Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Sorpresa bancaria
Desde que inició la pandemia de Coronavirus, don Enrique, un pensionado de 68 años de edad, tiene un gran temor a contagiarse y, por ello, evita cualquier lugar público. Se mantiene casi todo el tiempo enclaustrado en su casa. Sin embargo, tuvo que vencer su temor e ir al banco, al enterarse que había sido objeto de una estafa.
Un día recibió un mensaje a su celular que cambió su situación económica. Su banco le notificó que su tarjeta de crédito había sido bloqueada para protegerlo, debido a que ese mismo día la institución detectó operaciones sospechosas que se realizaron vía Internet.
En dicho mensaje se le pedía a esta persona que respondiera a un pequeño cuestionario para validar que en realidad se trataba de la persona correcta a la que quería llegar el banco.
El mismo mensaje le fue repetido por su correo electrónico, en donde aparecía, con el logo de la institución bancaria, el número de su tarjeta. En esa institución, esta persona además tenía un par de cuentas bancarias, cuyos números le fueron mencionados. Todo checaba con la realidad.
En cuestión de segundos, después de que recibió el mensaje, le entró una llamada a su celular, por parte de un funcionario del banco, que le llamó por su nombre y le informó que, como le mencionaban por medio del mensaje, se habían detectado operaciones que “afortunadamente” no fueron aprobadas por la institución, debido a que se sospechaba que se trataba de un fraude.
El funcionario bancario que se hallaba al otro lado de la línea telefónica, le indicó que, sólo por seguridad, le haría varias preguntas, como su nombre, la fecha en que nació, le pidió que le repitiera el número del plástico de su tarjeta de crédito y, en seguida, los tres dígitos del número que aparece en la parte de atrás del plástico, junto a la firma.
Las preguntas fueron tan rápidas que el señor Enrique, casi de manera automática, leyó el número que no debió dar. En unos minutos apareció un cargo de 150 mil pesos en su tarjeta. Lo habían defraudado con su consentimiento.
Después vino todo el calvario que significa para un tarjetahabiente el informar de un cargo no autorizado y la exigencia que el dinero le fuera reintegrado.
Debido a que creció el número de operaciones bancarias, realizadas vía remota, por la pandemia de Coronavirus, se duplicaron los tiempos de respuesta de la institución se para resolver problemas de sus clientes. Por eso, don Enrique tuvo que salir de su enclaustramiento e ir al banco, a pesar del temor que tiene de contagiarse.
Este tipo de fraude es cometido usualmente por bandas perfectamente articuladas que saben cómo obtener de sus víctimas la información adecuada para timarlos.
Las instituciones financieras perfeccionan sus mecanismos para evitar que sus clientes sean objeto de este tipo de triquiñuelas, pero en muchas ocasiones es el propio tarjetahabiente quien se deja sorprender por los delincuentes, proporcionando información que no debe.
Por ello, los bancos y demás instituciones crediticias repiten con más frecuencia a sus clientes que nunca deben proporcionar información confidencial a cualquier persona, aunque esta diga ser funcionario de la empresa y menos aun cuando dichos datos se proporcionan por medios como el teléfono o el internet.
En especial, la red virtual es objeto de una especial vigilancia por parte de los departamentos de seguridad de las entidades financieras, pero también de la Policía de Ciberdelincuencia Preventiva.
Esta corporación indica que otro mecanismo de estafa empleado por este tipo de delincuentes es el ofrecimiento de créditos por altos montos, con tasas de interés reducidas, sin entregar ningún comprobante de ingresos del beneficiario y sólo con una copia de la credencial del Instituto Nacional Electoral.
En estos casos, los hampones se hacen pasar por ejecutivos de instituciones bancarias y para “otorgar” supuestos créditos, solicitan previamente realizar un depósito para la obtención de una clave de liberación.
Una vez que presuntamente se ha autorizado el crédito, se pide realizar un depósito con motivo de realizar la apertura de una cuenta para la recepción del crédito otorgado.
Ya que la víctima realizó el depósito correspondiente se pierde contacto con el supuesto ejecutivo bancario.
La Policía de Ciberdelincuencia Preventiva cuenta con recomendaciones que deben ser conocidas por todos los cuentahabientes de servicios financieros, con el objeto de impedir ser objeto de fraudes por parte del hampa organizada.
Entre las recomendaciones de esa corporación se encuentran:
· Desconfiar de anuncios impresos o electrónicos en los cuales se ofrezcan créditos bancarios de manera inmediata y por altos montos sin comprobar ingresos ni historial crediticio.
· No requisitar formularios en línea que soliciten datos personales sin antes verificar la identidad de la institución bancaria.
· Solicitar dirección y teléfono de la sucursal en donde se llevara a cabo el trámite del crédito solicitado, así como el nombre del ejecutivo bancario que lo atiende, esto con motivo de corroborar ante la institución financiera correspondiente los datos obtenidos.
· No realizar depósitos a cambio de obtener créditos o por aperturas de cuenta. En caso de necesitar algún crédito bancario, dirigirse personalmente a la institución financiera de su preferencia.
Sin duda, evitar ser víctima de un fraude dependen en gran medida de los cuentahabientes, que deben ser más cuidadosos de su datos personales para evitar ser víctimas del hampa, que perfecciona sus métodos para sorprender a incautos.