
Teléfono rojo
Los muertos no traicionan
“Me siento muy mal. Me duelen los huesos y he tenido fiebre varios días. Voy a hacerme una prueba, porque me da mucho miedo tener Coronavirus e infectar a mi esposa”.
José falleció en la Ciudad de México, tan sólo una semana después de que fue internado de emergencia en el hospital. Efectivamente, estaba infectado y desarrolló Covid-19. Formó parte de las más de 12 mil personas que, hasta esta fecha, han muerto arrastrados por la pandemia.
Ahora, su viuda pasa por momentos de incertidumbre. Su análisis salió negativo, por el momento, pero el médico le recomendó someterse nuevamente a otro test para dar tiempo al posible desarrollo de la enfermedad, lo cual ella teme.
José era un hombre que todas las mañanas salía a trabajar, como cualquier mexicano, que se esforzaba por llevar una vida normal y luchar porque su familia saliera adelante. No mentía, no robaba, no traicionaba.
Por ello, su familia enojó cuando escuchó y vio en la televisión la imagen del presidente Andrés Manuel López Obrador afirmar que no mentir, no robar, no traicionar, ayuda mucho para no contraer Coronavirus. ¿Qué cosa está diciendo?, se preguntaban con coraje.
Al escuchar las declaraciones del mandatario, una amiga me comentó que no pudo contener la rabia, el coraje. Aquellas palabras, dichas con tanta ligereza, para ella fueron dardos envenenados. De coraje, se soltó a llorar por horas.
En días pasados la vida de su tío se había extinguido por el Covid-19.
“Mi tío no era corrupto, ni traicionaba a nadie y se murió de Coronavirus ¿Qué le pasa a ese tipo, ¿cómo se atreve a decir eso? Estoy muy enojada, porque sus palabras ofenden a quienes fallecieron”, comentó.
Su familiar había librado una batalla terrible para tratar de superar al virus, pero al final murió, entre la congoja de la familia.
Recuerdo a mi abuela, nacida en Guerrero, no tenía problemas cuando se trataba de decir las cosas como son, tenía una boca claridosa, pero muy franca, con ella no se podía tener medias tintas. “No se te olvide que soy de Guerrero y donde pinto, no borre nadie”, nos decía a los nietos que la hacíamos enojar y su manera de actuar, tan franca, tan de ella, nos causaba mucha risa.
Ella, como cualquier persona tenía sus propias reglas de comportamiento, opinaba que se debía tener tantita madre para no hablar mal de los muertos.
Cómo la recordé este jueves al conocer las declaraciones del mandatario de que ayuda mucho no mentir, no robar y no traicionar para no contraer Coronavirus, como si el padecimiento sólo tuviera impacto entre quienes tengan determinado comportamiento ético.
La declaración generó críticas en las redes sociales. ¿El presidente estaba dando a entender que quienes se enferman de Coronavirus, mienten, roban o traicionan? Para muchos internautas así sonó.
Sin duda, fue una afirmación que no dejó bien parado a López Obrador, que lo dejó con una imagen de insensible sobre un tema tan delicado, como es la muerte de las víctimas de Coronavirus.
No fue sólo el comentario de ciudadanos de a pie, sino de líderes de opinión que advirtieron el juego de palabras del mandatario. ¿Qué mensaje subliminal estaba lanzando, cuáles fueron sus verdaderas intenciones? Sólo él lo sabe.
Del Gobierno de México no se han visto banderas a media asta, ni un minuto de silencio por los mexicanos fallecidos, vamos ni siquiera un pésame verdadero, genuino, hacia los deudos de las víctimas del Covid-19.
El presidente habla del problema como un tema incómodo, sobre el cual no quiere dar mayores explicaciones ni proporcionar verdadera certidumbre acerca de lo que pueden esperar los mexicanos respecto a la pandemia. Las expectativas sobre el futuro de la enfermedad son inciertas y el Gobierno de México las amplía.
El caballo apocalíptico de la peste cabalga sin control sobre las ciudades y pueblos del país. Por más que el presidente de la República insista en que la crisis está domada, la realidad lo desmiente. El número de contagiados, de casos sospechosos y de muertos, va al alza.
Hugo López Gatell ya no sabe ni que decir, se enreda todos los días con las cifras, pronostica un día un número de posibles fallecimientos y al día siguiente lo cambia. “Habíamos dicho que podríamos tener 28 mil muertos, pero redondeamos la cifra a 30 mil”, afirmó desencajado, dibujando una falsa sonrisa que no era para nada divertida, al referirse a este tema. Como si redondear muertos fuera redondear un número de naranjas.
Terrible falta de sensibilidad, de tacto, para hablar de fallecimientos, como si se refirieran al estado del tiempo.
Son las maneras burdas de la Cuatro T en tiempos del Coronavirus. Así son.