Abanico
Pecho-tierra para no ser asesinados
Los pequeños alumnos de la escuela primaria se preparan para realizar sus ejercicios cotidianos, a los que ya están acostumbrados, más por necesidad que por gusto. No se trata de clases de gimnasia. Están listos para reaccionar a una balacera.
Para ellos, se ha vuelto una práctica habitual que, al principio les causaba extrañeza, pero que desde hace algunos años se volvió algo común. A pesar de su corta edad, saben que les puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.
Los niños, cuyas edades fluctúan entre los seis y los 13 años de edad, están preparados para actuar en caso de que se presente una balacera afuera o incluso en el interior de su escuela.
Desgraciadamente, algunos de ellos ya hay tenido la amarga experiencia de escuchar los enfrentamientos que se producen entre las bandas de narcos o entre estas y los elementos de seguridad de Tamaulipas. Desde hace años, el estado se convirtió en un campo de batalla.
A determinada hora del día, su profesora suspende las clases y les informa que llegó el momento de hacer el simulacro. En lugar de salir al patio a efectuar su rutina de deportes, los pequeños se quedan en su salón y a la orden del silbato de su profesora se tiran al suelo, en posición de pecho-tierra, la que recomiendan los expertos en seguridad para evitar ser un blanco fácil en caso de una balacera.
Los pequeños se tiran debajo de sus pupitres. Los que se sientan cerca de las ventanas o de la puerta del salón se arrojan cerca del centro del aula. Aunque se trata de un simulacro, permanecen callados, porque saben que en una situación real es importante que escuchen las instrucciones de su profesora y de que traten de captar los ruidos de la calle.
En las balaceras que se han producido realmente, tienen que oír con detenimiento si el ruido de los disparos continúa, si se oyen ruidos de motores, voces, gritos o cualquier sonido que les indica que está pasando afuera. En este caso, las instrucciones de la profesora son vitales para que la seguridad de los pequeños se preserve en una situación real.
Esta es una práctica escolar inconcebible en casi todos los países del mundo, pero en algunos de los estados de México, como Tamaulipas se convirtió en algo “normal”.
En el programa Escuela Segura, tres mil planteles escolares de dicha entidad están obligados a realizar simulacros de balaceras de manera obligatoria. Cuando inició este programa en 2012, los simulacros se realizaban dos veces por año, pero la inseguridad existente en muchas zonas obligó a los directores de los planteles a efectuarlos de manera cotidiana.
Ese programa no incluye sólo simulacros para que los chicos sepan cómo actuar en caso de balaceras, también contempla la revisión de mochilas para evitar que sean introducidas a las aulas armas u objetos peligrosos y manuales para que los muchachos sepan cómo actuar en caso de amenazas de bombas. La realidad le cambió para siempre la rutina a los niños, para los cuales hace algunos años “los malos” sólo existían en sus juegos infantiles.
La mochila escolar blindada
Su menuda imagen apareció en una exposición de ciencias en Tamaulipas y a nivel nacional conmocionó a todos quienes lo vieron por medio de la televisión. Su invento simplemente se convirtió en un producto que puede salvar la vida a muchos niños: una mochila escolar blindada.
No hablamos de Siria, país hundido en una guerra que parece interminable y en donde han muerto menores de edad, sino de México y, en concreto del fronterizo estado, en donde en los últimos seis años han sido asesinadas más de 5 mil personas por los carteles del narcotráfico, niños, algunas de ellas.
Juan David Hernández Rojas, es un muchacho de 11 años, alumno de la Escuela Primaria Lázaro Cárdenas del Río, de la ciudad de Matamoros, y dio a conocer su invento en la ExpoCiencias Tamaulipas y Certamen de Creatividad e Innovación Tecnológica de 2016. Esta columna informó de ello el año pasado.
La situación de continua violencia, es lo que inspiró a los padres de Juan David para diseñar una mochila que internamente tiene una capa de blindaje para proteger el cuerpo de su vástago en caso de que se presente una balacera.
Aparentemente la mochila de lona, de color negro, parece normal, pero también cuenta con un sistema GPS, que permite a los padres del menor localizarlo en caso de que el niño fuera secuestrado y también tiene una alarma que Juan David puede accionar, si un hampón lo pretende asaltar.
Entrevistado por reporteros de televisión y de medios impresos locales, cautivados por el invento familiar, el pequeño Juan David muestra cómo se puede utilizar su mochila como un escudo anti balas.
Se coloca la mochila frente a su cabeza, aparentando como podría protegerse de una bala perdida. A la pregunta de un periodista acerca de si su mochila será producida a gran escala hasta convertirse en un negocio lucrativo por la necesidad de los padres de proteger a sus hijos, Juan David no da una respuesta concreta.
Nada hicieron los gobernadores de Tamaulipas por frenar al narco, incluso, el ex mandatario estatal, Tomás Yarrington, capturado en Italia, es acusado de encubrir directamente a los carteles de la droga.
Los tamaulipecos tendrán que seguirse protegiendo por sí mismos. Eso lo saben Juan David y sus papás y los niños que se arrojan pecho-tierra en sus salones para tratar de no morir en caso de una balacera.