![](https://mexico.quadratin.com.mx/www/wp-content/uploads/2019/04/Daniel-Adame-Osorio-FOTO-FACEBOOK-107x70.jpg)
Escenario político
¡Ni una mujer menos!
“Fui a bailar para festejar que promocioné una materia en la facultad. A la salida me tomé un taxi y nunca más me vieron. Mi cuerpo destruido apareció al costado de la ruta, 13 días después. Yo lo cuento porque Paulina Lebbos ya no puede”, denuncia Magda Lena.
Es el testimonio de una mujer que relata el infierno que vivió su amiga en sus últimos instantes de vida. Es el llanto contenido que escapa por medio de las palabras en Twitter, en una época en la cual no hay respeto por la vida y mucho menos si se trata de una mujer.
En mucha ocasiones el maltrato y el abuso sexual viene de familiares y hasta de aquella persona que más debiera proteger a una niña: su padre.
“Mi papá me violó desde los 7 a los 15 años. Cuando finalmente hablé, mi mamá me pidió que lo ocultara, por el bien de mis hermanos pequeños. Viví en silencio por tres años y decidí suicidarme, era el único camino. Lo cuento yo, porque mi amiga no pudo”, asegura Paula.
Se trata de los testimonios de mujeres que han perdido la vida a manos de hombres misóginos, que llegan a extremos terribles en México y en todo el mundo.
Son las historias reproducidas en Twitter con el hastag #Cuéntalo, mediante el cual se denuncian las historias de abuso del machismo terrible que no conoce fronteras ni condiciones sociales.
El hastag surgió como un grito de protesta en las redes sociales, en España, después de que un grupo de malvivientes, conocido como “La Manada”, abusó de una joven de 18 años de edad.
Pronto, el hastag se volvió viral en la península ibérica y después se extendió a todos los países de habla hispana, especialmente Latinoamérica.
En lo casos en los que la víctima de la violencia machista no desea denunciar lo ocurrido o fue asesinada por su victimario o victimarios, algún familiar o amigo efectúa la denuncia
“Me cansé del maltrato de mi pareja, lo denuncié pero la @FiscaliaCol no avanzó en el proceso, él ni siquiera fue llamado a indagatoria, cuando salía de visitar a mis hijos, él me disparo 4 veces. Lo cuento yo, porque mi hermanita ya está muerta”, dice Natalie García, de Colombia.
“Tengo 13 años, me violan y quedo embarazada, pierdo al bebé y mi papá me golpea por haberme dejado violar. A los 32 años morí en un parto, porque crecí en el campo y no tuve educación sexual integral. Lo cuento yo porque mi tía no pudo, señala Basic Bitch.
Afortunadamente, no siempre los abusos terminan con el fallecimiento de la víctima, aunque el sufrimiento a que es sometida, siempre deja una marca difícil de retirar del cuerpo y de la mente.
“Tengo 21 años, salgo con mi novio y sus amigos a una fiesta, le digo a mi novio que tengo sueño, me lleva al cuarto y al despertar no está él, pero sí los cuatro amigos conmigo en la habitación encerrados, violándome, lo cuento hoy porque hace cuatro años no fui capaz”, dice Salchipapera.
Durante meses o años, las víctimas callan, pero en la coyuntura mundial actual, muchas de ellas han dejado las sombras para salir a denunciar públicamente su padecimiento. Es una manera de liberarse y de alzar la voz para que otras mujeres no sufran lo mismo.
“Tengo 20 años. Tres hombres me suben a un auto y me mantienen secuestrada durante unas 16 horas. Soy violada por los tres. La razón: mi padre tenía deudas de dinero con ellos y mi cuerpo fue el lugar en donde cobrarlas. Callo durante 10 años. Lo cuento porque sigo viva”, relata felinomarxista.
“Mi profesor particular abusaba de mí. Me obligaba a ir de pollera (falda), y me manoseaba todo el tiempo. Nunca dije nada hasta el día que trató de violarme, pero pude escapar. Lo conté, pero prefirieron quedarse callados para cuidar su imagen pública”. Lo cuento, porque sigo viva, denuncia Julia.
“Tengo 40 años, un novio que me amenaza con pegarme si lo dejo. Llegué a mi casa 2 veces con marcas en los brazos. Lo dejé. Por día me deja 80 llamadas perdidas. Tengo miedo de que venga a donde vivo. Lo cuento yo, porque mi mamá no tiene Twitter”, acusa Alguien.
En México y en cualquier país, subdesarrollado o avanzado, la situación de las mujeres es similar. La posibilidad de ser sometidas y abusadas las rodea por todos lados. “Ni una menos”, es el grito más recurrente en las marchas que ellas realizan para denunciar el patriarcado y un machismo que mancha a toda la humanidad.
“Si mañana me pasa lo mismo quiero ser la última”, se lee en gran parte de los mensajes por Twitter, en un clamor que crece y exige que ninguna mujer más sea maltratada.