Descomplicado
Huir de casa o morir
Si se hubieran quedado en sus casas, probablemente ahora estarían muertos. No hay de otra, o huyen o los asesinan.
En localidades ‘calentadas’ por el narco, no existen muchas posibilidades de supervivencia, especialmente cuando se trata de caseríos, rancherías o poblados pequeños apartados.
Los policías y alcaldes que deben protegerlos, en muchos casos están amafiados con los propios delincuentes o son victimados también por oponerse o, en el mejor de los casos, no hacen nada por combatir al hampa.
A casi tres años de la matanza, en Huixiopa, un pueblo de la sierra de Sinaloa, muchos de sus habitantes siguen exiliados en localidades vecinas o de plano salieron del estado para preservar su vida. La posibilidad de morir los hizo abandonar sus casas.
El 16 de junio del 2016, bandas de narcotraficantes se enfrentaron entre sí, pero además dispararon en contra de la población e incendiaron muchas casas. Como resultado de ello, 250 familias huyeron de sus hogares.
En últimos años se han producido tres éxodos masivos de pobladores de Huixiopa, a tal grado que 96 por ciento de la población abandonó sus domicilios, con lo que tenía a la mano y sin posibilidades de retornar pronto.
Desterrados de su lugar de origen por la violencia, la mayor parte de los habitantes de Huixiopa abandonaron las muchas o pocas cosas de valor que tenían, sus muebles, su ropa, sus implementos de trabajo. Las casas fueron saqueadas por la delincuencia.
En Huixiopa, pueblito perteneciente al municipio de Badiraguato, ni siquiera un vendedor puede entrar, si no tiene “permiso” para ello. El narcotráfico es el que decide la vida de las personas. De este tamaño es el problema que se vive en la zona.
La Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH), es una organización que da fe de esta realidad que tanto lacera, la de los desplazados a causa de la inseguridad.
Las cifras son alarmantes. Entre enero de 2009 y el mismo mes de 2017, 310 mil 527 personas tuvieron que desplazarse de manera forzada en el interior de la República Mexicana, debido a la violencia o a conflictos territoriales, religiosos o políticos.
Michoacán fue el estado con más personas desplazadas debido a la violencia, en ese periodo, pues al menos 10 mil personas fueron obligadas a dejar la entidad. Los michoacanos desplazados se han ido a lugares tan alejados de su tierra natal, como Tijuana, Baja California.
La CMDPDH señala que la población indígena fue la más afectada en algunos años de ese periodo, en el cual destaca 2016, cuando se produjeron al menos siete eventos de desplazamiento interno forzado.
El estado de Guerrero fue en donde ocurrieron más eventos masivos de desplazamiento forzado, con siete. Por esos sucesos resultaron afectadas mil 650 personas.
Otras entidades con eventos masivos de desplazamiento forzado fueron Veracruz, Sinaloa, Chihuahua, Michoacán, Durango y Tamaulipas, todos a causa de la violencia. México padece desplazamiento de su población, como si se tratara de un país en tiempos de combate.
La guerra contra las drogas alcanzó un nuevo nivel. Los cárteles se fragmentaron a medida que se neutralizó a los líderes, surgieron nuevos grupos criminales y la violencia se extendió por toda la costa del Pacífico, señala un informe del Índice de Paz México.
Sin embargo, lo preocupante es que ese informe, correspondiente a 2018, menciona que, por primera vez, los resultados del índice arrojan una nueva conclusión: la guerra contra las drogas no representa ya el panorama completo.
En la actualidad México afronta un colapso en su nivel de paz que afecta a la sociedad en general y en todos sus ámbitos. El país es menos seguro para la población en general.
En 2017, 25 de 32 estados, o sea casi todo el país, experimentaron un deterioro del nivel de paz, afectando los hogares y lugares de origen de más de 100 millones de personas.
La tasa nacional de delitos con violencia subió 15 por ciento el año pasado, con incrementos en los asaltos, los robos y la violencia sexual. La tasa mensual de violencia en la familia escaló 32 por ciento en los últimos tres años. Puesto que la violencia doméstica y la violencia fuera del hogar van de la mano, los tiroteos en las calles ya no son el único problema de paz en México.
Con el llamado gobierno de la Cuarta Transformación, 2019 puede convertirse en el año más violento de las últimas décadas, la operación de la Guardia Nacional no acaba de aterrizar, no hay una estrategia clara de combate a la delincuencia, sigue imparable el número de homicidios, de secuestros, de personas desaparecidas, de mexicanos que, en muchos lugares, prefieren abandonar su casa que perder su vida. Huir o morir, es su lamentable perspectiva.