La nueva naturaleza del episcopado mexicano
Palacio Nacional se cimbró desde los cimientos, con el señalamiento de que el cartel de Sinaloa entregó entre 2 y 4 millones de dólares a integrantes del equipo de campaña del entonces candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, en 2006. Si AMLO señala que se trata de una calumnia ¿qué espera para demandar a los periodistas que así lo señalan?
La noticia dada a conocer por los periodistas Anabel Hernández (mexicana) y Tim Golden (estadounidense), desató la furia del presidente de la República que pidió al gobierno de Estados Unidos una disculpa pública, debido a que la información de los comunicadores se basa en una investigación realizada por la agencia antidrogas de la Unión Americana, DEA, pero además sostiene que la nota es politiquería electorera.
Por otra parte, mientras avanza el reloj de arena hacia los comicios del 2 de junio, en el periodo electoral que está en marcha, ya han sido asesinados 10 candidatos a diversos puestos de elección popular. La violencia ya está presente también en este aspecto de la vida nacional en la actualidad.
En este ambiente convulsionado, llamó la atención el espléndido foro realizado por El Universal, el miércoles pasado, en el cual el magistrado del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Felipe de la Mata, pidió que la injerencia del narco en las elecciones sea tratada de manera urgente, pues en caso de no atenderse, en unos años se podría llegar a tener “un gran capo como presidente”.
Tremenda declaración la del magistrado, quien lanzó un llamado de alerta comprensible: “No podemos quedarnos como estamos ahorita. Sí, hay un problema. Tenemos que mejorar o nos vamos a conformar con tener en 10 o en 20 años pues a alguien del tamaño de un gran capo como presidente de la República”, advirtió.
No se quedó atrás la presidenta magistrada de ese tribunal, Mónica Soto, reconoció que la injerencia del crimen organizado en los procesos electorales es uno de los grandes problemas que enfrenta el país. De ese tamaño es la preocupación de los magistrados encargados de calificar los comicios en México.
En tanto, la información de los dos periodistas caló en lo más hondo del gobierno obradorista. En términos generales, las dos amplias investigaciones publicadas en el medio alemán Deutsche Welle y Prorepública, con algunos matices, apunta a que el cartel de Sinaloa, por medio de Arturo Beltrán Leyva, alias “El Barbas”, entregó dinero para apoyar la campaña presidencial de López Obrador.
La investigación de los periodistas señala que el dinero sucio habría sido recibido nada menos que por Nicolás “Nico” Mollinedo, jefe de logística de AMLO, y persona de todas sus confianzas; por Mauricio Soto Caballero, actual miembro del Congreso Nacional de Morena; Francisco León, empresario que está desaparecido, y por Emilio Dipp Jones, también hombre de negocios.
La entrega de la enorme cantidad de dólares habría sido pactada por los lugartenientes del cartel de Sinaloa, Edgar Valdez Villarreal, “La Barbie”, Roberto Acosta Islas, “El R” y por Roberto López Nájera, encargado de mover las finanzas de los Beltrán Leyva y quien finalmente se convirtió en delator de la DEA, con el sobrenombre de “Jennifer”, señalado por filtrar toda esta información.
El señalamiento que hace Anabel Hernández es contundente, en relación a que el 16 de junio de 2006 “según supo el gobierno de Estados Unidos, AMLO habló telefónicamente con La Barbie, agradeció el apoyo económico a la campaña y dijo que cuando llegara a la presidencia quería que disminuyera la violencia para lo cual le pidió ayuda al narcotraficante”. Así de fuerte: el mandatario agradeciendo directamente la ayuda de un delincuente de altos vuelos.
López Obrador ha señalado durante varios días que es calumniosa la información vertida por los periodistas y acusó directamente al gobierno de Estados Unidos de estar atrás de la información que aparentemente fue difundida por la DEA. Entonces, parecería que le asiste al presidente de la República toda la razón para presentar una o varias denuncias en contra de los comunicadores, entonces, ¿por qué no lo hace?
La política de su gobierno en contra del narco ha demostrado su ineficiencia, como lo demuestra el hecho de que se registren más de 175 mil homicidios dolosos durante su sexenio y miles de desaparecidos. La estrategia de “abrazos, no balazos” para el hampa, desata el malestar de millones de mexicanos.
Ni que decir de la predilección del mandatario a Badiraguato, Sinaloa, lugar de nacimiento de Joaquín Guzmán Loera, que ha visitado seis veces en su mandato. AMLO se ha visto más preocupado por las supuestas necesidades de los habitantes de ese poblado, que, por los habitantes de Acapulco, por ejemplo, golpeado por el huracán Otis, a quienes se ha limitado a observarlos desde un helicóptero, porqué dice temer a le vaya a faltar al respeto.
A medida que se acercan las elecciones, se enrarece más el ambiente, no sólo por la contienda de los políticos, sino por la presencia del narcotráfico, en los sitos en donde se espera que las elecciones seas más reñidas.
El hecho de que un magistrado electoral llame la atención sobre que un narcotraficante pueda llegar a la presidencia en una o dos décadas, no es cosa menor, por el tipo de conocimiento que tiene este funcionario.
México no es Colombia, pero debe recordarse que el narco más famoso del mundo, Pablo Escobar Gaviria, capo del cartel de Medellín, hizo todo lo posible para ser presidente de su país e incursionó en la política.
En 1982, decidió que quería estar en el congreso colombiano. No lo hizo directamente, sino que fue suplente del político Jaime Ortega Ramírez, candidato del Movimiento Político de Renovación Liberal.
En ese año, Escobar incluso viajó a España en representación de Colombia, para asistir a la posesión presidencial de Felipe González. Así, pasó de los laboratorios clandestinos de cocaína al ámbito político.
El narcotraficante quiso llegar a la Casa de Nariño (el equivalente al Palacio Nacional de México). Su esposa, Victoria Eugenia Escobar escribió en sus memorias que su marido pensó que había logrado su objetivo y, después de ser senador suplente, aspiró a ser presidente.
“Cariño, prepárate para ser la primera dama (…) las puertas del palacio presidencial se nos abrirán”, afirmó el capo a la modelo tras ser nombrado reemplazo en el Congreso. Afortunadamente no fue así y finalmente Escobar fue abatido a balazos.
Nuestro país no es Colombia, al menos en eso confiamos muchos mexicanos.