
El predial talón de Aquiles municipal
La crispación en Morelos
“Esta es una nueva época para Morelos”, señaló Graco Ramírez Garrido Abreu el 1 de octubre de 2012, ante una multitud atónita que veía en él una esperanza pequeña, pero esperanza al fin y al cabo, de que finalizara la ola de violencia que había envuelto a Morelos en los últimos años.
Con la grave sospecha de que el ex gobernador priista Jorge Carrillo Olea, en su tiempo perseguidor de disidentes políticos, como encargado del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), fuera el “cerebro” de las bandas delincuenciales en el estado, los morelenses habían visto pasar posteriormente a dos gobernadores panistas, Sergio Estrada Cajigal y a Marco Antonio Adame, sin cambios en la creciente inseguridad que azota a sus pueblos y a su capital.
Cuernavaca se había convertido de lugar de disfrute paradisiaco para muchas familias de la ciudad de México en zona de enfrentamientos entre bandas de delincuentes rivales. Los Rojos y Guerreros Unidos luchan desde hace años por controlar la plaza morelense. Ni el PRI ni el PAN pudieron hacer nada por evitarlo.
Y así llegaba el pequeño, pero esperanzador Graco, revestido con su pretendida fase de luchador social, envuelto en su ropaje de político progresista de izquierda, a vender su idea fundamental desde que inició su gestión como gobernador: “Hoy empieza una nueva época de paz para Morelos”, clamaba el político del PRD ese día de octubre de 2012
Ahora Graco Ramírez se tambalea. Más que nunca, Morelos está envuelto en los hechos violentos y, lo que es peor, en la violencia ejercida por las mismas autoridades de su gobierno, en el engaño, en la alteración del orden público.
Pues no puede ser otra cosa que alteración del orden que las autoridades fabriquen fosas clandestinas en las que enterradores de su gobierno sepulten a cientos de personas no identificadas asesinadas por el crimen organizado.
En noviembre de 2015, los familiares del joven Oliver Navarrete Hernández, quien había sido secuestrado el 24 de mayo de 2013, encontraron los restos de su familiar sepultado en una fosa común clandestina que la Fiscalía General del Estado de Morelos (FGE), utilizaba en Tetelcingo, muncipio de Cuautla, para enterrar a personas no identificadas víctimas de hechos violentos.
En junio de 2013, el cuerpo sin vida del muchacho había sido encontrado y reclamado por sus familiares. Sin embargo, de manera inexplicable nunca les fue entregado hasta que gracias a la búsqueda de los familiares, pudieron dar con los restos.
Sólo con presión, las autoridades morelenses accedieron a exhumar el cuerpo de Oliver, pero en esa gran fosa no estaba sólo él, sino 149 cuerpos más. El gobierno de Graco nunca ha podido informar de manera adecuada, porqué no se permitió que otros familiares de personas desaparecidas pudieran acceder a dicha fosa. Los agraviados sospechan que hay un pacto de impunidad con la delincuencia organizada para que no se busque el origen de esos asesinatos.
Es como si las autoridades de Morelos hayan querido esconder bajo la alfombra, la realidad de una entidad en donde ha desaparecido el estado de derecho, incluso por las mismas maniobras de quienes se dicen funcionarios.
Y esa indignación de los morelenses ha crecido como una bola de nieve que se desliza cuesta abajo hasta llegar a la capital del país.
La exigencia de renuncia de Graco Ramírez Garrido Abreu, exigida por el Frente Amplio Morelense (GAM), que agrupa a un centenar de organizaciones sociales de esa entidad, se encuentra sobre el escritorio del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
Graco sostiene su discurso de que se trata de un movimiento con fines políticos en su contra, pero la realidad de violencia de Morelos le golpea el rostro.
Hace años, en aquellos del PRI monolítico y del presidente de la República autoritario, seguramente el futuro de un gobernador con un nivel tan bajo de aceptación estaría en entredicho. Son tiempos de democracia, dicen los defensores de las nuevas formas de gobernar. El Gobierno Federal no puede interferir en un problema que atañe sólo a las autoridades de Morelos y a sus ciudadanos. Habrá que ver qué sucede en las próximas horas, porque la permanencia de Graco es un factor evidente de inestabilidad en esa entidad y se convirtió así en un asunto de importancia vital para la política interna, para decirlo claro.
Graco enfrenta un gran desgaste político, sin embargo, quiere ser el candidato presidencial del PRD para 2018, lo ha dicho de manera pública en varias ocasiones “quién no quiere ser el candidato de su partido a la Presidencia”. Su aspiración es grave fallo ¿con cuántos muertos a espaldas llegaría Graco a la candidatura? ¿con cuántas manos crispadas que demandan justicia para sus familiares desaparecidos o enterrados en fosas clandestinas? ¿con cuántos casos de secuestro sin resolver? ¿con cuántos Graco?