Escenario político
Billy, Cruz Azul y el cinismo de vender partidos (Primera de dos partes)
El domingo 6 de diciembre, el inesperado anuncio de que Jesús Corona no estaría en la portería de Cruz Azul, y sería suplido por un portero con cero partidos jugados en el torneo, el desconocido Sebastián Jurado, era el vaticinio de que el equipo la volvería a “cruzazulear” y lo hizo, lo cumplió en grande, sin empachos, con cobardía, con cinismo.
Cruz Azul está hundido en el lodo. La corrupción corroe al equipo de fútbol y la semifinal perdida sospechosamente con Pumas de la UNAM, sacó nuevamente a flote el tema sobre las sumas millonarias cobradas por Billy Álvarez, su ex directivo, cada vez que la “máquina” era derrotado.
Los celestes sólo debían anotar un gol para obligar a Pumas a meter seis, si es que querían estar en la gran final contra el León, pero los aficionados pudieron constatar que existió un afán deliberado de los azules por no hacer anotaciones.
Que no alineara Jesús Corona, despertó sospechas ¿Por qué colocar a un porterito sin experiencia en un partido tan importante? Era tanto como dar ventaja deliberada a los universitarios. Ya después de la derrota, Corona anunció en sus redes sociales que tenía una “molestia” en la rodilla, vamos no se trataba de una fractura o un esquince, y que eso le había impedido jugar, ah y que tenía Covid-19, pequeño detalle. Y hasta ahora no se sabe por qué se guardó esta información en secreto.
La pretendida lastimadura de Corona y su infección de Coronavirus no ha sido probada por nadie que no sea la directiva de los azules. Esta situación es más que sospechosa, pareciera que no alineó a propósito.
La estrategia para que Cruz Azul fuera derrotado por si mismo, se fue sucediendo minuto a minuto. El medio campista de contención, Rafael Baca, se cansó de fallar y permitir las incursiones de los Pumas, sin hacer nada, y le llovieron reclamos por ello. “¿Qué te pasa Rafael?, reacciona”, le grito en la cara uno de sus compañeros en el terreno de juego.
La debacle siguió con los reclamos de Milton Caraglio a Robert Siboldi, por la sospechosa insistencia del director técnico de hacer un juego ratonero, cuando sólo le bastaba un gol para estar en la final, porque obligaba a Pumas de la UNAM a meter seis anotaciones, después de que, en el partido de ida, los celestes habían ganado 4-0. “Si no voy a tener oportunidades para jugar, me largo a otra parte”, había gritado el argentino Caraglio al técnico uruguayo.
Esta cadena de anormalidades continuó con las facilidades del defensa Julio César “El Cata”, Domínguez, permitiendo que los delanteros de Pumas hicieran lo que quisieran frente al marco del imberbe Jurado.
Habría que investigar a Siboldi para determinar si su actitud derrotista fue premeditada. Tendría que verse con lupa si el “Cata Domínguez” dio facilidades a propósito para que los delanteros de la UNAM hicieran mella en el arco azul.
¿En realidad no fueron a propósito tantos errores y forman parte de una bien definida estrategia para que los celestes quedaran fuera nuevamente, por enésima ocasión, de una final, a la cual eran fuertes aspirantes?
Después de haber sido derrotada en el estadio Azteca, por Cruz Azul con el mismo marcador 4-0, las apuestas legales y las ilegales estaban cargadas hacia el lado celeste, por lo menos con momios de 8 contra 1, en favor de los celestes obviamente.
Una casa de apuestas de Estados Unidos dio a la UNAM sólo una posibilidad de ganar de 1 por ciento, por lo cual, las probabilidades de que Pumas ganara eran casi imposibles, pero ocurrió con la complacencia de los azules.
En las instalaciones de La Noria, en Xochimilco, el bunker del Cruz Azul, son insistentes las versiones de que la directiva sabía que el equipo fracasaría nuevamente en su intento de llegar a la final y que, incluso, algunos volverían a participar en apuestas oficiales y clandestinas en contra de la casa.
Desde el lugar en donde se encuentra prófugo, que no extrañaría fuera un paraíso fiscal, Álvarez seguirá disfrutando de la remontada “histórica” lograda por Pumas. Él sigue manejando los mecanismos para que Cruz Azul siga perdiendo, porque se beneficia económicamente.
Hace poco más de un año, ex cooperativistas denunciaron que Guillermo “Billy” Álvarez Cuevas, presidente de la cooperativa y dueño del equipo, porque lo registró a su nombre, se embolsaba 40 millones de dólares, pagados por una aseguradora, cada vez que Cruz Azul perdía juegos importantes, mientras que sólo obtenía un millón de dólares, si ganaba.
Así, Billy tuvo la brillante idea de hacer que su equipo fuera un perdedor eterno de semi finales y finales para hincharse los bolsillos de dinero.
El 20 de agosto de 2020, la Interpol emitió una ficha roja en 195 países del mundo para que Billy sea detenido, acusado de delincuencia organizada y lavado de dinero.
El 30 de julio de este año, un juez federal del Estado de México emitió una orden de aprehensión en contra de Álvarez Cuevas y otros directivos y asesores de la cementera: Víctor Manuel Garcés Rojo y Miguel Eduardo Borrell Rodríguez, ex directores jurídicos de la Cooperativa; Mario Sánchez Álvarez, director financiero; y en contra del abogado Ángel Martín Junquera Sepúlveda.
Víctor Manuel Velázquez, presidente del Consejo de Vigilancia de Cruz Azul, promete que realizará un ajuste a fondo en el equipo, después de la que calificó como la peor derrota de los celestes, pero su promesa es igual a las que han hecho las autoridades de la organización por más de dos décadas, sin que algo haya cambiado.Los jugadores, como Jonathan “El Cabecita” Rodríguez, goleador del torneo, prácticamente desaparecido en el juego contra Pumas, piden perdón, como lo han hecho muchos de ellos a lo largo de 23 años, desde que el Cruz Azul fue campeón de liga por última vez, pero sus excusas suenan huecas. Los aficionados exigen una explicación, pero esta nunca será convincente.
No importa que jugadores o director técnico nuevos lleguen, siempre pasa así, la corrupción seguirá hundiendo a Cruz Azul, porque la cooperativa se mantendrá como botín personal de la directiva que arribe al cargo. Antes era Álvarez Cuevas, ahora serán otros. Ya conocen el camino, mientras Billy continúa esbozando una sonrisa desde su paraíso y la afición celeste, cada vez más escasa, se sigue decepcionando del equipo, que alguna vez fue honesto.
(continúa el próximo viernes).