón, porque el gobierno de López Obrador pretende establecer, ahora desde la educación, la versión de la historia que le conviene. Los libros de texto, en especial en las áreas de ciencias sociales, se convirtieron en mecanismos para ideologizar a los niños y no para educarlos.
La nueva narrativa educativa llega al extremo de pretender que en el gobierno de AMLO ya fue erradicada completamente la corrupción, como si no existieran los casos de la esposa de su hijo José Ramón López Beltrán, y de su prima hermana, Felipa, beneficiados con contratos de Pemex; de sus hermanos Pío y Martín, recolectores de dinero para el presidente; de sus obras faraónicas, con contratos totalmente opacos; del destino desconocido de 68 mil millones de pesos de 109 fondos y fideicomisos que desapareció, etcétera, etcétera.
El Plan de Estudios no plantea que se hará para resarcir los daños provocados por la Covid-19 y que se pueda reinsertar a millones de niños que dejaron de estudiar por la pandemia y se rehabiliten a miles de escuelas dañadas en todo el país por falta de actividad y de presupuesto.
No se puede esperar mucho de la educación pública, cuando a tan deplorable situación, se suma el nombramiento de Leticia Ramírez Amaya, como titular de la SEP, quien tiene como principal mérito para ocupar el cargo, conocer a López Obrador desde hace 28 años. Lealtad y no preparación.
Ramírez Amaya sí es profesora normalista, dio clases 12 años, pero tiene dos décadas sin tener conocimiento de la realidad de la educación en el país. Entre 2012 y 2018 fue asesora de la Secretaría del Medio Ambiente de la CDMX, nada que ver con la educación y desde que inició el gobierno de AMLO, se encargó de Atención Ciudadana en Palacio Nacional. Lealtad y no preparación.
En donde sí mostró gran aplicación Ramírez Amaya fue en la sección 9 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), en donde era experta en realizar paros de clases y bloqueos callejeros. “Con su llegada, ya entregaron la SEP a la CNTE”, señaló hace unos días la también cuestionada Elba Esther Gordillo, lideresa magisterial.
Durante la gestión de Delfina Gómez, presunta delincuente electoral, en la SEP, las cosas no cambiaron en materia de educación y ahora con el arribo de Ramírez Amaya a la dependencia, parece que la situación no mejorará mucho para Juanito y millones de niños y adolescentes mexicanos.