Corrupción: un país de cínicos
Apenas horas antes de que el huracán de categoría 5, Otis, entrara con toda su fuerza destructora a Acapulco, el presidente Andrés Manuel López Obrador lanzó una advertencia insuficiente desde su cuenta X (Twitter): “Acepten trasladarse a refugios, mantenerse en lugares seguros…”.
No sirvió de nada su improvisado mensaje, no sólo porqué fue demasiado tarde, sino también porqué los habitantes del puerto guerrerense no sabían en donde se ubicaban los supuestos refugios, antes del arribo del meteoro, ya que estos nunca se abrieron.
El mayor pretexto del Gobierno Federal es que, en pocas horas, Otis se convirtió, de una tormenta tropical, en un huracán de categoría 5, lo cual fue cierto, pero que en realidad revela la falta de preparación de la auto llamada 4 T para hacer frente a una eventualidad de este tipo. Claro que se sabía que estaba en puerta Otis, pero se minimizó, en un acto de negligencia.
El Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos alertó 21 horas antes que la entonces tormenta tropical Otis podía tocar tierra, convertida en huracán. A las 21:30 horas del martes pasado informó que azotaría la zona, como un meteoro de categoría 5, con potencial catastrófico, que pondría en peligro la vida de las personas.
Ahí estaba la advertencia, pero los gobiernos Federal y del Estado de Guerrero no actuaron como debieron. Al contrario, López Obrador insistió en la teoría de que nadie esperaba la fuerza del ciclón e, incluso, la próxima candidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum, sostuvo en que ni siquiera las autoridades estadounidenses previeron la devastación que se avecinaba. Falso.
Por la mañana del miércoles, a López Obrador se le notaba rebasado por el desastre. En su conferencia de prensa, llegó al grado de señalar que no había información sobre la dimensión de los daños, con el pretexto de que no existían enlaces telefónicos, ni internet, con el puerto.
Que lamentable es que un presidente de la República no sea capaz de dar a conocer información a los mexicanos con tales pretextos, como si no existiera la comunicación vía satélite y de onda corta, que seguramente tuvo desde la base naval de Icacos, ubicada en la mismísima Costera Miguel Alemán y desde la Zona Militar.
¿Por qué esa negativa de AMLO a informar ampliamente de lo sucedido, cuanto antes? Sólo puedo aventurar que López Obrador no quiso ligar su imagen pública a una tragedia natural, en donde prevalecieron situaciones de negligencia tan evidentes, como no avisar a la población oportunamente para que se pusiera a salvo.
Y lo que vino después fue peor. En su afán de construirse una imagen de héroe, trató de llegar por carretera a Acapulco. Para ello, movieron a las redes sociales de los seguidores paleros y de las granjas de bots para destacar en fotos, el presunto “heroísmo” del mandatario.
Obviamente, el vehículo militar de AMLO se quedó atascado en el lodo y el presidente tuvo que seguir a pie su trayecto, hasta que fue “rescatado” por un vehículo de asistentes a un evento de minería en Acapulco, que trataban de huir del lugar. López Obrador “presumió” de que pudo caminar entre 5 o 6 kilómetros, lo cual es bueno para la salud, antes de llegar a su destino.
Vaya negligencia de López Obrador, como si fuera tan oportuno en ese momento, ponerse a caminar, en lugar de atender rápidamente la emergencia. La imagen de él atascado en el lodo, es ya sin duda un ícono para demostrar como sus acciones fallidas, afectan a los mexicanos. AMLO trató de lavar su imagen, viajando por carretera, pero le salió el tiro por la culata.
Y tardó muchísimo más en llegar a Acapulco, que en realizar una reunión al vapor con su gabinete de seguridad y con la gobernadora Evelyn Salgado, hija del defenestrado, Félix Salgado Macedonio, que en regresar al país.
Contrario a lo sucedido cuando ataca a sus adversarios políticos, que recibe una gran difusión en imagen, apenas existe un video de pésima calidad en el cual se observa a López Obrador con los funcionarios, en medio de la madrugada, previo a la reunión que sostuvieron. Lo dicho, AMLO no quiere que su imagen pública se ligue a una tragedia de esas dimensiones.
Sin embargo, esa falta de presencia pública, tanto del presidente de la República, como de la gobernadora guerrerense, lo único que revela es una ausencia de poder en el momento que más se requería. A lo más que llegó López Obrador fue a dejar una grabación de su voz para explicar, con la técnica del perifoneo, a los acapulqueños, que deben obedecer las indicaciones de las autoridades y no incurrir en saqueos, lo cual nadie obedeció.
Como en toda catástrofe natural, deberá venir la reconstrucción y la atención a los afectados y es ahí en donde la desaparición del Fondo de Desastres Naturales (Fonden), se convirtió en un punto de debate entre López Obrador y la oposición.
Después de su extinción, decretada en 2021 por el mismo Andrés Manuel López Obrador, el Fonden conservaba disponibles 95 millones de pesos para cuestiones administrativas y acciones tendientes a su desaparición.
Sin embargo, López Obrador afirmó que el dinero para catástrofes se mantiene y es ilimitado, aun cuando desapareció la estructura del Fonden, porque “servía para la corrupción”, de acuerdo con lo afirmado, pero no demostrado por López. Señaló que no tienen tope los recursos para atender las necesidades de los damnificados.
En tanto, en el Senado, Gabriel Yorio, subsecretario de Hacienda y Crédito Público, informó que en el Fonden subsisten recursos por 18 mil millones de pesos, pero esa cifra fue desmentida por Juan Pablo de Botton, subsecretario de Egresos de la misma dependencia, quien indicó que el monto es de 11 mil millones de pesos. Los datos de la misma dependencia señalan que para desastres naturales se cuenta con 14 mil millones de pesos.
Como puede usted apreciar, ni el mismo gobierno se pone de acuerdo para saber cuanto dinero tiene el Fonden, si es que aún tiene algo y menos de cuanto se puede disponer para enfrentar la crisis en Guerrero.
En el mejor de los casos, el equivalente en dólares del Fonden es de 990 millones, cifra ínfima si se toma en cuenta que empresas privadas de seguros de Estados Unidos, como Enki Research, calcularon que se necesitan alrededor de 15 mil millones de dólares para enfrentar la situación económica de emergencia provocada por Otis.
Con este deplorable contexto de negligencias y destrucción, el sol en Acapulco tardará en salir, pero finalmente, volverá a alumbrar, de eso no hay duda.