¿Cooperar desde la desconfianza?/Felipe de J. Monroy*
Policías sacrificados
Omar Cruz Tagle, policía preventivo de la Ciudad de México, había despertado la mañana del 29 septiembre de este año como cualquier día para dirigirse a su trabajo. Ni él ni su familia imaginaban que ya no volvería nunca más a su hogar.
Como todos los días, Omar realizaba un recorrido de vigilancia, cuando personal del Centro de Comando y Control (C2) Poniente detectaron un asalto en una bodega ubicada en la avenida Cuitláhuac, colonia Prohogar, delegación Azcapotzalco.
Dos hampones ingresaron armados a la bodega y amagaron a trabajadores del establecimiento. “¡¡¡Esto ya valió madres cabrones!!!, ¡¡¡denos todo lo que tengan y al que se pase de listo le meto un balazo en la cabeza!!!”, gritó un hampón.
Los delincuentes les robaron teléfonos celulares y 12 mil pesos en efectivo a sus víctimas. En unos cuantos minutos, los asaltantes se encontraban ya a bordo de un taxi Nissan Tiida, de colores rosa y blanco y huyeron en la unidad rumbo a la calzada Vallejo.
Los elementos del C2 lanzaron una alerta y eso permitió a Omar ubicar al vehículo cuando circulaba por la calle 17, de esa colonia. El policía le marcó el alto a la unidad vehicular, pero de inmediato uno de los ocupantes le disparó con un arma de fuego al preventivo.
Omar enfrentó con su arma de cargo a los hampones, al tiempo que pedía apoyo por medio de su radio. En minutos, otro policía preventivo se presentó en el sitio para tratar de someter a los delincuentes.
Ese día, sin embargo, no era de fortuna para Omar, recibió un balazo en el tórax y pronto empezó a desangrarse. En la refriega, uno de los asaltantes resultó también lesionado, en el interior del taxi, mismo que presentaba reporte de robo.
El compañero de Omar solicitó ayuda a la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México y al lugar del enfrentamiento arribaron más elementos preventivos, quienes finalmente sometieron a los dos hampones.
Omar fue llevado de emergencia al Centro Hospitalario del IMSS en la Raza. Los médicos hicieron todo lo posible por tratar de salvarle la vida, pero el policía no pudo resistir y falleció.
El hombre que asesinó a Omar sólo tenía una pequeña herida en el tobillo. Incluso los paramédicos que atendían el asunto consideraron que no debía ser trasladado a ningún nosocomio. De ahí, directamente fue llevado al Ministerio Público.
Al enterarse de los acontecimientos, el secretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México, Hiram Almeida Estrada, lamentó el fallecimiento de Omar Cruz Tagle y expresó sus condolencias a los familiares.
Almeida estrada también giró instrucciones para brindar apoyo económico y jurídico a los familiares del policía, quien murió en cumplimiento de su deber. Sus seres queridos no se iban a quedar sin protección.
Morir defendiendo al ciudadano
La historia de Omar es similar a las de 14 policías preventivos capitalinos, como él, que han perdido la vida entre enero y octubre del presente año, todos abatidos cuando cumplían su deber.
Muchos ciudadanos relacionan a los policías, con actos de corrupción, que, no cabe duda, los hay, pero casi nunca recapacitan que si alguien hace frente a un hecho delincuencial en el momento que ocurre, ese es el policía preventivo, “el azul”, como los conocemos los capitalinos desde siempre.
Atrás de cada uno de los 88 mil policías de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México, hay una historia de vida, enmarcada por padres, esposa e hijos, en la mayor parte de los casos. Para ellos, ese es su trabajo, evitar que se sigan cometiendo delitos en esta urbe, tan caótica casi siempre.
Literalmente se juegan la vida todos los días. Saben cuándo salen de sus casas, pero no saben si van a regresar. Así le sucedió a Omar.
Su salario, que tiene un promedio de entre 12 mil y 10 mil pesos mensuales no llega a compensar económicamente el alto riesgo que enfrentan. Las finanzas del Gobierno de la Ciudad de México no se encuentran en bonanza, eso es conocido públicamente, pero, al igual que los bomberos, el importante papel que tienen policías preventivos y de tránsito, hace necesario que por lo menos se les duplicara el sueldo.
Claro hay buenos y malos elementos, como en todas las dependencias y empresas privadas. A los malos hay que sancionarlos o despedirlos, pero a los buenos, sin duda, hay que estimularlos económicamente. El riesgo que corren a diario los policías, vale la pena ser reconocido.