Juego de ojos
Drogas y matricidio
Una mañana, el cuerpo de una profesora de secundaria amaneció sin vida en su cama, en el departamento que habitaba al sur de la Ciudad de México, con su hijo, estudiante de la universidad. El joven Diego estaba devastado al contemplar sin aliento a su madre.
Las primeras investigaciones consideraban al robo, como móvil del homicidio. Los investigadores pronosticaban que varios ladrones habían penetrado durante la madrugada a la vivienda y habían sorprendido a los dos habitantes mientras dormían.
De acuerdo con esta teoría, los bandidos habían sido descubiertos por la maestra, quien fue victimada a golpes por los delincuentes para que no los delatara, mientras el muchacho nada había podido hacer.
Sin embargo, empezaron a surgir dudas en torno a las razones por las cuales el chico no había hecho prácticamente nada en una trifulca que forzosamente debió haber escuchado. El joven presentaba algunas laceraciones, pero no era capaz de informar de manera general, de la forma en que ocurrieron los hechos.
Diego se mostraba más bien hermético, con evasivas, raro en su comportamiento, con la mirada perdida. Los exámenes médicos confirmaron que el muchacho daba positivo al consumo de varias sustancias, entre ellas a la cocaína y al cristal. El universitario era un consumidor de drogas fuertes.
La mente de Diego había borrado todo lo sucedido la noche que asesinaron a la profesora. Sin embargo, paulatinamente afloró la verdad. El joven, totalmente drogado, había discutido esa madrugada con su progenitora, quien le reconvino por el estado en que se encontraba hasta que después de las palabras, empezaron las agresiones físicas entre ambos y finalmente Diego acabó con la vida de su propia madre.
El barrio en el que vivía Diego se conmocionó, porque los dos eran conocidos y estimados por su comunidad y nadie se imaginaba que sucedería una tragedia de ese tamaño. Después de ese día, el muchacho murió en vida. Pasará casi toda su vida en prisión. El haber asesinado a su madre en un momento de agresividad extrema, lo marcó para siempre.
“A Diego las drogas le cambiaron la vida”, relata uno de sus amigos. “Me dio tanto dolor verlo antes de que sucediera la tragedia. No lo conocí, era como si estuviera hablando con otra persona. Hablaba de manera incoherente. Las drogas le quemaron la mente y el alma”, señala.
A Said Alejandro “N”, de 29 años de edad, también lo atrapó el cristal. Mucho tiempo fue un joven sano, hasta que empezó a consumir la droga y su mente se desquició gradualmente, a tal punto que un mal día asesinó a su madre con una roca y lesionó gravemente a una de sus hermanas.
El muchacho adicto llegó una tarde a su casa, en la ciudad de Chihuahua. Había consumido el narcótico y esto fue notado por su madre y su hermana Ivonne, de sólo 19 años de edad.
Las dos mujeres le recriminaron a Said su comportamiento y lo obligaron a abandonar la vivienda, ubicada en la calle Parque Pilatos de la capital chihuahuense.
Durante varios minutos, los tres discutieron afuera de la casa habitación. El muchacho montó en cólera y tomó del piso de terracería una piedra de gran tamaño con la que agredió a su madre, Flor Borunda García, de 45 años de edad, hasta causarle la muerte.
En seguida, se fue en contra de su hermana y también la golpeó. La escena fue observada por vecinos, que solicitaron la intervención de la policía y de una ambulancia.
Los paramédicos no pudieron hacer nada para evitar que la madre del adicto falleciera y trasladaron muy grave a su hermana a un hospital de la zona.
En otro caso, ocurrido también en Chihuahua, un hombre de 50 años de edad, atacó a su padre bajo los influjos de alguna droga, en las calles 15ª y Miguel Trillo, del fraccionamiento División del Norte.
Reportes policiales indicaron que el ataque ocurrió en la sala de la vivienda, a donde acudieron elementos de seguridad después de una denuncia de vecinos, quienes indicaron que en el piso de la casa se encontraba el cuerpo de una persona.
El homicida presuntamente drogado rondaba la casa, en donde mató a su padre de varias puñaladas.
En muchos estados fronterizos, como es Chihuahua, el consumo de drogas “duras” se ha disparado en los últimos años.
Los adictos no sólo se convierten en delincuentes que roban para poder comprar las sustancias que consumen. Su mente se desequilibra a tal grado que llegan a asesinar incluso a familiares. Eso pasó con Said.
¿Qué sucede en la mente de los adictos, que son capaces de asesinar incluso a personas hacia las cuáles, antes de empezar a consumir droga, mostraban respeto o amor?
De acuerdo con investigaciones realizadas por instituciones universitarias y del sector salud, existe un grave deterioro de los procesos afectivos por el consumo de drogas, en especial de las altamente adictivas.
En el Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino Álvarez, de las 15 mil consultas que se atienden anualmente, 4 por ciento corresponden a psicosis generadas por el consumo de alcohol y drogas.
La adicción a las drogas y a bebidas alcohólicas en nuestro país está fuertemente asociada con males mentales que, en algunas ocasiones, generan violencia y hasta homicidios.
Diversos padecimientos físicos y mentales provocados por drogas y alcohol afectan a más de 9 por ciento de la población, de acuerdo a cifras del sector salud, índice que ubica a México, como una de las naciones con mayores padecimientos propiciados por sustancias psicoactivas.
Desde hace por lo menos cuatro décadas, la salud mental de los mexicanos se ha visto gravemente impactada por el consumo habitual de bebidas embriagantes y drogas.
El consumo de sustancias psicotrópicas, en algunas zonas del país se inicia en niños de entre 9 y 10 años de edad, con las brutales consecuencias que tiene en su sistema nervioso y en todo su cuerpo en general.
El cerebro que es uno de los órganos que tarda más años en complementar su desarrollo (alrededor de 2 décadas), sufre consecuencias irreversibles cuando los jóvenes ingieren alcohol y drogas a temprana edad.
La problemática es simplemente aterradora y parece que no hay soluciones para lograr un cambio radical que evite que haya más casos como los de Diego y Said, de jóvenes que, drogados, lleguen al grado de asesinar a su propia madre por una simple discusión, por áspera que esta sea.