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CIUDAD DE MÉXICO, 9 de abril de 2017.- En Australia, Gran Bretaña, Estados Unidos y recientemente en México, se impulsa, desde la academia, un nuevo tipo de turismo, en donde el humano está a la par, y no por encima de otras especies animales y vegetales, o del medio ambiente.
Se trata de quitar del centro de esta actividad a las personas y al dinero, se añadió en un comunicado, para dar paso a un equilibrio entre el género humano y otras especies, señaló Álvaro López López, del Instituto de Geografía (IGg).
Ello implica un nuevo paradigma dentro de una actividad tradicionalmente ligada al ocio y a la derrama económica inmediata, así como cambios profundos para hacer de cada uno de nosotros, turistas potenciales, visitantes y usuarios responsables.
En la UNAM, el Programa Universitario de Bioética (PUB) y el IGg se inscriben en esta nueva corriente turística y la llevan a la reflexión filosófica. López López se suma a una revisión profunda de esta actividad económica con añejas raíces en nuestros hábitos de supremacía, abuso y explotación de los recursos naturales, los ecosistemas y sus habitantes originales.
Se pretende cambiar la idea de la naturaleza al servicio de la humanidad, por la de una humanidad armónica y justa con los demás seres vivos y los recursos que los rodean, sin crueldad y con equidad.
Turismo sustentable, insuficiente
El turismo sustentable, que surgió en la década de 1970 en los países desarrollados del norte del mundo, planteaba un equilibrio entre la economía y la ecología.
“Nació con la intención de contraponerse y superar al modelo de turismo masificado, que pretende incrementar los beneficios económicos a costa de lo que sea, pues si bien es cierto que produce ganancias rápidas y jugosas para los inversionistas, tiene efectos negativos en las comunidades locales, el medio ambiente y en las migraciones”, explicó doctor en geografía.
En respuesta, el turismo sustentable buscó involucrar a las comunidades locales en la derrama económica y proteger al medio ambiente.
“La propuesta es buena en su origen, porque pretende contrarrestar la parte negativa del masificado, pero sigue siendo una actividad básicamente económica. Tuvo éxito en algunas partes, pero fue insuficiente para cuidar el entorno; además, sigue siendo antropocéntrico, y por eso se quedó corto”, resaltó.
El nuevo turismo
En cambio, el nuevo turismo, al que Álvaro López inscribe en una perspectiva posmoderna, busca una posición de equilibrio y horizontalidad entre el ser humano y las otras especies animales y vegetales.
Actualmente existen más de mil millones de turistas al año a nivel internacional, y se estima que en 15 años esta cifra se duplique.
Uno de los elementos centrales es reducir la población humana, pues el planeta no aguanta más personas que demandan recursos naturales.
Otro consiste en ver a las demás especies como seres que también sienten dolor y son explotados. “Se busca, por ejemplo, que algunos animales como burros, mulas, caballos y camellos no se usen para cargar maletas o turistas”, ejemplificó.
“Tenemos que quitar a los humanos de su pedestal, volverlo a la altura de los otros seres vivos y hacer una revisión de cómo son nuestras relaciones en todas las esferas de la existencia, además de ser más cuidadosos en cómo actuamos cuando hacemos turismo”, finalizó.