Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Saltar al vacío
Son aproximadamente las 4:30 de la tarde y sobre la avenida Balderas, de la Ciudad de México, la circulación de vehículos es tan intensa como todos los días. De manera inesperada, el tránsito se detiene, en un edificio cercano, a 25 metros de altura, una joven amenaza con lanzarse al vacío.
Muchas personas que trabajan o caminan por la céntrica calle aún no se dan cuenta de lo que sucede unos metros arriba de sus cabezas. Algunos gritos de mujeres hacen que miren hacia arriba y se percatan al fin de lo que pasa.
En el café internet en que me encuentro sólo llego a percibir el barullo de voces que se escucha en la calle.
“Es un tipo que se quiere aventar”, comenta un hombre joven al encargado del pequeño negocio en el que estoy. El tono de su voz es despreocupado, es como si se refiriera no al caso de un posible suicidio. Sus palabras son desenfadadas, como si hablara de un “show” y no de una tragedia que puede ocurrir en cualquier momento.
El muchacho de alrededor de 20 años está parado al borde un balcón del edificio de arquitectura colonial que se ubica en la esquina de Balderas e Independencia en el primer cuadro de la capital mexicana.
Desde el sexto piso de la construcción las manos del joven apenas se agarran de un barandal. De manera absurda, abajo una decena de hombres sacan sus teléfonos celulares y empiezan a graban la escena. “¡Aviéntate!, ¡Aviéntate”, le gritan mientras se muestran ansiosos de realizar la mejor toma y en espera de que el muchacho en cualquier momento salte al vacío para captar ese momento. Se les aprecia hasta divertidos con lo que sucede, mientras que otras personas prefieren no mirar hacia arriba.
Patrullas de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México cierran la circulación sobre Balderas y a la lejanía se ve venir a un carro de bomberos.
Es el miércoles 7 de septiembre, de una tarde que empezó soleada y en la que inesperadamente empezó a caer una fina lluvia, con el sol aún presente, de esas que fabrican arco iris.
Varios policías entran al edificio sobre la puerta que está en la calle de Independencia. En la calle un hombre comenta “ese buey ni se va a aventar y sólo me está quitando el tiempo”. Otro afirma: “se está acabando la pila de mi celular y si se cae no voy a grabarlo”. Alguno más vocifera: “¡si lo vas a hacer, tírate, porque ya me tengo que ir!”.
Los policías aparecen atrás del muchacho y en un movimiento rápido lo sujetan y bajan de balcón en que se encuentra para meterlo el edificio y, posteriormente, llevarlo a una patrulla. “Ya ves ¿qué te dije?, ese chavo no se iba a aventar”, le comenta el hombre que entró al café internet al encargado del negocio.
Mañana es el Día Mundial para la Prevención del Suicidio y ese muchacho que intentó quitarse la vida no pasó a formar parte de las mil 500 personas que cada año se quitan la vida en la ciudad de México ni de las 800 mil que lo hacen en el mundo.
La Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio decretó el 10 de septiembre como el día para tratar de impedir que las personas se quiten la vida. A nivel mundial el suicidio se ha convertido en una pandemia.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), recientemente dadas a conocer, la tasa de suicidios presentó una tendencia al alza entre 2000 y 2013, ya que pasó de 3.5 a 4.9 suicidios por cada 100 mil habitantes, en promedio.
Entre las entidades con mayores casos de suicidio se ubican: Aguascalientes, con 9.2 casos por cada 100 mil habitantes, lo que casi duplica la tasa nacional, seguida de Quintana Roo, con 8.8 y Campeche, con 8.5 casos.
En los últimos años se ha presentado un crecimiento importante número de suicidios entre los jóvenes de nuestro país, ya que 40 por ciento de los casos registrados ocurren entre muchachos, cuyas edades fluctúan de los 15 a los 29 años de edad.
Por lo que se refiere al sexo, en 2013, año de las últimas estadísticas recabadas por el INEGI, el 81.8% de los casos consumados correspondió a hombres y 18.2% a mujeres, lo cual significa que se presentan más de cuatro suicidios de varones por cada suicidio de una mujer.
Las causas de suicidio son muy diversas. Entre los jóvenes son muy comunes los problemas amorosos, con la familia o la frustración por no estudiar o encontrar trabajo, mientras que para las personas de edad adulta se encuentran la pérdida del empleo y las enfermedades. En ambos grupos, las adicciones al alcohol o a las drogas representan un factor determinante para el suicidio.
En muchas ocasiones, quienes intentan un suicidio sin consumarlo pretenden llamar la atención de quienes lo rodean, pero los especialistas recomiendan que dichas personas deben ser en todo momento vigiladas porque una gran mayoría de ellas tarde que temprano consuma el acto de quitarse la vida.
¿Qué lleva a las personas a alentar un hecho tan dramático, como el ocurrido recientemente en la calle de Balderas? ¿Cuál es el motor que incita a “espectadores” a presenciar un suicidio?
Sin duda, la deshumanización social y la falta de sensibilidad hacia la tragedia del otro son factores fundamentales. Indudablemente, convertir las tragedias en espectáculos mediáticos, con el uso de las redes sociales tiene mucho que ver. Lamentablemente, los mexicanos hemos perdido sensibilidad ante la muerte.
Las autoridades federales y de la Ciudad de México tienen campañas y estrategias para prevenir el suicidio, pero no son suficientes, el problema sigue creciendo exponencialmente. Es un cáncer social que avanza sin que nadie se dé cuenta de lo grave que es.