Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Las redes y el secuestro
«Te dieron muerte. Hija, te amo, descansa en paz. Itzel Mar perdóname por no haber tenido suficiente dinero para pagar. Perdóname, hija, porque no trabajé lo suficiente para poder pagar tu rescate”.
El mensaje publicado en un perfil de Facebook estrujaba el corazón de quien lo leyera. Era el lamento final de una madre de familia, a las pocas horas de que fuera encontrado el cuerpo sin vida de su joven hija, quien había sido secuestrada.
Un mañana de este mes, el cuerpo de Itzel Mar, de 24 años de edad, fue encontrado en un camino vecinal de la comunidad de El Bajío, del municipio de Tancoco, Veracruz.
Los alrededores del lugar, fueron muchos años, comunidades tranquilas, punto menos que el paraíso, con clima caluroso, abundancia de agua, árboles frutales, pesca en abundancia, cercanos al mar, sitios en donde se podía vivir en paz. En la actualidad perdieron toda calma.
Itzel Mar tenía secuestrada un mes y una semana por un grupo de delincuentes armados que se la llevaron con rumbo desconocido de la colonia Las Delicias, del poblado de Naranjos.
La madre de Itzel, Gabriela Mar entró en negociaciones con los secuestradores y para calmar esa ansiedad terrible, provocada por no saber en dónde se encontraba su hija, inició una serie de mensajes en redes sociales para pedir clemencia por la muchacha.
«Felicidades madre mía, Virgen de Guadalupe, gracias por mover nuestro corazón y aumentar la fe, emperatriz poderosa. Pongo en tu corazón, como madre que fuiste terrenal, ahora espíritu para que la protejas, bendigas y cuides y permitas que sus captores tengan corazón noble y dejen en libertad a mi amada hija Itzel Mar, para que se reúna con todos nosotros su familia, en especial su bebé, que tanto la solicita», escribió el 12 de diciembre, aniversario de las apariciones de la Guadalupana.
La angustiada madre hizo un llamado por las mismas redes sociales a los secuestradores: “deben comprender que lo que solicitan no lo tengo, si no, desde el primer día lo hubiera dado, es mi única hija, cómo la voy a poner en peligro. Desafortunadamente no tengo y me duele mucho no poderla rescatar, me siento impotente de que todo lo que en años hemos trabajado no me alcance, perdón por no tener”.
Las súplicas fueron en vano y, desgraciadamente, Itzel fue sacrificada.
Lamentablemente, ante el recrudecimiento del secuestro en México, las redes sociales dan evidencia de este delito que se ha convertido en un grave problema social en algunas zonas de la República.
El perfil Rescatemos a David y Miguel es quizá uno de los más conocidos por la comunidad de Facebook, en donde se da cuenta del secuestro de dos jóvenes que llevan ese nombre, desde hace 7 años.
Los muchachos desparecieron mientras recorrían en automóvil alguna zona serrana de Guerrero. Sus familiares consideran que están vivos, porque en ocasiones han detectado con señal los celulares de los chicos.
Piensan que posiblemente hayan sido esclavizados por algún grupo delincuencial.
Han acudido a autoridades de todos los niveles, incluso fueron con el ex presidente Enrique Peña Nieto, quien prometió ayudarlos en su búsqueda infructuosa.
Ahora con esta nueva administración, se le abre una puerta de esperanza.
En la cuenta de Facebook, realizada para promover el rescate de los muchachos, se lee:
“Después de tener contacto con el presidente electo Andrés Manuel López Obrador, nos ofreció su ayuda y nos asignó a un abogado especializado, con mucha experiencia y que forma parte de su equipo, para darnos acompañamiento en todas nuestras citas con las diferentes instituciones como: Derechos Humanos, juzgados, SEIDO, Órgano Interno de control de PGR, entre otras”.
“Después de casi 7 años del secuestro, nos queda claro que la diferencia para poder solucionar nuestro caso y hacer una verdadera investigación es la voluntad y es lo que por fin recibimos del nuevo gobierno, les agradecemos profundamente y ponemos nuestra esperanza en su equipo para que al fin podamos tener noticias sobre David y Miguel. Una abrazo a todos ustedes”.
Palabras que cimbran, porque son una puerta abierta para quienes encuentran en la esperanza la única roca sobre la cual sostenerse.