Para Contar
“¡¡Maten al chino, porque es la única manera de que el Coronavirus, no se extienda en el Centro y de ahí a toda la Ciudad de México!!”, era el texto breve, pero directo y contundente, la advertencia que empezó a correr en el callejón de Dolores.
Eran los primeros días de abril, a horas de decretada la contingencia sanitaria, cuando el rumor fue creciendo en el barrio chino de la capital. Sobre los comerciantes y habitantes de la zona pesaba la acusación falsa de ser los culpables de llevar la moderna peste a los capitalinos.
Matar al chino, no significaba, asesinar a alguna persona en especial. Era una incitación a acabar con la comunidad asiática, antes de que ella terminará contagiando a los mexicanos que viven en los alrededores.
“Las autoridades deben venir y realizar una buena fumigada en el barrio chino, porque si no lo hacen crecerán las zonas infectadas en toda la ciudad, ya que todos sabemos que de aquí surgió del Coronavirus que después se desparramó y convirtió a Iztapalapa y la Gustavo A Madero en focos terribles de infección”, asegura un vecino de Dolores, que prefiere no mencionar su nombre.
En la Ciudad de México, ser de origen asiático o cuando menos parecerlo puede resultar extremo, porque en tiempos de Coronavirus cualquier persona con estas características puede ser acusada de ser portadora del agente maligno.
Un hombre y su esposa, los dos de mediana edad, caminaban apresuradamente sobre la calle de Hamburgo, en la Zona Rosa. A su lado iba su hijo, quizá de 7 años. El hombre impulsaba una carriola y llevaba del brazo a la mujer, mientras observaban de reojo como dos hombres los señalaban con el dedo, mientras les advertían, les exigían, que regresaran a Corea para que nos siguieran infectando de Covid-19 a los mexicanos.
En días pasados de manera inesperada aparecieron pintarrajeadas las paredes de algunos restaurantes de comida coreana ubicados en esa zona. “No los queremos aquí. Ustedes trajeron el Coronavirus de Corea”, aseguraba una leyenda amenazante, pintada con una espesa capa de pintura negra, que fue borrada casi de inmediato.
“Los coreanos son gente muy cerrada, qué tiene su propio círculo social. Ellos tienen restaurantes y supermercados desde hace muchos años en la Zona Rosa, a donde llegaron a vivir después de que hicieron mucho dinero vendiendo toda clase de contrabando y mercancía en Tepito”, reveló un vecino.
“Son muy reservados, Por lo general, no hablan español y sólo hacen amistad entre ellos. Los únicos mexicanos con quienes tienen trato, son los empleados de sus restaurantes”, mencionó.
Refirió que le ha tocado observar cómo los vecinos de la Zona Rosa muestran gran recelo en contra de los coreanos, porque surgió el rumor creciente de qué viajan continuamente, entonces, se contagiaron en su país y trajeron el virus de regreso.
Pero este tipo nuevo de xenofobia también se aplica no sólo en contra de personas que parezcan chinos o coreanos, sino que también se ejecuta en perjuicio de personas de origen o cuando menos apariencia árabe.
La comunidad árabe que vive en algunas calles de la Colonia Narvarte también ha sido objeto del desprecio y maltrato de personas fanatizadas.
Ser de origen árabe y vivir en la Narvarte es fatídico, porque surgió un rumor de que personas de Medio Oriente llegaron a vivir con familiares, pero estaban infectados. Una fake news aplicada y creída sin miramientos.
El rumor se hizo presente después de que arribara una ambulancia para recoger a un anciano enfermo, que al parecer ni siquiera tenía un padecimiento de tipo pulmonar, como sucede en el caso del flagelo que provoca el Coronavirus.
De repente, en la colonia surgió la especie de que en las calles de Xola y Obrero Mundial viven muchos infectados y que personas oriundas de Siria y Palestina empezaron a contagiar a mexicanos que viven cerca de ellos.
“No tengo nada en contra de los árabes, pero creo que lo mejor es marcar sus casas y negocios con grandes signos de color oscuro o negro para dar a conocer en donde están los sitios de contagio”, aseguró Juan Pedroza, un vecino que cree fielmente que los árabes son los causantes de los contagios de Coronavirus.
Revela que “muchos” árabes se siguen reuniendo a tomar café, a pesar de la contingencia, por lo cual se requiere que sean sanitizados los restaurantes en donde se reúnen y sus negocios.
Igual de destructor que el Covid-19, otro virus se ha inoculado entre muchos mexicanos: el del racismo, que destruye más a quiénes sufren discriminación a causa de la pandemia.
Un gran número de mexicanos, agobiados por la cuarentena, tratarán de encontrar responsables de la pandemia, que consideran como algo injusto en sus vidas. Están obligados a mantenerse enclaustrados, sin que sepan en donde volcar su impotencia, su coraje, su frustración.
Quienes han incurrido en conductas agresivas o violentas contra presuntos portadores del Coronavirus no hacen más que reflejar un deficiente equilibrio emocional propiciado por la extrema monotonía qué ha convertido a sus casas en cárceles temporales, de las cuales no deben salir por el riesgo a quedar contaminados.
La discriminación puede ser una peor pandemia que el Covid-19, porque se ejerce en contra de personas vulnerables por modernos Torquemada.
Matar al chino, matar al árabe, expresiones modernas de intolerancia en tiempos del Coronavirus.