![](https://mexico.quadratin.com.mx/www/wp-content/uploads/2020/10/itinerario-politico-107x70.jpg)
Itinerario político
Grabadoras en Chihuahua
Roberto Díaz Romero, director de la Escuela de Derecho de la Universidad Autónoma de Chihuahua, prendió y apagó la grabadora varias veces, sin que el catedrático con el que conversaba se diera cuenta que su voz quedaría registrada.
Su intención oculta era la de tener un registro de quienes eran los miembros de la comunidad de esa institución universitaria que estaban a favor de los cambios de planes que urgía realizar en la UACH. Su plan, dicen sus detractores, era presionar y evitar que se presentara la transformación propuesta por el rector Luis Alberto Fierro Ramírez.
Díaz Romero sintió la Escuela de Derecho de la UACH como un feudo particular, en la que se incluía la asignación de “sus” profesores, por encima de la lista de catedráticos que se encontraban listos para llevar a cabo los nuevos planes de estudio propuestos.
En los últimos meses, la Universidad Autónoma de Chihuahua se ha convertido en una arena política, en la cual grupos académicos sectarios se han opuesto a cualquier viso de modernización en los programas escolares.
Este es el caso de la Escuela de Derecho, convertida en ínsula de poder por parte de Roberto Díaz Moreno, quien apagaba y encendía la grabadora para tener el testimonio verbal y presionar a quienes se manifestaban en favor del rector, sin que siquiera tuvieran la posibilidad de darse cuenta que sus voces quedaban registradas en un archivo sonoro.
Las intenciones de Díaz Moreno de oponerse a cualquier cambio de modelo educativo en la UACH pronto empezaron a ser escuchados entre los pasillos de la institución. Quiere ser el próximo rector de la institución y que mejor que oponerse al actual para alcanzar sus fines.
El director de la Escuela de Derecho buscó a los medios para negar tal especie, pero en el seno de la comunidad universitaria siempre quedó la sospecha.
No se puede saber que pasó por la mente de Díaz Moreno, cuando etiquetó como “enemigos” a quienes cuestionaban la elegibilidad de uno de los profesores “suyos” para un puesto en esa escuela.
Hay momentos en la vida de la sociedad en los que es impostergable hacer un alto y replantear los objetivos y las reglas básicas de convivencia desde la ética y la moral.
Estos puntos de quiebre suceden cuando los miembros de una comunidad traicionan los valores que los significan a priori, aquellos valores íntimos sobre los que se formó el tejido social.
En las organizaciones sucede algo parecido cuando se forman camarillas que ponen sus intereses de grupo por encima del de los demás.
Esto invariablemente deja en segundo plano los esfuerzos que deben hacer las organizaciones para enfrentar entornos complejos y cambiantes.
Cuando tomó el cargo, Roberto Díaz Romero, muy probablemente no imaginó que llegaría a bajar sus estándares éticos al punto de grabar secretamente a compañeros de la comunidad universitaria.
En cualquier caso, decidió que los tenía que destruir sin importar los medios, ni mucho menos el interés de la UACH.
La UACH, como todas las universidades del mundo, enfrenta un reto existencial. Está demostrado que la educación universitaria es una inversión que se justifica cada vez menos, desde el punto de vista de algunas personas.
La realidad es que las universidades no pueden ya prometer a sus estudiantes que el tiempo y dinero invertido en educación superior redituará como lo hacía en el pasado. Esta es la principal causa de la crisis de los préstamos universitarios en Estados Unidos: sencillamente los egresados no ganan lo suficiente para repagar el costo de su educación. En nuestro México la situación es peor.
En nuestro país es menor el acceso a tales créditos, pero es notoria la gran cantidad de egresados que no encuentran trabajo en el área que estudiaron. Las empresas, por su lado, se quejan cada vez más de que los graduados universitarios llegan al mercado de trabajo con deficiencias críticas de habilidades, pero sobre todo sin entender que ellos deben sumarse a las empresas y no son las empresas las que deben ajustarse a sus gustos y necesidades.
La Universidad Autónoma de Chihuahua ni ninguna otra del país, deben mantenerse como terrenos de caza para grupúsculos que se quieren apoderar de ellas para fines personales. La educación superior es más que un botín político y eso lo deben entender las minorías que pretenden imponer programas educativos a modo.
Es momento de que la comunidad universitaria *apague la grabadora*, que haga una introspección crítica de lo que los define como comunidad y de las reglas básicas de convivencia.
Lo que decida la UACH en estos momentos marcará el destino de la organización en el futuro. Nunca habrá un plan que no toque intereses particulares o que guste a todos; tampoco habrá un plan que sea exitoso al tiempo que es saboteado desde adentro.
La UACH tiene la opción de crecerse ante la adversidad o perder por default.