Historias Surrealistas
Morir en el micro
A Oscar lo mataron sólo porque les dio la gana. Cuando surgió el atraco, el joven, de 24 años de edad, no se defendió, no alegó, vamos ni siquiera habló, pero se les antojó asesinarlo.
Uno de los dos tipos que se subió a la combi, simplemente le acercó la pistola y disparó a quema ropa. El muchacho agonizó tirado en el suelo del vehículo, quejándose, ante el terror de los pasajeros.
La escena se ha repetido continuamente en los noticieros de televisión e inundó las redes sociales, desde el pasado 28 de agosto, cuando ocurrieron los hechos.
En el video, que se viralizó, se observa a dos hombres, vestidos con chamarras de color negro y rojo. Se aprecia como amenazan con pistolas a los pasajeros de un transporte público.
Les roban carteras, celulares y otros objetos de valor. Casi desde el principio del atraco, que duró unos cuantos minutos, uno de los asaltantes disparó en contra de Oscar.
De la zona de El Molinito, en el municipio de Naucalpan, en donde ocurrió el asalto, el muchacho fue llevado de emergencia al Hospital de Traumatología de Lomas Verdes, pero no resistió las heridas y finalmente falleció.
Los mismos individuos fueron captados por otra cámara, cuando, con minutos de diferencia, participaban en otro atraco a unos cuantos metros de donde habían asaltado.
Este jueves, agentes de investigación del Estado de México detuvieron a un individuo llamado Víctor Manuel, de 32 años de edad, como presunto responsable del homicidio de Oscar. El sujeto está relacionado con la banda de “Los Ardillas”, a quienes se les acusa de realizar diversos atracos.
La aprehensión de Víctor Manuel no soluciona el problema de inseguridad. Los miembros de su numerosa banda siguen libres atracando diariamente, además de que en la zona hay muchas bandas más, mientras las autoridades sólo actúan cuando tienen los reflectores encima, como en el caso de la muerte de Oscar.
Francisco Hernández López vive un sobresalto continuo cuando nota que al micro en el que viaja se suben dos sujetos sospechosos y que en unos cuantos minutos con groserías amenazan a los pasajeros con pistolas y les obligan a entregarles todas sus pertenencias. El año pasado lo asaltaron 8 veces de la misma manera.
Para él, como a miles de habitantes del Valle de México es habitual que los atraquen mientras se trasladan en transporte público a su trabajo o a su escuela. No tienen escapatoria una vez que los asaltantes ingresan al vehículo.
Francisco viaja todos los días de su casa, en el municipio de Ecatepec, Estado de México, uno de los más peligrosos del país, hacia la Ciudad de México, en donde trabaja en un almacén.
“Ahora sí ya valió madres”, es el grito que comúnmente vociferan los delincuentes para amedrentar y para dar a conocer a sus víctimas que a partir de ese momento se encuentran bajo su poder.
De hecho, Francisco señala que, en por lo menos cuatro ocasiones, los individuos que lo han asaltado son los mismos y a pesar de que las primeras veces que lo atracaron presentó las denuncias respectivas ante las autoridades policiacas y que ha ratificado sus demandas, en ningún momento ha sido llamado por el ministerio público de lo que deduce que sencillamente no han sido aprehendidos los ladrones.
En las querellas presentadas, siempre le solicitaron que informara de las características físicas de los delincuentes, pero al parecer nada de eso ha contribuido a que puedan ser localizados.
Refiere que los atracos en transportes de la zona de Ecatepec son cosa de todos los días, a pesar de que el anterior gobernador mexiquense, Eruviel Ávila, y el actual, Alfredo del Mazo Maza, pusieron en marcha operativos para prevenir los atracos a bordo de unidades públicas.
“La cosa está igual o peor que con el otro gobierno. Los robos no los para nadie, esa es una realidad y todo se queda en discurso”, refiere lacónicamente.
Ante la repetición de los atracos que sufren, Francisco y otras víctimas de este tipo de delitos, incluso recurren a la estrategia de “guardar” dinero en alguna parte de sus ropas, que puede ser entregado a los delincuentes en caso de ser asaltados por estos. Llegan al colmo de “apartar” parte de su quincena para dársela a quienes los atracan, a cambio de que no les provoquen un daño.
La historia de Francisco es la misma de mexicanos que en prácticamente todo el territorio nacional observan impotentes como la delincuencia le ganó la partida a los gobiernos de todos los niveles.
En muchas de ellas, las cosas no sólo no han cambiado, sino que incluso han empeorado. El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador habla de avances en muchos rubros, pero definitivamente en materia de seguridad el fracaso es más que evidente.
El problema de la inseguridad no sólo ha sido mal atendido por las autoridades federales, sino también por las estatales y municipales. Sin embargo, los delitos federales de alto impacto, que merecen la atención del Gobierno de la República persisten a niveles insostenibles y es en este terreno en el que la delincuencia ha rebasado a un estado que bien puede definirse como fallido.