El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
El Gasolinazo: coraje, saqueo, incompetencia
“¡¡¡Ya estamos hasta la madre!!!», gritó el hombre, de aproximadamente 40 años, mientras rodaba un tambo de metal para colocarlo frente a un despachador de gasolina, en la estación de servicio de calzada de Tlalpan. De inmediato, otra veintena de personas rodearon el lugar. Pronto fue el caos.
La escena se repitió miles de veces en la mayor parte de los estados de la República y al hartazo por el «gasolinazo» siguió la rapiña y después los rumores en redes sociales y de boca en boca, surgidos por el temor, la ignorancia o la manipulación y tras ello trató de surgir una explicación oficial no clara para el hombre de la calle. «Una medida dolorosa, pero necesaria», el mismo mensaje que en tiempos de los ex presidentes Luis Echeverría o José López Portillo, como explicación de las crisis económicas. Diferentes gobierno, pero la misma medida de aplicar sobre los ciudadanos un acción para tratar de enmendar los errores de un Gobierno que gasta mal, que derrocha los recursos que son de todos
El Gobierno Federal no ajustó el precio de las gasolinas de manera gradual, lo que hubiera permitido absorber el impacto negativo del “gasolinazo” paulatinamente. Por el contrario, el incremento de 20% en promedio en el precio del combustible se hizo de manera radical, sin contemplaciones, como recomendaron los economistas del gabinete presidencial “los Chicago Boys”, defensores de las recetas del libre mercado a ultranza, aquellos que piensan que las recetas neoliberales se pueden aplicar como dictan sus cánones, sin sopesar las causas sociales de estas medidas.
Se equivocaron por completo, no midieron el tamaño del estallido social que estaban desatando, no se dieron cuenta que, como gritó aquel hombre en la gasolinería tomada a la fuerza, muchos mexicanos ya están “hasta la madre” de las acciones del gobierno que les hacen tener una vida más difícil.
Laboré un lustro en Pemex y en la paraestatal siempre los directores generales reconocían que el precio de las gasolinas en México era irreal, señalaban que no era posible mantenerlo por muchos años, sin que los subsidios canalizados a la producción de combustible deterioraran las finanzas públicas.
Sin embargo, la cotización del hidrocarburo no era de su competencia, sino del comité especial, encargado para ello, encabezado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Ante los presidentes en turno, clamaban, se quejaban, denunciaban: Petróleos Mexicanos requiere de ser liberado de la carga fiscal que lo ahoga. Ninguna petrolera en el mundo le canaliza a su gobierno una proporción tan grande de impuestos, la petrolera ha llegado a destinar al erario hasta 38% de sus ingresos, lo que provocó que no contara con ingresos para invertir en acciones estrictamente petroleras.
Todos los directivos de Petróleos Mexicanos lo señalaron durante décadas. La paraestatal no podía seguir siendo sangrado por el propio gobierno, porque estaba dejando de invertir en explorar más áreas para encontrar petróleo, para extraerlo y para producir petroquímicos, diésel y gasolinas.
Ninguno de los gobiernos del PRI ni tampoco los dos del PAN escucharon. Hicieron apenas tímidos esfuerzos por disminuir la carga fiscal de Pemex y la paraestatal, tan noble en su creación a fines de los años treintas en el sexenio de Lázaro Cárdenas, se fue hundiendo, pero se volvió también ineficiente.
En la administración de Vicente Fox, la producción de crudo de Pemex llegó a ser de poco más de 4 millones de barriles diarios, todo un récord en la historia de la paraestatal, pero después vino el declive, el crudo fácil de extraer se acabó y cada vez se localizaba a mayor profundidad en las aguas del Golfo de México o en porciones muy reducidas en los estados costeros de esa zona, en tierra firme.
Con un precio del crudo que se fue en picada de 100 dólares por barril a 30 dólares en promedio, las finanzas de México se fueron hacia abajo¿De dónde se iba a obtener el dinero para sacar el petróleo de aguas profundas, de 1000 o hasta 2000 metros de profundidad? ¿Con que tecnología, ya que Pemex no contaba ni con el equipo ni la preparación técnica para ello?
En los sexenios panistas no paró la sangría de recursos de Pemex hacia la Secretaría de Hacienda y todos los planes de convertir a Petróleos Mexicanos en una empresa sana financieramente se derrumbaron. Como consecuencia, pese a tímidos esfuerzos para reforzar la refinación, el país se quedó con 6 refinerías viejas, que además no eran aptas técnicamente para el nuevo tipo de crudo que se estaba extrayendo del subsuelo.
Y vino una historia de terror surrealista de tantas que ha vivido el sector petrolero, México mantuvo su venta de materia prima (crudo) a otros países, incluidos Estados Unidos, para que con el mismo crudo que les vendíamos nos regresaran gasolinas importadas a precios elevados. Es como aquel panadero que le vende masa a alguien para que luego le vendan pan más caro.
De ser un importante exportador de gasolinas, Pemex se fue convirtiendo en un importador de estos mismos combustibles. Ese era el precio de haber dejado de invertir por décadas en construir más refinerías. “Nos sale más barato comprar gasolinas que construir refinerías”, fue la excusa de los gobiernos priistas y panistas.
La única manera de lograrlo era emprender una reforma que permitiera al gobierno mexicano contar con socios extranjeros que tuvieran la tecnología y el conocimiento para hacerlo, pero había un gran problema; el equipo necesario no está a la renta, como se puede alquilar un traxcavo, sus propietarios, todos empresas extranjeras, sólo participan si pueden compartir el ingreso petrolero del yacimiento de que se trate: esas son las reglas del juego.
Felipe Calderón hizo un esfuerzo fallido por ir por el que se denominó el “tesoro” escondido en el fondo del mar. No lo pudo lograr en el Congreso, como él hubiera querido. Peña Nieto sí lo pudo hacer y cambió todas las reglas del juego. Pemex dejaba de ser el monopolio petrolero, se convertía de facto en un jugador más de muchos nacionales y extranjeros que participaran en el mercado mexicano.
Por otra parte, la incapacidad del Gobierno Federal para aumentar su recaudación impositiva provocó que los ingresos de este dependieran en más de 10% de los ingresos generados por Pemex. Un matrimonio mal avenido.
Para que hubiera una participación de empresas petroleras extranjeras y acabar con los millonarios subsidios oficiales, se tenía que dejar el precio de las gasolinas al libre mercado, con precios atractivos de las gasolinas o las empresas extranjeras jamás vendrían a invertir en México y, siguiendo la receta del libre mercado a ultranza, el gobierno de Peña Nieto determinó un alza lapidaria de 20%
La situación del país es más que conflictiva. En México las cosas no pueden estar más tensas. «Los Chigago Boys» creen que sus recetas se deben seguir aplicando, porque así lo dicta la ortodoxian, los efectos sociales, para ellos son «necesarios».